La Línea

La noche de San Juan

  • TOMO VIIIEl octavo volumen de la Enciclopedia de La Línea recoge la historia de las fiestas de la ciudad y sus tradiciones. Uno de sus capítulos está dedicado a la noche de San Juan

Una hoguera arde un 23 de junio por la noche junto a la iglesia del Carmen.

Una hoguera arde un 23 de junio por la noche junto a la iglesia del Carmen.

Parece ser que esta festividad tiene como antecedente otra muy parecida: La Quema de los Judas, a su vez emparentada, tal vez, con las célebres Fallas de San José y las Hogueras de San Juan, de arraigada tradición en Valencia y Alicante, pero sin cometer ni remotamente, lo que sería gravísimo error, el comparar, también se celebraba en el primer tercio del siglo XX, en nuestra ciudad cada año, concretamente, el Sábado de Gloria, nuestras modestísimas Fallas u Hogueras: La Quema de los Judas. Se efectuaba en la mañana del sábado, en medio de la algarabía infantil y entre ingenuas canciones alusivas a aquel auto de fe. En medio de las calles, se organizaban las hogueras, quemando todos los objetos que, siendo fácil presa de las llamas, se estimaban ya inservibles en los hogares.

En muchos casos, utilizando trajes viejos, se hacían grandes muñecos de trapo, simbolizando a Judas, que eran colocados en lo alto de las piras, para dar mayor plasticidad al acto vindicativo. Tronaban los cohetes, las canciones burlescas y la chiquillería gozaba jubilosa del espectáculo, mientras las llamas, elevándose hacia el límpido azul del firmamento, consumaban, un año más, la simbólica incineración del odiado traidor, del despreciable chivato. Con los años y nuestro progreso urbano, la costumbre fue esfumándose y la tradición quedó definitivamente almacenada en el baúl de los recuerdos, pero no del todo, ya que esta festividad dio paso al cabo de los años a otra muy similar: La noche de San Juan, pero sin Judas.

La Noche de San Juan es una festividad de origen muy antiguo, que suele ir ligada a encender hogueras o fuegos, unidas con las celebraciones en la que se festejaba la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte, cuyo rito principal consiste en encender una hoguera. La finalidad de este rito era dar más fuerza al sol, que a partir de esos días, iba haciéndose más débil -los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno-. Simbólicamente, el fuego también tiene una función purificadora en las personas que lo contemplaban. Se celebra en muchos puntos de Europa, aunque está especialmente arraigada en España, Portugal (Fogueiras de São João), Noruega (Jonsok), Dinamarca (Sankthans), Suecia (Midsommar), Finlandia (Juhannus), Estonia (Jaanipäev) y Reino Unido (Midsummer). En Sudamérica, Brasil tiene Festas Juninas, en Paraguay, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela la noche de San Juan.

La Quema de Judas

La noche de San Juan está, así mismo, relacionada con antiquísimas tradiciones y leyendas españolas como la Leyenda de la Encantada. Esta fecha era celebrada, y todavía hoy se realiza, por nuestro pueblo, organizando la noche de la víspera de San Juan (23 de junio) las tradicionales 'canellas', otra excursión a la playa de Poniente, igual a la que se celebraba en la noche de Año Nuevo y por último, aquel simpático sorteo que, manipulado exclusivamente por grupos femeninos, servía para la formación, simbólica, de parejas de compadres, parentesco espiritual que tendría vigencia en los trescientos sesenta y cinco días siguientes. Para ello, se reunían grupos de amigas que seleccionaban nombres de muchachos conocidos, que contaban con la simpatía de las reunidas. Y se efectuaba el sorteo, extrayendo, con cierto ceremonial, no exento del mejor humor, las papeletas previamente preparadas con los nombres de las aspirantes a comadres y de los escogidos como futuros compadres. Naturalmente, la ceremonia se hacía con la misma seriedad que la Lotería Nacional, aunque sin bombos. En un lado, las papeletas con los nombres de ellas; en otro, el de sus potenciales víctimas. Nunca faltaba la mano inocente, que daba el tono de legalidad a la ceremonia.

Aquella mano inocente, representante del azar, iba formando las parejas, entre el alborozo de la concurrencia. Hasta aquí todo era perfectamente correcto. Las maniobras fraudulentas venían después. Y las parejas terminaban formadas de acuerdo con las personales simpatías de las comadres. La solemnización del compadrazgo se efectuaría en los siguientes días. Las jovencitas buscaban la oportunidad de encontrarse con su "compadre", entregándole las papeletas en las que aparecían sus nombres, algunas veces recortadas en forma de corazón, hábilmente entrelazados. Un perfume, unas flores, unos bombones u otro cualquier objeto delicado, refrendaría por parte del joven, la aceptación del compadrazgo. Así quedaba formalizado el espiritual parentesco y los interesados empezaban a tratarse como "compadre" y "comadre", lo que harían hasta la siguiente festividad de San Juan. No pocas parejas de compadres terminarían en noviazgo y con posterioridad, en boda.

En la actualidad, en La Línea, como en tantas ciudades del litoral, el solsticio de verano se celebra con fuego, baño de medianoche y tradicionales supersticiones y sortilegios. Los solsticios son aquellos momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal, es decir, una máxima declinación norte y máxima declinación sur, con respecto al ecuador. Hay solsticio de verano (a finales de junio) y solsticio de invierno (a finales de diciembre). Este es el dato científico concreto, refiriéndonos a nuestro hemisferio. En toda Europa, ante la llegada del solsticio de verano y desde tiempos prerromanos, siempre se celebró con diversos rituales y encendiendo hogueras. Lugares como Stonehenge -al suroeste de Inglaterra- son ejemplo de cómo se reúnen las gentes desde muy antiguo para conmemorar y saludar los primeros rayos de sol del día más largo del año. En España, como en otros muchos países europeos, se hace coincidir la celebración con la noche de San Juan, aunque estas celebraciones son muy anteriores al calendario cristiano. El fuego es protagonista.

En La Línea

En la práctica totalidad de las ciudades y pueblos costeros de España, el saludo al día más largo se celebra encendiendo hogueras en la misma orilla del mar, muy cerca del batir de las olas. En unos sitios, especialmente en el Levante valenciano, ninots de fantástica altura y de exquisita factura artística arderán en la medianoche del 23 al 24, coincidiendo con San Juan. En otros lugares, como en nuestra ciudad, las hogueras, candelas o candelarias, son de corte mucho más modesto.

Las orillas del Levante y del Poniente se llenan de multitud de piras levantadas normalmente por grupos de jóvenes, comunidades de vecinos, barriadas, empresas o entidades varias, que quieren aportar así su colaboración con la Noche de San Juan. Antiguamente también se hacían en algunas calles y plazas de la ciudad, con muñecos, que recordaba la ancestral Quema de los Judas.

Desde hace varias semanas, se apilan palés, restos de muebles, maderamen ya inservible, restos de casi todo lo que ya no vale para otra cosa y graciosos monigotes, normalmente de trapo y rellenos, a los que prender fuego en la Noche de San Juan. A su alrededor se monta toda una verbena.

Las tradiciones

Paso a reprocudir un artículo de Paco Villalta (con algunos añadidos) aparecido en La Línea Digital el 23 de junio de 2011.

Además de la celebración del solsticio en sí y de conmemorar la noche de San Juan, los linenses tenemos algunas supersticiones y ceremoniales que cumplir en este día mágico que comienza a las doce de la medianoche del 23 al 24 de junio. Lo primero: el cántico y el atemorizar a los más pequeños con aquello de la Taragundía, la hija del rey Julián, la que nos dice que el que la oiga cantar "no durará más que un día; que es el día de San Juan".

Después: recoger el agua de mar y "echarla por los rincones" de la casa; como para atraer la buena ventura y acumular suerte y fortuna hasta que el próximo año volvamos a un nuevo comienzo del verano. Además: tras el consabido baile alrededor de las llamas de los "sanjuanes" -reminiscencias de tiempos de brujas del Medievo-, el baño nocturno en las aguas de la mar tan nuestra.

Para finalizar la mágica noche: degustar la rica gastronomía de la tierra -sin que falten las sardinas al espeto-, el baile y la verbena. Una noche mágica, la de San Juan en La Línea de la Concepción, como en tantas y tantas ciudades y pueblos costeros andaluces.

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