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Sarkozy quiere 'desburocratizar' a Europa durante su mandato

  • El presidente francés asume la Presidencia de la Unión Europea con el objetivo de impulsar un profundo debate político sobre su futuro y su razón de ser

Investido de la Presidencia temporal de la Unión Europea (UE), el presidente francés, Nicolas Sarkozy, está decidido a aprovechar el mandato para desburocratizar Europa e impulsar un profundo debate político sobre su futuro y su razón de ser.

Francia, siempre sospechosa -como toda gran potencia- de privilegiar sus intereses nacionales sobre los colectivos, ha asumido las riendas de la Unión haciendo esta vez votos sinceros de "humildad" y "modestia".

"Nada de arrogancia" es la consigna que ha hecho circular el Elíseo, según han confirmado ministros y colaboradores a un grupo de corresponsales europeos invitado esta semana a París para el estreno del semestre francés.

Pero ser humilde no significa carecer de ambición, y el presidente francés en persona lo ha dejado bien claro al reclamar que la Unión abandone su autismo, huya del pensamiento único y acepte sin escándalo debatirlo todo, ya sean las negociaciones comerciales de la OMC, la estrategia anti-inflacionista del Banco Central Europeo (BCE) o la eficacia de sus instituciones. "Europa muere de no debatir", ha dicho.

Algunos de esos debates, especialmente el que se refiere a la idoneidad de la política monetaria del Banco Central Europeo, constituía hasta hace nada anatema para quien se atreviera a abrirlo.

La impresión del Elíseo, no obstante, es que las reciente declaraciones del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, solicitando "prudencia" al presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y la inquietud expresada incluso por el ministro alemán de Finanzas prueban que este debate avanza por muy delicado que sea.

Francia no cuestiona que el BCE tenga como primera tarea el control de la inflación en Europa, pero afirma que la subida de la inflación que sufren las economías europeas nada tiene que ver con la de hace veinte o treinta años, que podía combatirse eficazmente aumentando los tipos de interés.

El choque petrolífero actual no tiene parangón con ningún otro vivido en el pasado, y la explosión mundial de los precios no atañe sólo a la energía sino a todas las materias primas, por lo que no valen, según la nueva Presidencia europea, las recetas tradicionales.

Una subida de los tipos no ayudará a que baje el precio del barril, encarecerá todavía más el euro y agravará el problema de crecimiento en Europa, según esta línea argumental.

La asunción de la Presidencia europea no retraerá a Sarkozy de decir lo que piensa sobre ciertas cuestiones clave.

Durante el semestre francés, por ejemplo, se abrirán nuevos capítulos en las negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE, pero Sarkozy no ha cambiado un ápice en su oposición frontal a este ingreso.

Otros procesos de adhesión ya abiertos, como el de Croacia, seguirán avanzando, pero también en ese caso el presidente francés ha advertido que antes de que culmine los Veintisiete tendrán que haber resuelto el embrollo de Lisboa.

Francia, que rechazó en 2005 en referéndum la Constitución europea y a nadie se le pasó entonces por la cabeza repetir la consulta, no puede dar lecciones a Irlanda en esta materia.

Pero sí va a recordar a los irlandeses que fueron ellos solos, en 2002, quienes recurrieron, sin que nadie se lo exigiera, a un segundo referéndum para desbloquear el Tratado de Niza.

Sarkozy se subleva cuando se le pregunta si la Europa "protectora" que propone no será en realidad una Europa "proteccionista".

Pero de la misma manera que amar a la nación no significa necesariamente ser nacionalista, pedir que la Unión proteja a los europeos no significa aislarlos del mundo ni rechazar la globalización. "Si Europa no nació para protegernos y para ser más fuertes, ¿para qué nació?", se pregunta Sarkozy.

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