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Algo para recordar

  • La Balompédica rompe una racha de dos meses sin ganar fuera con un triunfo histórico en San Pablo, con el que venga su trascendente derrota en ese mismo escenario de la pasada Liga

La Balompédica canceló a lo grande una racha de dos meses sin ganar fuera de casa y se tomó cumplida venganza de aquella derrota, en ese mismo escenario, que le sacó de la última liguilla. Lo hizo como sólo está al alcance de los equipos que, aun siendo conscientes de sus limitaciones, se sienten con argumentos -y lo que es más importante con ánimos- para no renunciar a nada. El conjunto de La Línea logró un triunfo histórico, incontestable, en el campo de un Écija que se despeña hacia Tercera y cuyo técnico tiró la toalla nada más finalizar un partido que para su equipo se había convertido en un verdadero vía crucis.

Los albinegros -que se colocan a dos puntos de la cuarta plaza- supieron leer la primera mitad, en la que a la contra incluso indultaron al rival; sentenciaron en la salida del segundo periodo y fueron alargando la agonía de los azulinos aprovechando, con extrema inteligencia, el suicidio al que se iba sometiendo el rival, que se empeñó en pelear por un imposible y en ese legítimo intento de no rendirse no hizo sino volverse más vulnerable.

El partido tuvo un comienzo intenso y los astigitanos estuvieron a punto de sorprender tras un córner por medio de Alejo cuando apenas habían transcurrido dos minutos. Fue un espejismo. En el siete se produjo el primer acercamiento de los visitantes, en un magnífico pase del inspirado Óscar Martín -quien justificó su titularidad en detrimento de Copi- que Hugo Díaz, en vena goleadora, consiguió transformar en el cero-uno.

Con ventaja en el marcador, los albinegros fueron precavidos. Consciente de que el Écija afrontaba el choque como una final, llevaron el juego a donde ellos quisieron. Dieron un paso atrás y esperaron pacientemente para sentenciar al contragolpe.

Ese tiro de gracia pudo y debió llegar antes del intermedio. Hugo Díaz no puso repetir éxito en el 14' porque se empeñó en resolver al primer palo; en el 19' Sergio Ortiz estrelló el esférico en la salida a la desesperada de Cristian y aunque por medio alguna salida alocada de Mateo dio lugar a cierto sobresalto, lo cierto es que el partido sólo tenía un propietario: la Balona.

A diez del final Javi Gallardo, que se proyectó en infinidad de ocasiones, centró desde la izquierda, Chema Mato falló al intentar una chilena y el esférico quedó suelto en los pies de Sergio Ortiz, que burló al meta local, pero no a Álvaro Ocaña, que se había situado bajo los palos y logró interceptar el disparo.

A base de tanto perdonar, la Balona pasó un mal trago a cuatro del descanso. Con Manu Palancar en el suelo los astigitanos decidieron seguir la jugada, Humberto cruzó el esférico por el área pequeña y Juanfri se quedó a una cuarta de hacer el empate.

La Balompédica había dejado vivo al enemigo, pero se había demostrado enormemente superior y no era difícil aventurar lo que quedaba por suceder, aunque quizás no tanto la contundencia del marcador que se avecinaba.

La Balompédica volvió al césped decidida a terminar sus deberes cuanto antes y el míster local acabó por ponérselo en bandeja con dos cambios ofensivos que provocaban que los de La Línea disfrutasen de más espacios. Apenas se habían superado los diez minutos de esta segunda entrega cuando la centenaria Balona ya había sentenciado merced a dos goles que nacieron en jugadas a balón parado, de las que, y es un hecho que no debe pasar desapercibido, viene obteniendo enorme rentabilidad.

El primero de los tantos lo hizo Olmo, casi sin querer, después de un rebullasca que se originó tras un un córner botado por Sergio Ortiz. El segundo lo anotó éste último al trasformar de manera magistral un golpe franco al borde del área. Un auténtico golazo, al alcance de muy pocos.

Lo que quedaba de partido era un trámite para los visitantes y un mal trago para un Écija que escuchaba los reproches de sus aficionados, que ven venir que con ocho puntos a estas alturas de competición y con una fragilidad sin límites, la suerte parece echada.

A veinte del final una granujería de Juampe en el área se convirtió en un indiscutible penalti que, además, le costó la segunda amarilla a Alejo, que dejó a sus compañeros con diez. Copi tomó el balón e hizo el cuarto desde el mal llamado punto fatídico.

Cualquier equipo se hubiese dado por satisfecho, pero si algo tiene esta Balona, para lo bueno y para lo malo, es que le cuesta darse por saciada. En el rato que quedaba y a favor de obra no sólo hizo el quinto, obra de Carlos Guerra tras otra acción a balón parado, sino que Sergio Ortiz pudo anotar el sexto, pero otra vez se le movió el punto de mira.

A falta de cuatro jornadas para que acabe la primera vuelta, la Balompédica da un golpe de efecto y se reivindica como uno de los equipos que se han ganado el derecho a ser respetado. Es cierto que el calendario se va endureciendo de aquí al parón navideño, pero ¿quién dijo que hacer historia iba a ser sencillo? Y lo más importante ¿quién dice que este equipo no es capaz de hacerlo?

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