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Más cerca, más angustia

  • La Balona, intensa, logra un empate ante el líder y depende de sí misma, pero no asegura la permanencia

  • Unas cinco mil personas responden a la llamada del club y se dan cita en la grada

La Balona deja su aprobado pendiente del último examen. Y Dios quiera que sea el aprobado. El conjunto albinegro, mucho más implicado que durante las últimas semanas, firmó ayer un empate ante el líder Cartagena que le sitúa en posición de ventaja para la jornada del desenlace, pero que prolonga otros siete inacabables días la agonía en la que se ha constituido este tramo final de la temporada. Hasta la derrota podría valerle después de firmar tablas en un encuentro en el que siempre dio la sensación de que ni uno ni otro le hacían ascos a acabar solo con un punto más. El gran triunfador fue, sin duda, el público de La Línea. Unas cinco mil almas atendieron la llamada del club y se prestaron a acudir al Municipal para respaldar a los albinegros pero regresaron a casa conocedores de que le quedan por delante otras siete noches salpicadas de pesadillas.

Nadie que viese el encuentro entre Balona y Cartagena podría sacar como consecuencia que de un lado jugaban para salvarse y del otro, para campeonar. Fue un partido intenso, con muchas fricciones, con destellos, pero equilibrado. Posiblemente porque la realidad de la Balompédica, al menos jugando con la intensidad con la que lo hizo ayer, está mucho más cerca del primero puesto que de las catacumbas de la clasificación. Pero la realidad es que está donde está porque en los últimos dos meses no puso casi nunca sobre el tapete el amor propio que demostró en esta despedida [ojalá que sea así] de su afición. Esta vez si la Balona salió con ilusión. Ganando los balones divididos imponiendo su ritmo, pero con eso no es suficiente para desarbolar a un equipo que es primero por casualidad, que se defiende con un orden exquisito y que, como le sucede a la mayoría de los equipos con galones, a los que consiguen objetivos, no se dejan llenar la cabeza de pajaritos y no les tiembla para nada el pulso si llegado el caso hay que mandar el balón a la grada.

La cuestión es que durante todo el primer tiempo dio la sensación de que la Balona jugaba con una marcha más, que Stoichkov se sentía con ganas de hacer alguna de sus granujerías y el público estaba satisfecho con el esfuerzo de sus hombres, pero ocasiones, lo que se dice ocasiones... no hubo ni una.

En la segunda parte la cosa no sería muy diferente. A ratos el equipo departamental daba un paso adelante como dejándose ver. E incluso su técnico realizó un par de cambios de marcado sabor ofensivo. Pero sin perder nunca el dibujo, el orden. Esa fisonomía de equipo que sabe qué es lo que se trae entre manos.

Lo más cerca que estuvo el equipo de casa de marcar fueron tres faltas al borde del área mal aprovechadas y un lanzamiento de Stoichkov que se fue alto en el 53'.

Por el contrario fueron los forasteros los que acariciaron el gol. En el 79' el único error de la pareja de centrales permitió a Aketxe plantarse solo ante Javi Montoya con todo a favor. Todo menos que la Balona tiene un cerrojo en la meta, que evitó el tanto.

El pitido final aboca a reventar las calculadoras toda la semana y a creer firmemente que un equipo que no ha conocido los puestos de descenso directo en toda la temporada no puede caer justo en ellos el día que cuenta. Toca creer. Posiblemente porque no queda otra.

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