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El milagroso Kucinich

  • Hijo de un camionero pobre, el mayor de siete hermanos, ex alcalde y congresista, está casado con una mujer 30 años más joven y 13 centímetros más alta

Si hay algún candidato a la Casa Blanca que crea en los milagros, ése es Dennis Kucinich. Y, sin duda, tiene motivos para hacerlo.

Hijo de un camionero pobre de origen croata, Kucinich se crió en los suburbios de Cleveland junto a otros seis hermanos y hermanas que en algunas temporadas tuvieron que vivir en el camión paterno.

De 61 años, con un aspecto juvenil que niega su verdadera edad, este congresista demócrata, situado más a la izquierda que el resto de sus rivales, el único que se opuso a la guerra de Iraq desde el primer momento, apenas ha logrado el 1 por ciento de los votos en Iowa y New Hampshire, pero sigue en la carrera.

Kucinich protagoniza una de esas historias que encandilan a los norteamericanos gracias a su matrimonio con Elizabeth, una ciudadana británica 13 centímetros más alta y 30 años menor que él, vegetariana (algunos le llaman el gigante verde en alusión a la famosa compañía de legumbres), pacifista y que luce un llamativo piercing en la lengua, lo que ha conmocionado a los jóvenes y a los medios de información. Pese a ello, "son dos almas gemelas", asegura la actriz Shirley Mc Laine, una buena amiga de Kucinich.

Elizabeth Harper, la esposa, cuenta además con una sólida formación intelectual que le permite expresar sus opiniones y rebatir a otros candidatos, como a Rudolph Giuliani cuando critica el sistema británico de sanidad. Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Kent, ha viajado por el mundo y visitado lugares tan remotos como la India, donde fue pupila en la institución de la madre Teresa, o Tanzania.

Elizabeth acababa de llegar a Estados Unidos en compañía de un economista radical que quería saber cómo relanzar la lucha de clases cuando solicitaron una reunión con Kucinich. Fue un flechazo, un verdadero amor a primera vista: cuatro meses después contraían matrimonio.

Si la política norteamericana no deja de sorprender por algunos de sus personajes, Kucinich se lleva la palma. Incluso una de sus intervenciones televisivas ha pasado a la posteridad.

En una entrevista en televisión, el presentador se interesó por un pasaje del último libro de Shirley McLaine en el que ésta aseguraba que, en una ocasión, el político vio un ovni sobre una propiedad que la actriz posee en el Estado de Washington. "¿Realmente vio usted un ovni?", le preguntó Tim Russert, de la NBC. "Eh... sí", contestó en medio de las risas de la audiencia. "Era un objeto volante y no estaba identificado", se justificó. "Y sepa usted que hay más gente en este país que ha visto ovnis que gente que apruebe la política del presidente Bush". El presentador lo confirmó: un 14 por ciento de los norteamericanos asegura haber visto un ovni. Desde entonces la NBC, que es propiedad de la General Electric, intenta ridiculizar todo lo que puede las opiniones de Kucinich, especialmente las relacionadas con sus manifestaciones antibelicistas.

Aunque hubiera podido ser un buen vendedor, Kucinich se dedicó a la política y en 1977, el año en el que nació su esposa, ganó la Alcaldía de Cleveland convirtiéndose en el alcalde más joven de una gran ciudad en la historia de EEUU. Algunos consideran que también el más nefasto.

Tras un periodo de dificultades (su declaración de la renta de 1982 reflejaba un saldo favorable de 38 dólares), logró ganar un escaño en la Cámara de Representantes en 1996 y ya compitió por la nominación demócrata en 2004, por supuesto sin éxito. Una campaña durante la que sus partidarios lanzaron un concurso en internet para conseguir que Kucinich, soltero desde hacía más de 20 años tras dos matrimonios, encontrara una primera dama. La elegida llegó a entrevistarse con él, pero la cosa no pasó de ahí.

"Si yo he sido capaz de casarme con una mujer tan increíblemente bella e inteligente como Elizabeth, ¿por qué no puedo soñar con llegar a ser el próximo presidente de los Estados Unidos?", asegura Kucinich.

Efectivamente... ¿por qué no?

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