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China, un polvorín étnico

  • Los disturbios en Xinjiang, unidos a los de hace un año en el Tíbet, reflejan las tensiones en la convivencia de un país de 1.300 millones de habitantes de 56 etnias

La violencia en Xinjiang, región china de mayoría musulmana donde 184 personas murieron en enfrentamientos étnicos, ha puesto de manifiesto las tensiones en un país cuyos 1.300 millones de habitantes se dividen en 56 etnias, una de cuales, la han, representa el 90% de la población.

"Los choques son muy preocupantes para las autoridades, sobre todo porque podrían potencialmente extenderse a otras minorías con las mismas reivindicaciones que los uigures", la principal minoría de Xinjiang, considera Sarah McDowall, analista de IHS Global Insight.

Urumqi, la capital de esa región, seguía ayer bajo estrecha vigilancia casi una semana después de una ola de violencia que comenzó el domingo, cuando los uigures atacaron a los han. A este ataque siguieron tres días de disturbios durante los cuales los han salieron a la calle, con armas improvisadas, para enfrentarse a los uigures.

Según el último balance oficial ofrecido en la madrugada de ayer, 184 personas murieron en los disturbios de Xinjiang, de las cuales 137 son han, 46 uigures y uno es hui, otra etnia minoritaria musulmana china.

Estos acontecimientos ocurren apenas un año después de los disturbios, también sangrientos, que se apoderaron de Lhassa, la capital regional tibetana, el 14 de marzo de 2008, tras varios días de manifestaciones pacíficas. Durante esos enfrentamientos, algunos grupos de jóvenes tibetanos lanzaron una "cacería de han", según testimonios de turistas extranjeros recogidos entonces por la AFP.

"El Gobierno tiene serios problemas. Pekín debe afrontar la manera en que las minorías son realmente tratadas por los han, no solamente en Xinjiang, sino en todos lados", considera Jiang Wenran, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Alberta (Canadá).

Los márgenes occidentales de China -Xinjiang, el Tíbet- son los desafíos más serios, aunque existen tensiones en otros lados, como en Mongolia Interior, otra región autónoma, en el norte, según los analistas.

Los tibetanos y los uigures, principal etnia en Xinjiang, tienen el mismo sentimiento de estar oprimidos, en su cultura y su práctica religiosa, y sienten que su identidad está amenazada por la voluntad de Pekín de achinar sus regiones.

"La estrategia del Gobierno central de transferencia de la población hacia las regiones de minorías hace sospechar que su objetivo real sea la asimilación de las minorías bajo la dominación han", dice Sarah McDowall.

En Xinjiang, la proporción local de han pasó de menos del 6% en 1949 a más del 40% hoy en día.

Sin embargo, Pekín también tiene una política especial de planificación familiar en favor de las minorías, a las que autoriza a tener varios hijos o incluso un número ilimitado, cuando muchos han sólo tienen derecho a tener un vástago. El Gobierno también tiene una política de "discriminación positiva" para los candidatos venidos de las minorías en los exámenes de entrada en la universidad.

Paralelamente, Pekín invirtió fuertemente en estas regiones del oeste. El Producto Interno Bruto de Xinjiang pasó de 116.860 millones de yuanes (12.200 millones de euros) en 1999, a 352.320 millones de yuanes (36.600 millones de euros) en 2007, según las cifras oficiales. "Pero esto no conllevó una elevación del nivel de vida de la misma manera en las poblaciones locales que entre los han", subraya Jiang.

"Junto con los mongoles, los tibetanos y los uigures son las únicas minorías que representan verdaderas fuerzas centrífugas. Sobre todo las dos últimas", señala Jean-Pierre Cabestan, profesor de Ciencias Políticas de la Hong Kong Baptist University.

"Estas tensiones no deberían minar la autoridad del Partido Comunista a corto plazo", apunta Sarah McDowall. "Pero son una amenaza creciente para el liderazgo chino, sobre todo en estos períodos de crisis económica y de aumento del desempleo", agrega.

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