Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

El principal reto al que se enfrenta España como nación hoy, es al de su propia supervivencia. No es que se vaya a romper por Cataluña, porque esa empresa no tiene visos de victoria. Lo importante es preguntarnos que hemos hecho como país para equivocarnos de esta manera, y que estamos dispuestos a hacer para rectificar. Creímos que con las autonomías y reconociendo las nacionalidades del art.2 de la Constitución, todo se arreglaría. Ilusos. El error estuvo en darle alas al nacionalismo, regalarles el gobierno, desmontar en esos territorios una alternativa nacional y lo peor de todo, darles los instrumentos de regulación de la educación y los resortes de la política cultural. A 40 años vista, el número de independentistas sumidos en la ignorancia histórica y cultural, reclaman para sí una nación, que nunca ha sido, pero que se ha construido con eficacia en su imaginario. Y todo, en manos de políticos, de los que muy pocos sabrían decir que es una nación-el último ejemplo el de Pedro Sánchez en el debate de primarias-: "a ver Pedro, ¿tú sabes que es una nación?", le preguntó Patxi. La respuesta de Pedro para enmarcarla. Lo peor de todo no es lo que hemos consentido; es lo que está por llegar sino le ponemos remedio con algo más que declaraciones de defensa de la Carta Magna. La mecha ha prendido, y se ha extendido por Valencia, Baleares, Navarra, además del clásico caso vasco. Por complejo, donde gobernaban PP o PSOE, también nos hemos pasado de rosca. En tierras gallegas tuvo que organizarse Galicia Bilingüe para defender un nefasto sistema educativo; en Andalucía, consentimos que en el preámbulo del Estatuto se inoculara el virus del carácter nacional andaluz, sin efecto por fortuna. Nosotros, mientras, a base de mucho dinero y concesiones, intentando contentar a quien no se va a contentar. Así nos va.

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