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A rastras al descenso (0-5)

  • La Unión encaja otra goleada y se pone a cinco puntos de la salvación a falta de nueve por jugarse. La imagen de la segunda mitad ante el Coria hace complicado creer en el milagro.

La manida frase 'mientras hay vida hay esperanza' es lo único que le queda ya a la UD Los Barrios, que poco a poco se arrastra a la consumación del descenso de categoría del que cada jornada es más evidente que no tiene escapatoria posible. Con lo ofrecido ayer es complicado no ya tener esperanzas sino creer siquiera en un milagro. Jugándose la vida encajó una goleada, otra más, ante un equipo, el Coria, que hizo los últimos goles prácticamente andando por el terreno de juego.  La Unión está ahora a cinco puntos de la salvación con nueve en juego y con la sensación de ser un equipo a la espera de un certificado de defunción que puede llegar ya la próxima semana.

En la tarde de ayer volvió a fallar todo en el San Rafael. Desde la afición, que en el partido más importante del año dejó solo al equipo asistiendo apenas un centenar y poco de aficionados, hasta el banquillo. En la situación que están los gualdiverdes, analizar decisiones técnicas parece incluso frívolo pero costaba entender ver en el banco a jugadores como Marcelino y Sergio Lata, dos futbolistas con mucho vivido a sus espaldas y que pueden aportar, al menos, experiencia en un encuentro en el que era necesario. En cambio, en el terreno de juego hubo jugadores que llevan casi todo el curso sin entrenar y sin jugar y más tiempo fuera que dentro del equipo. Y algunos parecían que todavía estaban de Romería.

El cuadro barreño salió con fuerzas a enfrentarse a otro miura, un Coria correcto siempre, serio en todas sus líneas, con calidad y pegada y con la necesidad de llevarse los tres puntos. No iba ni fue fácil. La presión amarilla asfixiaba la salida de los gualdiverdes y aisló el centro de la defensa y del ataque y no permitió que los barreños trenzaran ni una jugada de ataque. Tras anular el colegiado un tanto a los sevillanos por un fuera de juego que el linier no vio, llegó el primer tanto. Rubén cogió un rechace de Edu Villegas para poner el primero en el marcador. Los locales quedaron tocados.

El Coria empezó entonces a gustarse y la Unión a desajustarse. Sólo se salvó Miki, el único halo de luz en la creación pero que no tuvo consecuencias jamás para la meta de Isco, bien salvaguardada. Jorge, en el 22', estuvo a punto de hacer el segundo, un tanto que hubiese sido de bandera tras una jugada al más puro estilo Barça. La Unión aguantó como pudo con el 0-1 hasta el descanso, con intentos que se veían de lejos que no iban a llegar a ninguna parte.

La segunda fue el despropósito definitivo. Como le ocurrió en el Nuevo Mirador, se ahogó físicamente y cuando encajó un nuevo golpe bajó los brazos como no se debe hacer ante un equipo con mucha calidad. Y así empezó el festival de goles, casi sin quererlo, de un Coria que tenía vía libre para hacer lo que le viniera en gana ante la pasividad general.

Antes de eso, Feito tocó el balón con las manos en una jugada  de Dani Ávalos y el colegiado no señaló penalti. De lo que pudo ser el 1-1 a la inauguración de lo que iba a ser una goleada. Juan Gómez robó la cartera a Bibi y de fuerte disparo batió a Villegas. Entonces llegaron los cambios pero la Unión ya se sentía derrotada y no sirvieron.

Dani Casado, entrado en la segunda parte, hizo el tercero desde fuera del área. Mismo protagonista y distancia similar para hacer el cuarto ante las inútiles estiradas de Villegas. Y en el 86', el quinto de Israel. Una manita lograda casi a medio gas.

Una semana más, la Unión hizo méritos para descender a Primera Andaluza.

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