la salida de la unión europea | el Gobierno británico niega que su equipo sea un caos

Theresa May toma el liderazgo de la negociación para intentar enderezarla

  • La primera ministra saca del Ministerio del Brexit al principal funcionario para que sólo tenga que responder ante ella

  • Además rechaza las presiones de los 'brexiteers' a través de Johnson

Oliver Robbins.

Oliver Robbins. / e.s.

Theresa May movió ayer ficha para reforzar su liderazgo en el inestable bando británico de la negociación del Brexit. Para empezar, la primera ministra hizo que Oliver Robbins, principal funcionario del ministerio para la salida, pase a responder sólo ante ella tras haber mantenido ciertas discrepancias con su hasta ahora jefe, el ministro David Davis. Además, May rechazó de pleno los esfuerzos de su secretario de exteriores, Boris Johnson, para empujarla hacia un Brexit duro, que han originado una enorme polémica en el Reino Unido.

May tomó el control total de las conversaciones del Brexit haciendo que Olly Robbins, el jefe del departamento dirigido por David Davis, se convierta en asesor directo del Gobierno, lo que deja a Davis apartado de la toma de decisiones. En el lugar de Robbins, la jefa del Gobierno ha nombrado a Philip Rycroft, actual subsecretario del ministerio para el Brexit, para maquillar el movimiento. En el Ministerio para la Salida ya se habían producido otros cambios de personal, cuando Davis Davis perdió a su consejero especial, y dos ministros -George Bridges y David Jones- desde la primavera.

La noticia se conoció antes de que May pronuncie esta semana un importante discurso en Florencia sobre la salida británica de la Unión Europea (UE). Este viaje es visto como un intento de desbloquear las conversaciones sobre la salida, después de que se retrasara del 18 al 25 de septiembre el comienzo de la cuarta ronda de las conversaciones entre Londres y Bruselas para establecer las condiciones del divorcio.

"Este gobierno está siendo dirigido desde el frente y todos tenemos el mismo destino en nuestra mira", dijo May en una conferencia de prensa con su homólogo canadiense, Justin Trudeau, en Ottawa.

Todo esto sucede además después de que en un artículo publicado el sábado en el diario The Daily Telegraph, el ministro de Exteriores, Boris Johnson, se mostrara a favor de un Brexit duro -fuera del mercado único- al no mencionar un periodo de transición después de la retirada británica e insistir en el dinero que el Reino Unido se ahorraría por estar fuera del bloque.

"Boris es Boris", dijo ayer May, que mantuvo al ministro en su cargo y éste, horas después, se rindió ante el liderazgo de la primera ministra. Sin embargo, el vespertino Evening Standard, cuyo director es el exministro de Economía George Osborne, afirma que políticos cercanos a Johnson han indicado que éste está dispuesto a dejar su cartera si May opta por un Brexit blando.

En este ambiente, la Confederación de la Industria Británica (CBI), que aglutina a 120 empresas europeas como Dragados -filial de ACS en Reino Unido-, BT, CBRE, Engie, Johnson & Johnson o Smurfit Kappa, han solicitado al negociador de la UE del Brexit, Michel Barnier, y al propio David Davis, la firma de un acuerdo de transitoriedad de tres años post-Brexit para asegurar el equilibrio económico, fundamentalmente en lo que respecta a empleo e inversión. A través de una carta abierta, la CBI insiste en la necesidad de avanzar en las negociaciones para la salida de Reino Unido de la UE, pero advierte del impacto que cualquier decisión puede tener sobre la inversión y el empleo. La CBI propone que, a través de un acuerdo, se aplique un periodo transitorio post-Brexit de al menos tres años para que las empresas se adapten y mantener así el equilibrio en la economía. "Las empresas, tanto en Reino Unido como en toda Europa son claras: poder tener un periodo de transición durante tres años tras el Brexit que evite acercarse al borde de un acantilado es crítico para nuestra prosperidad colectiva", señaló la organización empresarial.

La próxima ronda de contactos entre ambas partes se iniciará a partir del 25 de septiembre. No obstante, desde Bruselas ya han advertido de que solo se podrá pasar a hablar sobre la futura relación económica y comercial de Reino Unido cuando se aclaren los asuntos relacionados con la factura que deberá pagar Londres debido a los compromisos que mantenía con la UE o sobre el futuro de los ciudadanos europeos que viven en Reino Unido y viceversa.

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