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...Y en tu fiesta se coló

  • Injusto La Balona, que merece al menos el empate, cede ante un buen Melilla, que da una lección de oficio Parcial El árbitro resuelve contra los de casa todas las jugadas polémicas e ignora un claro penalti por manos de Velasco con 0-0 Otra vez Francis, en una acción infantil, regala la pena máxima que da la victoria a los visitantes Decisivo El meta Dorronsoro evita que los locales, con diez, logren la igualada

Árbitro: Luis Collado López (l), de Castilla-La Mancha. Todas las jugadas polémicas las decidió en contra de la Balona. Ignoró un claro penalti por manos del visitante Velasco (49') y concedió otro, que existió a todas luces, por derribo de Francis al visitante Edgar (67').

Tarjetas: Amarillas a los locales Juampe Rico (81'), Bello (85') y, por dos veces, a Francis (15' y 68'), al que expulsó. Por parte visitante vieron la cartulina admonitoria Rubén Cruz (32') Dani Fragoso (41'), Velasco (56'), el meta Dorronsoro (87') y Fausto Tienza (89').

Gol 0-1 (68') Javi Moyano, al transformar un penalti cometido sobre Edgar.

Incidencias: Encuentro de la vigésimo primera jornada de Liga en el grupo IV de Segunda división B, disputado en el Municipal de La Línea, en tarde casi primaveral, ante más de 2.500 espectadores, en partido que había sido declarado media jornada económica. Antes del comienzo del choque se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria del exutilero del club Antonio Collado 'Porrina'.

Lo que a lo largo de la semana había sido concebido como una gran fiesta acabó con amargo sabor de boca. Ni hubo jornada de convivencia, ni la Balona tuvo opción de alcanzar el liderato, ni siquiera le quedó a la grada la opción de festejar formalmente la tan ansiada permanencia. La Balompédica sigue demostrando que tiene problemas para doblegar a los equipos que aspiran a jugar por el ascenso y el Melilla se reenganchó a la Liga gracias a una victoria en el Municipal que, como mucho, debió ser un empate. Como mucho.

Los linenses, todo hay que decirlo, pusieron de su parte para que se produjese este tropezón. No sólo estuvieron mucho más espesos en ataque de lo que en ellos es costumbre sino que regalaron el gol a los visitantes con un penalti de Francis más propio de un parvulario que de un futbolista profesional. Y el árbitro, Luis Collado López, también hizo todo lo posible para que los locales no ganasen. El trencilla resolvió todas las acciones polémicas a favor de los visitantes y en una de ellas, unas manos de Velasco en el 49', se pegó una columpiada de no te menees. Menos mal que, según dicen algunos descerebrados en Almería, existe una Real Orden para que los de Rafa Escobar asciendan porque si no…

La Balona salió decidida, desenfada en el primer tiempo, pero el Melilla no tardó en llevar el partido donde quería. Los azulinos, que habían estudiado al rival al detalle, se multiplicaban en ayudas defensivas a las bandas para impedir que Juampe Rico y Bello hiciesen de las suyas. Y consiguieron taponar casi siempre lo que a otros rivales se les convirtió en una vía de agua.

El caso es que el equipo de casa tenía el balón, pero la espina dorsal de los visitantes cerró el acceso a su marco, aunque eso les supuso acomodarse tanto en su medio campo que el Melilla apenas se desdobló con peligro. La Balompédica no tenía la frescura ofensiva de otras tardes y las ocasiones escaseaban.

Los norteafricanos fueron los que disfrutaron de la primera gran oportunidad del partido, cuando apenas se habían cumplido nueve minutos. Otra vez, como le sucedió una semana antes en Almería, la Balona se despistó a la salida de un córner y el incansable Chota remató en una posición muy ventajosa, pero el esférico lo vomitó la base del poste mientras todos se limitaban a seguir su trayectoria con la mirada.

Cuatro minutos después llegó la primera jugada polémica del encuentro. Ocaña envió un balón interior a Juampe Rico, que se plantó en velocidad delante de Dorronsoro. El tarifeño terminó la jugada con gol, pero ya antes el árbitro, a instancias de su auxiliar, había señalado fuera de juego. Ni siquiera con las imágenes de la televisión autonómica de Melilla queda claro si la situación del extremo balono era o no reglamentaria.

El conjunto de Escobar presionó hasta la media hora, pero después el Melilla frenó el juego en seco y no pasó nada más. Apenas nada más.

La vuelta al campo trajo consigo de nuevo la polémica. Una acción de ataque de los albinegros terminó con un centro de Bello que pegó claramente en la mano de Velasco, que estaba dentro del área y que hizo por interceptar el esférico. En este caso, la tele no deja lugar a dudas: la acción mereció el máximo castigo. Luego la afición, angustiada por el marcador, pidió otra pena máxima a David Hernández en un forcejeo en el área. Uno de esos quince mil que se producen en cualquier partido.

De todas formas, esa jugada no era más que un síntoma de que el equipo de casa había salido a por el partido y prueba de ellos fueron las dos jugadas siguientes. En la primera un centro de Juampe Rico no lo remataron, de milagro, primero David Hernández y más tarde Bello. Y segundos después un disparo del tarifeño desde la frontal salió tan extremadamente flojo que Dorronsoro apenas tuvo que acomodarse en el suelo para atraparlo.

La réplica no tardó en llegar. Pagola tuvo que lucirse para salvar sobre la línea de meta un cabezazo de Chota -¿de quién si no?- y de inmediato Bello culminó con un mal golpeo una acción trenzada de los propietarios del terreno.

Precisamente ahí, cuando la Balona parecía haber encontrado la línea de flotación del rival, llegó el momento clave del partido. Edgar tenía el esférico controlado en el vértice del área, perfectamente encimado por Romerito, cuando Francis, que ya tenía una tarjeta, llegó y lo derribó. Penalti sin paliativos y la Balona que se quedaba con diez a veintidós del final. Otra lindeza de un lateral que va coleccionado expulsiones y cuyo entorno se empeña luego en transformar las justas críticas en confabulaciones.

Javi Moyano transformó la pena máxima. Y a partir de ahí quedó de manifiesto que una cosa es predicar y otra, dar trigo. Óscar Cano, tan dado a los discursos grandilocuentes y a la exaltación de la belleza del balompié tiró del oficio de los suyos y a base de faltas, de protestas y de fingir lesiones, intentó acabar con el rival. Vamos, exactamente lo contrario de lo que defiende en sus brillantes obras literarias.

Pese a todo y a que jugaba con diez, la Balona tiró de casta y después de superar el susto de un mal remate de Chota, tuvo dos oportunidades que, si el fútbol entendiese de justicia, al menos deberían haberse traducido en el empate. Primero Carlos Guerra (80') y más tarde David Hernández (92') remataron de cabeza con enorme potencia hacia el marco rival y en ambas ocasiones surgió Dorronsoro, con dos paradas espeluznantes, para abortar las ilusiones de los de casa.

El público, que es muy consciente de lo que ve, aplaudió el esfuerzo de los suyos y la tomó con el árbitro, malo hasta decir basta. A fin de cuentas la jornada acaba con la Balompédica en segunda posición, que es mucho, muchísimo más de lo que podía imaginarse cualquiera el pasado verano. Perder con un equipo del presupuesto del Melilla no es ningún drama para la Balompédica y menos si da la cara como ayer.

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