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El sueño de toda una nación

  • La liberación de Betancourt supone un gran éxito político para Sarkozy, pero la realidad es que todos los franceses, políticos y civiles, se volcaron en el esfuerzo

La ex candidata presidencial Ingrid Betancourt fue liberada por las Fuerzas Armadas colombianas. Pero la operación representa también un considerable éxito político para el presidente francés, Nicolas Sarkozy. "Verdaderamente desde que él tomó las responsabilidad en su mano todo se desarrolló y hoy mamá está libre", declaró Melanie, la hija de Ingrid.

Las palabras de la joven cayeron como un bálsamo sobre el ánimo de un Sarkozy que pocas horas antes se enfrentaba a un doble frente de críticas políticas desde el exterior y el interior. La "foto de familia" del presidente con los hijos de Betancourt en el Palacio del Elíseo llegó a Sarkozy en el momento en que más lo necesitaba.

Betancourt aseguró después de su liberación sentirse orgullosa de ser también francesa y de llevar un trocito de Francia en su corazón.

Pero también los franceses llevaron a Betancourt en su corazón: un sinnúmero de artistas, políticos y ciudadanos particulares se comprometieron con su causa desde que fuera secuestrada en febrero de 2002. Y los sucesivos gobiernos en el Elíseo hicieron todos los esfuerzos posibles para conseguir su liberación. En el fondo, Sarkozy no hizo más que continuar los esfuerzos de su predecesor, Jacques Chirac, aunque ahora sea el principal beneficiado político del éxito de la empresa.

Betancourt nació en las navidades de 1961 en Bogotá, pero creció en París: su padre, Gabriel Betancourt, era representante de Colombia en la Unesco. En 1981 se casó con el diplomático francés Fabrice Delloye, con el que tuvo dos hijos: Melanie y Lorenzo. En 1990 se divorciaron.

Apenas con 18 años, Betancourt dijo que quería ser presidenta de Colombia. Y comenzó su carrera política en la universidad de élite Sciences Politiques de París. Su maestro fue Dominique de Villepin, que más tarde se convertiría en primer ministro de la república.

En el momento de ser secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Villepin era ministro de Exteriores de Chirac. En 2003 emprendió por su cuenta un intento de liberación que terminó en un escándalo diplomático: envió a Manaos, Brasil, un avión Hércules C130 con una docena de soldados que se internarían en la selva colombiana para buscar a Betancourt.

La operación fue un rotundo fracaso y Francia tuvo que disculparse con Brasil por haber vulnerado su soberanía territorial.

Tras ser elegido presidente en mayo de 2007, también Sarkozy, ex ministro de Villepin, declaró que la liberación de Betancourt era una de sus prioridades. El presidente mantuvo un estrecho contacto con su homólogo colombiano, el conservador Álvaro Uribe, favorable a una solución militar del problema. Pero al mismo tiempo intentó una negociación con los rebeldes a través del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, uno de los principales rivales de Uribe.

En ese contexto, Sarkozy llegó a enviar en abril de 2008 un avión a Suramérica para buscar a Betancourt. Como la gestión de Villepin, también ésta fue un fracaso, pero tanto revuelo mantuvo la presión sobre Uribe para evitar que su rival política Betancourt muriera en la selva. Y dio fuerza a la rehén para sobreponerse al infierno del larguísimo cautiverio.

"Quiero agradecerle al presidente Sarkozy y a todos los franceses que fueron el apoyo nuestro, nuestra luz y nuestro faro", dijo la política colombiana tras su liberación.

También sus hijos parecieron ver en Sarkozy al héroe responsable de ese éxito: Lorenzo agradeció al mandatario, "que hizo todo lo posible" y que logró la liberación de Betancourt y los otros rehenes, y consideró que ahora se ha puesto en marcha un proceso que terminará con la libertad del resto de cautivos. "Es el día más feliz de mi vida", señaló el hijo de la ya ex rehén que, pese a su juventud, se convirtió en uno de los incansables estandartes para evitar que el mundo olvidara el sufrimiento al que estaba sometida su madre.

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