La Línea

Estanqueros: diversificarse o cerrar

  • Las cachimbas o el suministro a las máquinas de gasolineras y bares, salidas para capear las bajas ventas por el contrabando

  • La ciudad llegó a tener 12 estancos abiertos al público de los que hoy sólo quedan tres

Abrir cada mañana las puertas de un estanco en La Línea de la Concepción supone bastante más esfuerzo que situarse tras el mostrador para despachar a la clientela. Los estanqueros linenses se ven obligados a hacer números continuamente para llegar a fin de mes y a buscar fórmulas y productos alternativos a la venta de cigarrillos para subsistir.

La cercanía de Gibraltar facilita la compra directa del tabaco a un precio sensiblemente menor al de España (legalmente, cuatro cajetillas por persona y mes para los empadronados en el municipio y las zonas aledañas) y además abastece sin freno al canal ilegal de ventas que se nutre del contrabando.

Sólo este año Gibraltar prevé importar unos 120 millones de cajetillas de tabaco mientras que el pasado ejercicio de 2016 concluyó con 70 millones, según los datos que maneja la delegación provincial de la Agencia Tributaria en Cádiz. Unas cifras que la administración considera totalmente ilógicas para abastecer a la población del Peñón (apenas 30.000 personas) y a los turistas.

Este desequilibro entre la oferta y la demanda interna ahoga claramente las opciones de negocio para la red de ventas al otro lado de la Verja: La Línea llegó a contar con 12 estancos de los que hoy sólo quedan abiertos tres establecimientos, según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos dependiente del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas.

La tríada de despachos de venta de la ciudad evidencian que no hay negocio si se comparan con el número de puestos abiertos en poblaciones con un número de habitantes similar al de La Línea (63.278, según el último padrón municipal). El Prat del Llobregat, en la provincia de Barcelona, posee once estancos mientras que en Zamora hay abiertos 17. La ciudad catalana aún podría tener cierto efecto a la baja por su cercanía con la capital y también con Andorra, otro de los puntos donde el precio del tabaco es inferior al nacional.

Sin salir de la comarca, Los Barrios y Tarifa, con poblaciones muy inferiores a la de la ciudad, también poseen tres estancos y en el caso de la ciudad tarifeña, además, una importante población flotante durante el verano.

Los estanqueros se muestran reacios a hablar sobre el efecto del contrabando en sus negocios e incluso a que se tomen fotografías de las tiendas, pero sí reconocen que se tienen que buscar la vida para mantenerse. Cada cajetilla deja, aproximadamente, el 8,5% de su precio de venta al público como ganancia para el empresario, sometido además a un estricto régimen de compras.

"Trabajo, trabajo y trabajo", resumen en el punto de venta de la Avenida Menéndez Pelayo, donde gran parte de las vitrinas están ocupadas por latas de tabaco para cachimba y carbón vegetal, muy popular entre los jóvenes. En este punto de venta sostienen haberse especializado en las grandes marcas de este producto alternativo a los cigarrillos dado que sólo los estancos pueden vender las variedades que, además de sabores frutales o exóticos, contienen nicotina. Varios catálogos están a la vista en el mostrador y aceptan pedidos que surten en poco tiempo.

Este estanco alcanza la tercera generación, si bien reconocen que hay que echar muchas horas para ver color. "Si abriera un cuarto estanco en la ciudad, no tendríamos ni para pagar la luz. Pero ninguno de los cuatro. El negocio está completo", explican tras apuntar que han tenido que "reinventarse".

Otra opción por la que ha optado este establecimiento se basa en suministrar cajetillas para las máquinas de gasolineras y bares. Pero sólo pueden suministrarse a establecimientos del mismo término municipal y con un contrato supervisado por el Comisionado para convertirse en el proveedor de este canal de venta.

El estanco del centro se encuentra situado en el interior de una conocida cafetería linense que abrió sus puertas en los años 60, siguiendo el modelo de las drugstore norteamericanas. Un par de clientes de edad avanzada salen del comercio con sendas cajetillas de tabaco. "El sabor del americano no es lo mismo", explican. El tabaco del otro lado de la Verja suele ser más "seco" y con un sabor más pronunciado que no gusta a todos. Los suministros del contrabando tampoco permiten elegir entre marcas minoritarias, bajas en nicotina o de tabaco negro. Basta con fijarse en las marcas de las aprehensiones de las fuerzas de seguridad para comprobar que las cajetillas de color rojo predominan sobre el resto.

Razones similares explican desde el punto de venta situado cerca de la Plaza de Toros, donde apenas entran clientes pero hay, como en los otros dos despachos, otros productos a la venta. Las latas para las pipas de agua copan buena parte de los estantes aunque declinan hacer comentarios.

El tabaco de liar y los complementos, como las máquinas para entubar la picadura, también tienen salida aunque mucho menor margen de beneficio. Toca, por tanto, hacer muchos números para mantenerse a flote.

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