Luis Rivero. Catedrático de Filología Latina

"Al lector le cuesta dejarse que le cuentenhistorias"

"Al lector le cuesta dejarse que le cuentenhistorias"

"Al lector le cuesta dejarse que le cuentenhistorias"

-Usted ha sido el organizador de un simposio sobre Ovidio cuando se cumple el bimilenario del poeta latino.

-En España hay dos grupos muy potentes de investigación sobre el texto de Ovidio y están en Huelva y Murcia. Ésa ha sido la razón de celebrar un simposio en Andalucía, aunque el bimilenario ha sido recordado en todos los países serios.

-¿Tiene algo que decir Ovidio al lector de hoy?

-La obra de Ovidio es poliédrica y cada generación tiene el derecho y deber de darle su propia interpretación. Ovidio es singular porque dejó una obra extensísima y muy variada. Es una figura poética, camaleónica. Se presenta como poeta enamorado, como un maestro de las artes del amor, de la cosmética y todo eso en verso. También se presenta como mujer enamorada escribiendo a su amado y lo hace con una enorme capacidad de introspección de la psicología femenina.

-¿Quién sería el Ovidio actual o quién lo ha sido al menos, en el siglo XX?

-No me atrevería a decir un nombre. Sí le digo que la pervivencia de Ovidio es mayor que la de otro autor de Roma. La Metamorfosis ha tenido una gran repercusión también en otras artes. Recuerdo mi impresión al ver el Rapto de Proserpina de Bernini porque cuenta en estatua, lo que Ovidio contó en poesía. Pero un aspecto que le hace actual es su modernidad, lo que tiene que ver con las ideas y sus disposiciones intelectuales. Era un poeta moderno, avanzado a su tiempo. Hablaba, por ejemplo, en voz femenina y se dedicaba a innovar continuamente. Se aburría de sí mismo y tenía la necesidad de ir cambiando. Estaba ensayando continuamente con la poesía y eso me parece muy moderno.

-Supongo que debe estremecer ver que aun cuando hay tanta diferencia en el tiempo, los seres humanos sentimos las mismas cosas.

-Las personas cambian en los ropajes pero no en el interior. Los ropajes han cambiado mucho desde luego, pero en la forma de pensar, uno encuentra la misma complicidad del escritor con el lector. La escritura es un perpetuo diálogo en el que el lector va creando el texto, como dijo Borges.

-¿Fue una persona, como diríamos hoy, comprometida con su tiempo?

-Con Octavio Augusto, la mayoría de los romanos tardó en darse cuenta de que el tiempo político estaba cambiando. Augusto llegó para mantener las instituciones, la legalidad, la república libre de Roma. Tras las guerras civiles se restableció esa legalidad y para conseguirla aplastó a toda la disidencia. La mayoría de los romanos creyeron que se estaba estableciendo la república. Es lo que le pasó a Virgilio o Tito Livio, pero con el argumento de estar defendiendo una legalidad se impuso una tiranía. Octavio Augusto impuso el imperio y lo hizo sólo aplicando la ley.

-¿Cómo encajó todo eso?

-Ovidio nace en el año 43, en vísperas del cambio de régimen y nace ya en un sistema en el que se sabe que es peligroso llevar la contraria, pero él es un espíritu inquieto y se lee entre líneas toda la mofa que dedica a distintos temas. Aparentemente, por ejemplo, escribe poesía de amor pero cuando le destierran no sabe porqué. ¿Qué había tan subversivo en El arte de amar para desterrarlo?

-El problema es que aunque haya traducciones al castellano, cuesta leer a los autores clásicos.

-A mis estudiantes les digo que aprendan a dejarse contar historias. El lector de hoy peca de individualismo, de un intento de controlar la trama y le cuesta trabajo dejarse contar historias. Si se menciona un nombre en una obra, quiere saber todo acerca de él, pero lo importante es dejarse contar historias. Homero era recitado en las plazas de los pueblos. Hay que recuperar el sonido de la poesía y no tanto el mensaje. Luego viene toda su riqueza, porque la literatura clásica está llena de sentido aunque sea muy subliminal como es el caso de Ovidio.

-¿Pero había literatura de evasión?

-La literatura clásica es literatura inteligente, pero no era doctrinaria. La de evasión surge como un género nacido en los arrabales de la literatura griega y latina y era la novela destinada consumo individual, lo que en esa época era algo muy raro. La clásica era más colectiva y había escenarios previstos para audiciones colectivas. Incluso se hacían representaciones de esas obras.

-¿Se seguirá leyendo a Ovidio dentro de otros dos mil años, es decir, en el 4017?

-Como mínimo, tiene las mismas posibilidades que Cervantes. No sé qué pasará dentro de 2.000 años pero si al hombre le sigue interesando mantener contacto con las palabras inteligentes que alguien ha dicho alguna vez para los demás hay que leerlo. A esa lista habría que añadir a Shakespeare y Borges. Si no les leemos a ellos me temo que será un mundo que no merezca la pena.

-¿Cuál es el perfil del alumno que tiene interés en el estudio de los clásicos y del latín?

-Tenemos un doble perfil. Hay un sector muy importante vocacional con todas las disciplinas filológicas, pero con los últimos movimientos de la universidad española y el fracaso de los que no entran en las titulaciones que realmente quieren, van dando tumbos y algunos llegan hasta aquí, aunque es terrible estudiar algo que no te interesa.

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