Entre Poniente y Levante

La institución gorrilla

Toda esta experiencia exige tributar inmediatamente un sistema de acción contra las malas prácticas aparcatorias

Hace ya años cuando la, ahora vibrante, plaza de la Catedral era navegable y en las zonas céntricas se montaban unos pollos del siete, la única figura que salía airosa de cualquier lance era el "gorrilla". Personaje particular y de mala cara qué, como imbuido por ojo divino se afanaba en hacer una ordenación del tráfico en aquella zona que para sí quisieran los mejores ordenadores actuales. La cosa era qué, después de buscarte un sitio, normalmente imposible, ponía descaradamente la mano abierta para que le echases unas monedas qué, de aquella, ya se valoraba en los cinco duros. Pero, oh, el ser humano no es agradecido por lo que mirando a aquel hombre con cara de pocos amigos, acabábamos echándole una moneda, no por agradecimiento, sino por miedo a que la situación pudiese empeorar. Tranquilamente le decíamos: échamele un ojo, que vuelvo enseguida". El progreso hizo desaparecer a aquellos "gorrillas" como a muchas de aquellas antiguas ocupaciones que, al albur de los sesenta y setenta proliferaron en España. También ha traído grandes aparcamientos y centros comerciales con sinfín de plazas que nos dan una tranquilidad sempiterna al aparcar, sabiendo que, casi siempre, encontraremos un hueco. A cambio, hemos debido modificar las pautas de comportamiento y se ha complicado. Hay aparcamientos exprés con una duración máxima ínfima para cualquier gestión, aparcamientos disuasorios, máquinas incomprensibles o unos controladores estrictos que nos amenazan a golpe de sanción con los males del infierno si no has renovado tu ticket.

Pero, ¿este nuevo sistema ha regulado realmente el aparcamiento? ¿Ha mejorado el aparcamiento todo este nuevo sistema basado en el pago por aparcar y en la renovación de los tiempos por teléfono móvil? No lo sé. Lo cierto es que con regulación o sin ella, aparcar es toda una aventura. En los cascos históricos, porque la mayor parte es peatonal o zona azul, amén del precio de los aparcamientos. En los centros de las ciudades, sin comentarios…

Toda esta experiencia exige que se tribute inmediatamente un sistema de acción contra las malas prácticas aparcatorias o la solución será resucitar a los "gorrillas" para que desatasquen el follón. Tranquilos, todavía les hay por muchos lugares de la geografía regional, por no hablar del obligado en los escasos aparcamientos de las playas. Eso sí, luego a aflojar el bolsillo, pero eso, ya lo estamos haciendo.

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