Feria de Los Barrios

Los linenses descansan después de un día agitado y de ocio

  • Las casetas juveniles mantienen un gran ambiente hasta bien entrada la madrugada donde sonaban sevillanas, pasodobles, música latina y anglosajona

El Domingo Rociero es una de las fiestas más esperadas del año por jóvenes y mayores. Una Feria que no dejó de brillar en todo el día acompañado de un ambiente caluroso y de un gran alumbrado en el recinto. Hubo un ir y venir de personas que se turnaban y que mantenían viva la llama de la fiesta.

En las primeras horas de la noche el alcohol seguía corriendo y la comida tampoco se hacía esperar. Alrededor de las diez de la noche las casetas estaban respirando los alientos más intensos de la gran multitud que pronto aminoraría.

Las casetas juveniles un gran ambiente hasta altas horas de la madrugada donde sonaban toda clase de ritmos desde los más tradicionales en estas fechas como las sevillanas y los pasodobles, hasta los nuevos éxitos latinos y anglosajones. Muchas personas decidieron acercarse a las atracciones.

Las vías principales del recinto empezaban a cobrar más vida y frescura. La llegada de visitantes que portaban atuendos elegantes propios de la ocasión. Las muchachas vestidas de sevillanas con peinetas, flores y maquilladas sin perder ese aire de coquetería como se encuentran reflejadas en Las Tres Gracias de Nacho Falgueras.

Las parejas de novios paseaban por el recinto cogidos de la mano y portando alguna rosa y un par de peluches conseguidos en alguna máquina o tómbola.

Este evento tiene gran popularidad en toda la comarca desde hace décadas. Gente venida de los pueblos de alrededores como Algeciras, San Roque y Gibraltar. Turistas y familiares de los linenses se unen para disfrutar del festejo. A pesar de la intensa jornada se percibía alegría en los semblantes de los linenses en las calles. Las tómbolas recogían a grupos de transeúntes atraídos por los atractivos premios anunciados por los feriantes. Familias paseando con los más pequeños tomando helados y pidiendo algún que otro capricho en un recinto donde el color, la luz y la música son los protagonistas.

Hubo quienes agotaron sus últimas energías bailando en las casetas hasta bien entrada la madrugada. Las churrerías acogieron a la gente en busca de un buen chocolate caliente con churros para aliviar la fatiga acumulada durante toda la jornada. Sobre las 2:30 de la noche muchos de los visitantes abandonaron el recinto ferial. El cansancio se hacía evidente, pero también se respiraba satisfacción por un día completo de diversión.

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