En los últimos años, la Semana Santa está sufriendo una serie de cambios para acomodarse a las nuevas circunstancias, tanto de las propias cofradías, como de la sociedad. El Consejo de Hermandades y el Ayuntamiento caminan de la mano hacia la adopción de un nuevo modelo de Semana Mayor, especialmente tras los sucesos de la pasada Madrugada y sus antecedentes.

Sobre la mesa está una posible reforma de la carrera oficial, para dotarla de mayor seguridad y acomodar su trazado a las actuales dimensiones de los cortejos, cada vez más extensos en número, sin que puedan crecer del mismo modo los minutos que cada corporación tiene para discurrir.

Los expertos consultados por este periódico, todos ellos amplios conocedores del universo cofradiero, y con muchos años de dedicación a las hermandades, no ven mayoritariamente necesaria o prioritaria una reforma del recorrido actual.

El único que se muestra abiertamente a favor es Antonio Silva, ex director de Fiestas Mayores, que así lo aconseja por seguridad y por las dimensiones actuales de los cortejos.

Sobre la posibilidad de que las hermandades de víspera puedan ir a la Catedral el Sábado de Pasión, hay opiniones diversas, aunque alaban el trabajo y la labor que desempeñan en sus barrios, sin tener que desplazarse al centro.

Piden esperar a ver cómo resulta la reforma del Martes Santo para ver si es exportable a otras jornadas, aunque se valora la propuesta valiente, censurando Joaquín Moeckel, por ejemplo, que tras ir a la Catedral se continúe hacia la Campana.

Complicada es la decisión de poner alguna limitación a los cortejos, pidiendo una antigüedad, por ejemplo, de tres años para salir.

Por último, las dos personas que han tenido responsabilidad en la Administración, Felisa Panadero como subdelegada del Gobierno y Antonio Silva como director de Fiestas Mayores, valoran las medidas de seguridad planteadas. De la Peña, Moeckel y León Castro plantean más dudas y alertan de la falta de civismo y educación del público.