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"Cuando hacía fotos de fútbol, me ponía a oír música de Boccherini"

  • Tomás Díaz Japón. Sus colegas los fotógrafos son los grandes protagonistas, cazadores cazados, en la exposición de un observador tranquilo que desmitifica la épica de los eventos

Tomás Díaz Japón, junto a cuatro de sus fotografías en la nueva sede de la Asociación de la Prensa en el edificio Cristina.

Tomás Díaz Japón, junto a cuatro de sus fotografías en la nueva sede de la Asociación de la Prensa en el edificio Cristina. / juan carlos muñoz

La Asociación de la Prensa estrenó nueva sede con una exposición de fotos de Tomás Díaz Japón (Sevilla, 1959). Un reportero que fue con Triana al Rocío y volvió con Coria a la Alameda.

-¿El fotógrafo detiene la imagen o la pone en movimiento?

-En México pusieron en marcha la operación Cajita de Zapatos porque la gente que se iba a morir quemaba las fotos. Los revolucionarios que se iban a la guerra antes pasaban por el fotógrafo.

-¿La fotografía resucita?

-Visité varias veces el archivo de Yáñez Polo en Perú, 14 y tenía la colección más impresionante de fotos de muertos que he visto.

-¿Quién 'mató' los archivos de fotos de los periódicos?

-Acabaron en Lipasam.

"Lo de la Alameda como último bulevar romántico es una mentira como lo de las tres culturas"

-El único alcalde que sale de alcalde -Zoido sale de juez- es Rojas-Marcos. Una vez los defendió en la Feria...

-Fue un conflicto con los bomberos. Javier Díaz era el más corpulento de nosotros y siempre iban a por él. Rojas-Marcos dijo: "A los fotógrafos no se les toca".

-¿Cómo surge su vocación?

-Mi padre era aficionado a la fotografía. Me extrañó que en Sevilla sólo había fotógrafos en la prensa del Movimiento, ya mayores. Fui a Madrid a hacer Periodismo Gráfico, soborné a un bedel para ver el laboratorio de la Facultad. Empecé de plumilla, pero escribir me aburría.

-En la foto del Alcázar se ve a Paco Sánchez junto a Luis Yáñez. Ustedes eran los únicos que de verdad se enteraban...

-Sí. Formamos parte del mobiliario. Nunca entendí cómo Protocolo no nos asignó un sitio.

-Tenían bula para el desaliño...

-Una vez en Marbella al barón Thyssen le pegué un bolsazo. Me di cuenta porque oí a un hombre gritando en alemán.

-¿Qué significó Gil y Gil?

-La corte de los milagros.

-¿Y Juan Guerra?

-El primer personaje a perseguir.

-¿Son ustedes gregarios?

-Un fotógrafo siempre necesita de otro fotógrafo.

-¿La foto soñada?

-La que no has revelado.

-¿Su 'Blow-Up' particular?

-Lo maravilloso de la fotografía es que se crea por sí misma.

-¿Sevilla es abierta, luminosa?

-Ni una cosa ni la otra. La primera vez que vi bailar a los seises no se cruzaban, bailaban mal. En esta ciudad el mito y la realidad muchas veces no coinciden.

-¿Marcó un gol con la cámara?

-El fútbol no me gustó nunca. Cuando hacía fotos de fútbol me ponía a escuchar a Boccherini.

-¿Son esclavos de los eventos?

-Todas estas fotos son momentos históricos que duran eso, nada. La primera vez que fui al cementerio abrieron doscientos nichos que llevaban cincuenta años cerrados. Sólo una persona se interesó por aquellos restos. Allí descubrí que la eternidad duraba cincuenta años.

-En una viñeta de Forges, Atín Aya le metía un gol a Bonello en el España-Malta...

-Mi foto del último penalti del Barcelona-Steaua de Bucarest fue portada del Abc. Pero lo que más recuerdo son las pintadas que dejaron en la Catedral. La estrella y cuatro rayas. Ahora lo entiendo: eran esteladas.

-Fotógrafo y plumilla. ¿pareja de hecho o de desecho?

-A unos los disfruté, a otros los padecí. Pero al final miro las caras, tan jóvenes, y veo que me he pasado con ellos media vida.

-¿Lo recuerda con nostalgia?

-Yo digo lo que una vez le dijo El Pali a Manolo Ramírez. Le hicimos la foto sentado entre las columnas de la Alameda. Recordaba la vida en los corrales de vecinos, un retrete para cincuenta personas. Muy bonito para contarlo, muy malito para vivirlo.

-En una foto hay un sprint de Casinello rodeado de fotógrafos con la antorcha olímpica. ¿Vivió la Expo 92?

-Llegué con la Vespa y nadie sabía dónde estaba la Cartuja.

-¿Por qué se fue al campo?

-Tenía necesidad de distanciarme de tanta grandeza. Una casa con un techo y un pozo ciego entre Coria y Almensilla con el vecino más cercano a tres kilómetros.

-Del campo a la Alameda...

-En 1996 en la puerta de mi casa había media docena de yonquis mañana, tarde y noche. Oí a un progre decir que la Alameda era el último bulevar romántico donde habían convivido prostitutas, yonquis y personas normales. Eso es mentira, como lo de las tres culturas. Estaban juntas porque no había más sitio.

-¿Su Japón es de los samuráis?

-Es de los marineros. La expedición fue un desastre. No se entrevistaron con el rey, al volver a Japón los mataron a todos.

-El Japón materno. ¿Y el Díaz?

-Mi padre vino de Mérida y montó una fábrica de lonas; los catalanes en connivencia con el Gobierno franquista del Opus se cargaron la industria textil andaluza. Intelhorce, Hytasa y empresas pequeñas y medianas.

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