flamenco

Intimidad y épica 'cool'

  • El nuevo disco de la Tremendita representa la madurez del cante jondo actual en todo su esplendor

Rosario la Tremendita actuó el año pasado en el ciclo 'Jueves Flamencos' de Sevilla.

Rosario la Tremendita actuó el año pasado en el ciclo 'Jueves Flamencos' de Sevilla. / remedios málvarez / fundación cajasol

La penúltima revolución del cante flamenco está siendo una revolución instrumental. El cante no es ajeno a la proliferación de pianos, bajos, flautas, saxos, contrabajos, etcétera, que se está dando en los últimos 30 años en el flamenco. Esta revolución ha aquejado a lo jondo en más de una ocasión desde los inicios de este arte: el señor Reina cantaba guajiras a piano en 1895 y Adela López hacía lo propio con soleares y mineras en 1914, en este caso con una orquesta en pleno. Con orquesta cantó mineras La Argentinita en 1928 y todo el repertorio jondo Angelillo en los años 30, época en la que Marchena se hacía acompañar del saxofonista Fernando Vílchez. Paco de Lucía ya se inició en el flamenco-jazz en los 60, en tanto que Sabicas inventó el flamenco eléctrico al final de esa década, un invento que tendría continuidad con Smash, Lole y Manuel, Camarón, Pata Negra, Morente y un largo etcétera.

La nueva propuesta de la Tremendita posee vínculos con el flamenco-jazz y, aunque se hace acompañar por una formación de cámara, un sexteto, los arreglos de viento nos remiten a algunas entregas como líder del propio Martín Caminero, arreglista de Delirium temens, o al Flamenco Big Band de Perico Sambeat: en Delirium tremens la trompeta y el trombón están doblados. La propuesta surge con independencia de las de Rocío Márquez o Rosalía de hace unos meses, pero se alinea en la misma revolución del cante jondo, femenino, desde lo instrumental, en la que hemos de situar también, aunque desde otros presupuestos, a Raúl Rodríguez y su Semilla eléctrica.

A esta revolución no es del todo ajena lo que algunos llamaron en los 70 gipsy soul, por un complejo de inferioridad respecto a la música anglosajona y tratando de aportar una etiqueta aseada para lo jondo, como si éste la necesitara, como podemos ver en los vientos y en los brillantes estribillos de la rumba en los que brilla la voz rota del Tremendo hijo. Me refiero, claro está, a la rumba urbana madrileña. Pero no sólo de rumba se nutre esta revolución, también hay estilos clásicos como la serrana, de brillantes modulaciones, deliciosamente arreglada para por Martín Caminero.

El flamenco, con todos los medios instrumentales y de producción a su disposición, sigue creciendo como lo hizo en las primeras décadas del siglo pasado. Rumba y serrana se agrupan bajo la común denominación de Caótica en donde el erotismo sobresale sobre el caos y el dolor. O quizá se trata de una propuesta BDSM. La levantica es una delicia de piano íntimo con una melodía personal. Portentoso el ritmo en el piano de los abandolaos: me recuerda al portugués Jorge Palma en . El contrapunto melódico lo pone el bajo de Martín Caminero. Los estribillos son luminosos y el concepto genial: un estilo frenético se ha convertido en un prodigio de intimidad y épica cool. Los textos combinan la desnuda escritura automática de la propia cantaora, más o menos abrupta y por ello críptica, con lo tradicional.

La voz es un instrumento del corazón. El romance es una nueva pieza de ritmo hipnótico y gran estribillo. La soleá, un soneto de Fernández Bañuls con otra melodía nueva, está dicha con los dientes apretados, con más rabia que resignación, más ira que melancolía. En la mariana encontramos un nuevo estribillo arrebatador. La zambra se articula sobre un riff de pegada rockera, con La Tremendita a la guitarra eléctrica. Los tanguillos son una canción de los juegos de fila infantiles de letra jocosa en la que destaca, una vez más, la calidad rítmica de los estribillos. La bulería es una aliteración de fino erotismo. Las sevillanas, con la voz de Estrella Morente, son el único número en el que hace acto de presencia la guitarra flamenca en Delirium tremens, en este caso la de Josemi Carmona.

Se trata de un álbum conceptual, una suerte de suite en cuatro movimientos y una coda sobre un concepto literario y musical único, desde el caos del inicio hacia la serenidad final, después de una visita por el cielo y el infierno. Hay voluntad de renovación los estilos tradicionales, llevada a cabo por músicos en la plenitud de su arte. Estamos hablando de una obra mayor del flamenco contemporáneo que llega a su madurez por un impulso vital, un proceso biológico. La Tremendita presentará Delirium tremens el próximo día 20 en el Teatro Central.

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