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Un final de Ramadán en libertad

  • Los habitantes de Bengasi, cuna de la rebelión en el país norteafricano, celebran de forma diferente la fiesta grande del Eid al Fitr tras el derrocamiento de Gadafi

Los habitantes de Bengasi, capital de los revolucionarios libios, celebraban ayer su primer Eid al Fitr, fiesta grande del fin del Ramadán, "en libertad" tras el derrocamiento del huido líder del país, Muamar el Gadafi.

"No es que este Ramadán haya sido distinto respecto al del año anterior, sino al de los últimos 42 años, éste es el Aid al Fitr de la libertad", afirmó un vecino de Bengasi, Naser Awad, de 35 años, que ayer paseaba por una desangelada plaza de los Juzgados con su hija y dos de sus sobrinos.

Y es que Bengasi parecía ayer una ciudad fantasma después de que los habitantes de la ciudad participaran en el rezo musulmán de las 7:15.

Awad explicó que, tras acudir a la mezquita, desayunó junto a su familia la tradicional asida, una especie de gachas con miel, y que por la tarde tenía previsto dedicarse a visitar a sus parientes.

"Este Ramadán ha sido muy especial porque se respira libertad -aseguró Awad-. No ha habido problemas, antes a veces había peleas, ahora la gente se junta en la plaza (de los Juzgados) para gritar Libia libre".

Un grupo de niños jugaba correteando entre las tiendas de campaña y los carteles de los mártires de la revuelta en la plaza de los Juzgados, junto al mar Mediterráneo, que estaba completamente desierta en una estampa poco habitual.

Allí estaba sentado Marei Muhamad Rabaa, de 36 años, vestido con un uniforme militar, aunque él aseguraba que se dedica a preparar "el té de la libertad" para todos aquellos que se acerquen a su jaima.

Él no pierde de vista los acontecimientos que se están desarrollando en Sirte, la ciudad natal de Gadafi.

"Sirte está casi liquidada, (el presidente del CNT, Mustafa) Abdulyalil les dio ayer un ultimátum", recordó Rabaa, en alusión al plazo dado hasta el sábado por el jefe de la máxima autoridad rebelde para que los gadafistas parapetados en esa ciudad abandonen las armas.

Los rebeldes cercan la ciudad por ambos flancos, este y oeste, y Abdulyalil ha advertido que, finalizado el plazo, no dudarán en recurrir a fuerza militar para entrar en esta localidad.

Entretanto, la situación en Bengasi "es cada vez mejor, hay una seguridad del cien por cien. Cuando la revolución comenzó el 17 de febrero había aquí gente de Gadafi, pero ahora no", señaló Rabaa.

Pese a la paulatina mejora de la seguridad en Bengasi, controlada por los rebeldes desde febrero, muchos vecinos anhelan aún regresar a la normalidad, como Abdelwahad Yunes, de 50 años, que daba un paseo por los alrededores de la plaza junto a tres hijas y su hijo, que estrenaban ropa nueva como es costumbre en el Eid.

"Llevo seis meses sin trabajar, trabajo en una oficina de empleo y, pese a que me están pagando 200 dinares libios (unos 112 euros) todos los meses, no me da para mantener a mi familia", se quejó Yunes, que estaba ataviado con una galabiya (túnica) de color beige. Aun así, subrayó que hay que ser paciente porque los libios tendrán un futuro feliz pese a la escasez que soportan en la actualidad.

"Los precios son altos pero aquí en Bengasi pueden encontrarse todo tipo de productos, aunque a veces no hay gasolina", explicó Yunes. Sin embargo, destacó que lo más importante es alcanzar la paz: "Puedes tener de todo, pero a lo mejor no tienes hambre porque estás preocupado porque el país está en guerra, por eso lo más importante es que estemos en paz".

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