En la sociedad de la información se oye y se lee más que nunca, pero se escucha y se atiende menos. Coger el móvil y echar un vistazo a los mensajes pendientes de whatsapp o a Twitter rivaliza con ir al baño como primer acto matutino, depende de cómo de llena esté la vejiga. Puede incluso simultanearse, con riesgo de caída del artefacto. La generalización es una exageración, entiéndase. Habrá aún un sector importante de la sociedad que tenga su rutina intacta desde que se hizo adulto.

Lo pensaba días atrás, la sobredosis de información, no pocas veces intoxicación, dibuja un nuevo panorama que obliga a afinar a la hora de elegir quién es el informador. He ahí, la credibilidad, el anclaje futuro de los medios. En una época de revisionismo constante, no malo si es bien hecho, hay más mecanismos para corregir informaciones erróneas. No existía antes de la era internet la interacción que permiten las redes sociales. Con la edad crece la incredulidad y se duda cada vez de más dogmas. Seguramente verdades que hoy se tienen como absolutas fueron diferentes en su contexto histórico a cómo llegan a estos días. Pero son difícilmente sustituibles en el imaginario colectivo.

Uno de los males de la sobredosis de información, que no es nociva per se, es la falta de paciencia. Informarse exige tiempo, continuidad y dedicación. Se leen al día cientos de titulares pero se produndiza poco o nada. Es tentador. Por supuesto, todo lo anterior es más exigible aún al periodista, que hoy en día tiene unas obligaciones mayores por la coyuntura digital, un pozo sin fondo de posibilidades... Y obligaciones. Hay otro factor y es que el lector se acostumbra a oír lo que quiere oír y si se le cuenta algo distinto a lo que quiere oír le chirría.

En fin, admitiendo las generalizaciones en medios, periodistas y lectores, es un tiempo distinto el que ha llegado. Y muchas gente se informa y da credibilidad a los virales de Facebook. Dentro de la sobredosis de información hay que seleccionar y acotar. Lo inabordable se ha ce pesado. Y lo que se hace pesado no triunfa.

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