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metrópolis | los diez mandamientos

La Biblia de una arquitectura de autor y popular

  • Simbólico. Con un callejero de obras de los Quintero, en 1964 se concluyó este proyecto urbanístico con diez bloques, cada uno con diez plantas delimitadas entre la sombría avenida de la Paz, arteria del distrito, y la más recogida calle Malvaloca

Ayer terminó el Festival de Cine, pero aquí siguen poniendo Los Diez Mandamientos. Coincidencias de la vida, la película y el barrio del mismo nombre son coetáneos. La película que dirigió Cecil B. de Mille con Charlton Heston como Moisés y Yul Brinner en el papel de Ramsés se estrena en 1956. Dos años después, en 1958, se inician las obras del barrio de Los Diez Mandamientos. Un proyecto de los arquitectos Luis Recasens, Luis Gómez Estern y Alfonso Toro Buiza que también habría merecido un Oscar a los efectos especiales por el papel que desempeña la caja de escalera en una interesantísima solución arquitectónica. Para un profano, lo que sorprende es que en el lado que da a la Avenida de la Paz no existen puertas, una especie de protección aristocrática, casi feudal, para viviendas populares. Y que se aprecia un juego de alturas y proporciones, de espejos y espejismos, que apunta a una estética del dúplex sin cursilerías.

Los Diez Mandamientos tiene parada de Tussam en la esquina de la Avenida de la Paz con Nuestra Señora de las Mercedes, la calle prolongación de Felipe II que por unos meses fue Pilar Bardem y por muchos años General Merry. En el 30 van dos viajeros, cinco mandamientos para cada uno. Atrás quedan las avenidas Ramón Carande y Bueno Monreal, que tuvieron más de un encuentro y desencuentro.

El barrio se empezó a hacer dos años después de acabar la película de ese nombre

El nombre no puede ser más apropiado. Son diez torres de diez plantas cada una. 32 viviendas por bloque, salen un total de 320 viviendas. En cada bloque van llamando cuatro mujeres que se saben de memoria los diez mandamientos, desde Amarás a Dios sobre todas las cosas, el primero, a No codiciarás los bienes ajenos, el décimo. July, Ana, Julia y Mercedes son testigos de Jehová y han elegido este barrio para hacer proselitismo. "El mandamiento más importante en estos tiempos es No matarás".

Antonio trabajó de fundidor en Salteras. Tiene a la mujer ingresada y va a Alcampo a comprar un par de cosas. La cercanía de este centro comercial habla por sí solo de la visión de futuro de quienes eligieron esta zona que en los primeros años sesenta, cuando se terminó, formaba parte del extrarradio de la ciudad y hoy es una zona "bastante consolidada desde el punto de vista urbanístico", dice un documento.

En la Avenida de la Paz hay una comisaría de la Policía Local y empieza en dirección al Polígono Sur en la Glorieta Víctimas del Terrorismo. Es el tendido sombra del barrio, diez grados menos que en la soleada calle Malvaloca, que es por donde se accede a las viviendas. Los arquitectos eligieron una fachada más abierta hacia el sur, más cerrada hacia el norte. Cambio climático.

Diez bloques, del uno al diez, que un lumbreras político cambió del 1 al 19, todos impares. "Además de volver locos a los carteros, no se lo comunicó a Hacienda y el cambio nos ha costado un dinero", dice José Friera, que vive en el barrio desde que se inauguró y la semana próxima cumple 89 años. Nació en la calle Faustino Álvarez, paralela a Feria, allí vivió la guerra civil con siete años. Se casó con Amparo Barea, sevillana de la calle Dueñas. "Mi primera hija nace allí y la duquesa de Alba le regaló a mi mujer un traje de flamenca". Antonio trabajó de electricista, tiene dos hijas y dos nietas.

Los Diez Mandamientos es un compendio de Escoriales quinterianos. La sombra de Felipe II es alargada. Aunque la calle cambió de nombre, el rey a quien Hugh Thomas llamó el Señor del mundo en su biografía da nombre al parque que une Los Diez Mandamientos con el Tiro de Línea, a un taller mecánico próximo a la iglesia San Juan de Ávila y a un centro social donde en una parte los vecinos juegan al dominó y en la otra desayunan cinco profesores del colegio diocesano Nuestra Señora de las Mercedes, ubicado en la antigua iglesia donde fue párroco Carlos Rodríguez Baena, un sacerdote ya fallecido inmortalizado en una glorieta. En el centro social Felipe II hay una porra con los resultados de los partidos Sevilla-Celta y Eibar-Betis.

María Dolores va con su marido, Antonio, y su amigo Francisco a desayunar en el bar El Capillita María Dolores va con su marido, Antonio, y su amigo Francisco a desayunar en el bar El Capillita

María Dolores va con su marido, Antonio, y su amigo Francisco a desayunar en el bar El Capillita

Más pegado a los bloques del barrio hay otro colegio, el Fernán Caballero, el alias literario de la escritora Cecilia Böhl de Faber cuyos restos reposan en el Panteón de Sevillanos Ilustres junto a la Iglesia de la Anunciación. En este colegio, intersección urbanística entre Los Diez Mandamientos y el Tiro de Línea, las voces del recreo infantil se mezclan con la música de una hormigonera de unas obras de ampliación. No son las únicas. Emasesa ejecutará durante cuatro meses trabajos en las redes de abastecimiento y saneamiento de las calles Malvaloca y Amores y Amoríos. ¿Cuál será la diferencia?, se preguntará el joven repartidor cuando da por teléfono sus directrices. "Estoy en Amores y Amoríos". Ese nombre, como Malvaloca, Ventolera, Cancionera, Plaza de los Duendes, es un homenaje del callejero local a los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.

No tiene tiendas ni comercios; entre un centro comercial y una plaza de abastos

Los cambios de nombre, de número a veces rayan en el absurdo. El único bloque que no cambia es el primero. Pese a eso, junto al número 1 vigente aparece un cartelito que indica Antiguo número 1. Dos unos diferentes, una sutileza digna de un Nobel de Física Cuántica. No siempre uno es igual a uno. Todos los problemas vienen de la unidad.

Uno de los arquitectos que diseñaron el barrio de Los Diez Mandamientos, Luis Recasens Méndez y Queipo de Llano, fue el autor del plano definitivo de 1949 del barrio de Los Remedios. Dos modelos sociológicos de ciudad con la misma mano arquitectónica. Paradojas de estudio. Un viaje de autor, de uno de esos barrios al otro, es el que hizo Antonio Muñoz cuando se casó con María Dolores. Ella nació en Melilla, "soy medio mora, nieta de militar". Antonio no sabe qué alcalde cambió la numeración de las diez torres, y los conoce bien. El 25 de octubre de 1982, tres días antes de que Felipe González ganara las elecciones generales, entró a trabajar en el Ayuntamiento de Sevilla. Eran los últimos meses en la Alcaldía de Luis Uruñuela. Lleva a su mujer, en silla de ruedas, a la zona de avituallamiento. "Soy diabética, estoy con insulina, y vamos a desayunar a un bar estupendo que se llama El Capillita". Les acompaña Francisco Pérez, vecino de Los Diez Mandamientos desde 1964, el año del gol de Marcelino y la coronación de la Macarena. Este vecino se ha dedicado toda su vida a la hostelería, y repasa la nómina de salas de fiestas -el Salsa, Tercer Tiempo...- y las personas a las que conoció. "Sara Montiel, Rocío Jurado, Marifé... tengo fotos con todas. No conocí a ninguna artista como SaraMontiel".

Los Diez Mandamientos forma una curiosa síntesis entre un rey, Felipe II, y un presidente de la República, Diego Martínez Barrio. En dirección de la calle que honra a este último se ve el hotel NH Collection. La terna de arquitectos dieron en la diana: en torno a sus espejos y espejismos, a su caja de escalera, se fue creando un conglomerado de ciudad, amparada por el planeamiento del 29, un nuevo centro de la ciudad que asumió a los extremos, usando un símil político.

Junto a la parada del 30, una de las líneas que ha pasado por las conversaciones con la Comisionada del Polígono Sur para velar por la seguridad de los conductores y la tranquilidad de los usuarios, hay también una parada de autobuses interurbanos con destinos Utrera, Alcalá de Guadaíra y Montequinto.

El 30 para en el barrio, en la calle que antes se llamó General Merry y Pilar Bardem

El cuarteto de Testigos de Jehová buscan nuevos barrios. Un hombre recoge los desperdicios de la calle Malvaloca, la contraportada de la avenida de la Paz, unidas por un discreto callejón. El frío es casi siberiano. Los diez bloques no responden al más de lo mismo de la arquitectura de adosados. Hay una silueta de planimetría, un vuelo de metros como si empaquetara o cuidara los bloques de un agente externo. Viviendas humildes de una arquitectura de autor, una exquisitez casi dadaísta, una revolución cotidiana que cumple dos de los mandamientos fundamentales de la arquitectura, el buen gusto y la comodidad. "Cuando llegamos, la calle estaba levantada y no había ni ascensor. La mudanza la tuvimos que hacer por las escaleras", dice Antonio Muñoz. El coleccionista de fotografías artísticas recuerda el tiempo en el que "no teníamos ni agua". Ahora Emasesa especifica las características de la obra, su duración, el presupuesto y la autoría, en este caso la empresa Ullastres.

Los Diez Mandamientos no tiene comercios ni bares ni garajes. El consumo llama a la puerta por un lado con Alcampo; por el otro, con la plaza de abastos del Tiro de Línea. Dos modelos complementarios aunque uno sea multinacional y otro vernáculo. En ambos casos, a un tiro de piedra sin necesidad de tener que recurrir al transporte público ni privado. No hay locales, pero sí cuenta con dos colegios. Otra apuesta de futuro de este barrio de los años sesenta cuyas obras empezaron cuando concluyó el rodaje de Moisés y Ramsés en escenarios de Tierra Santa.

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