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No digan que es un sueño

  • La Balompédica se exhibe en una fenomenal segunda mitad, que juega íntegra con un hombre más, hilvana su tercera victoria, la segunda a domicilio y se coloca a un punto del líder y con cuatro de ventaja sobre el quinto

Árbitro: Enrique Figueroa Vázquez (Sevilla). H Pudo indultar al local Alberto, expulsado al ser aplicado exquisitamente el reglamento.

Tarjetas: Amarillas a los locales García Márquez (17'), Jonathan (33'), Cristian (43'), Lillo (43'), Trujillo (89') y, por dos veces, a Alberto (17' y 43') y al preparador de porteros, José Francisco Ituarte (43' y 44'), al que expulsó del banquillo, así como a los visitantes Olmo (78') y Francis (82').

GolES 1-0 (14') Alcalá a la salida de un córner. 1-1 (24') Ocaña, desde la frontal del área. 1-2 (56') Juampe Rico tras pase de Bello. 1-3 (63') David Hernández cabecea en postura inverosómil un centro de Bello desde la línea de fondo. 1-4 (75') Ocaña, a pase de Ximo Forner. 2-4 (79') José Ramón, de penalti.

Incidencias: Encuentro de la 20ª jornada de en el grupo IV de la Segunda división B, disputado en el estadio de los Juegos del Meditarráneo de Almería, ante unos 300 espectadores.

No hay sueño que valga. La presencia de la Balompédica en la segunda plaza en una incontestable realidad. Una felicísima realidad. Los albinegros vencieron ayer con una abrumadora autoridad en un escenario pintiparado para ese tipo exhibiciones y ya están echándole el aliento en el cogote al líder Cádiz y alejan cada día más al quinto clasificado.

La segunda mitad de los de Rafa Escobar en Almería, bien es verdad que con un hombre más, fue casi intachable. Y cuela lo del casi porque de haber atinado con el último pase en una de sus numerosos desembarcos en el campo rival el resultado podría haber sido de los que pasan a la historia. Mención aparte merece Antonio Ocaña, quien, al margen de sus dos goles, ofreció una lección magistral de cómo se juega entre líneas y cuajó su mejor partido desde que se enfundó por primera vez la guayabera albinegra. El debut del recién incorporado Ximo Forner proporciona muchos argumentos para dar por hecho que realmente ha llegado para sumar y que no se trata del típico refuerzo de invierno concebido para rellenar la foto.

La Balona encadena tres victorias, dos en apenas ocho días en suelo almeriense, cinco jornadas sin perder y, por encima de todo, despide esa sensación de equipo grande que sólo pueden permitirse los que están llamados a alcanzar las metas más ambiciosas. La superioridad demostrada en las dos últimas jornadas, ambas como visitante, recuerda a la que evidenciaba en Tercera división, solo que los rivales no son los mismos, aunque los linenses, y ésa es una de sus mayores virtudes, los empequeñecen hasta hacerlos parecer igual de incapaces.

El primer periodo ayer fue bastante más equilibrada que el segundo. Es verdad que los albinegros fueron los que asustaron primero, pero también es cierto que se dejaron hacer un gol en el 13', en un saque de esquina botado por Lillo que Alcalá remató aprovechando un soberano despiste de la defensa. Es demasiado fácil caer en la tentación de decir que se echó en falta la prestancia del lesionado Romerito, pero es que se antoja una verdad como un templo.

El equipo de Escobar acusó el gol y estuvo varios minutos despistado, pero, paradojas de este bendito deporte, precisamente cuando parecía acomodarse contra las cuerdas llegó una contra en la que David Hernández peleó, cedió atrás, Juampe Rico fue obstaculizado y el balón llegó suelto a Ocaña, quien desde la frontal del área atinó con el disparo y rehizo las tablas.

El filial rojiblanco siguió en posesión del esférico y lo intentó un par de veces sin excesivo peligro. Pero poco a poco, como una semana antes en Roquetas, la Balona se desperezó y ya en el 39' debió llegar el 1-2. Ocaña localizó a Juampe Rico y el tarifeño sorteó a Lopito. Lo vio tan claro que envió al desguarnecido marco con tan poca fuerza que le dio tiempo a Rubén a desbaratar casi sobre la línea de meta.

A renglón seguido (43') llegó la jugada que marcó el partido. Alberto, que ya tenía una tarjeta, se empeñó en sacar una falta después de haber pedido distancia, casi lanzándole el esférico al adversario, que aún se estaba retrasando. Una chiquillada, es cierto, pero también es verdad que el árbitro aplicó el reglamento con todo su rigor y que se lo podía haber ahorrado. El caso es que el centrocampista se fue a la caseta y, con él se llevó las opciones del conjunto de casa de lograr un mejor resultado.

La segunda parte fue un monólogo de una Balona que, a imagen y semejanza de su entrenador, se manifiesta como un equipo voraz, insaciable, pero también humilde y trabajador, lo suficiente como para no morir nunca de éxito. Es una escuadra en la que es imposible reconocer los complejos de un recién ascendido. Posiblemente porque nos los tiene.

Después de un intento de Ezequiel en el 47', en el 56', y tras una acción muy elaborada, Bello consiguió dar con Juampe Rico y el tarifeño marcó su tercer gol… en tres partidos consecutivos.

El tanto sonó a guillotinazo. La Balompédica, que había elevado el ritmo de la presión y se había adueñado del centro del campo, se sabía vencedora y empezó a gustarse ante la impotencia del contrincante, que asumía que la suerte estaba echada.

Apenas ocho minutos después Bello persiguió un balón por el que nadie hubiese peleado. Lo rescató, rentabilizando la pasividad del meta local, en la misma línea de cal y centro al corazón del área pequeña para que David Hernández, en posición inverosímil, cabecease el 1-3.

La Balona desbordaba por ambas bandas, con Bello y Juampe Rico más que batalladores y Alberto Merino apuntalando en la media. Fue entonces cuando Escobar le dio la alternativa a Ximo Forner, que no tardó en hacerse ver. Lanzó una falta con enorme potencia, el esférico lo vomitó la barrera y volvió al castellonense, que con frialdad y un toque exquisito encontró a Ocaña entre una nube de rivales. El gaditano, que estaba en estado de gracia, no perdonó.

El 2-4 no fue más que un accidente. Un penalti de Olmo a Dani Romera lo transformó José Ramón, pero para entonces la Balona ya había dado de mano y se limitaba a esperar el pitido final para comenzar a festejar el resultado.

De sueño nada. Pero nada de nada. Realidad. Bendita realidad.

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