Los libros, cerrados hasta el lunes. Los jóvenes de la localidad comenzaron ayer un largo puente festivo y demostraron que no pierden el tiempo. Nada más terminar la hora del almuerzo, el recinto ferial se llenó de chicos y chicas con muchas ganas de fiesta. Sólo quienes se encuentran preparando la selectividad tienen algún reparo más en pasar las horas en el real barreño. El cansancio no hace aún mella.

La juventud dispone de una caseta específica al fondo del recinto ferial, que permanece abierta hasta altas horas de la madrugada. Pero durante la tarde, cualquiera es buena para tomar unos rebujitos y bailar al son de las orquestas.

Prueba de ello se vivió ayer en la caseta de La Gineta. La orquesta tocaba los temas de toda la vida sin levantar grandes dosis de euforia. Sin embargo, el cantante se metió al público en el bolsillo con sólo sacar una peluca, la de Rodolfo Chikilicuatre. Sonó el himno oficial de Eurovisión, el público se agolpó frente al escenario y el cantante se colgó una guitarra de juguete. El sarao estaba servido en bandeja. La orquesta interpretó un mix de canciones de feria intercalando estrofas del Chiki-chiki y pidió al público que le acompañase en los gestos, con una versión un tanto particular del tema llamado a ser uno de los más recordados de la década, para bien o para mal. Tan particular como que mezclaba los Pajaritos de María Jesús y acordes del Paquito chocolatero. Una idea que no pudo usar Buenafuente. La barra, en esos instantes, no paraba de servir jarras de rebujito.

Aunque los bolsillos no están muy llenos, la juventud suele dedicar uno de los días a comer en la feria. Los camareros lo saben, y proponen los platos más económicos de la cocina -pinchitos y montaditos- mientras que la pareja de al lado recibe la recomendación de consumir un plato de langostinos y una botella de fino.