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Zinedine Zidane, el arquitecto exprés

Ningún entrenador hizo tanto en tan poco tiempo. Al menos, a efectos estadísticos. Porque nadie puede presumir de ganar tres Ligas de Campeones en dos años y medio, el tiempo que tardó Zinedine Zidane en sacar al Real Madrid del sótano para elevarlo a las nubes.

Su extraordinaria timidez lo convierte en un hombre de hielo de cara al exterior, aunque el vestuario blanco asegura que es una persona tremendamente afectiva. Nada más ganar la Champions en Kiev se presentó ante la prensa como si lo estuvieran esperando para una aburrida reunión de negocios. Una jornada rutinaria, parecía.

Pero en realidad era una noche extraordinaria para un equipo que el 4 de enero de 2016 nombró a Zidane como entrenador en las peores circunstancias posibles.

Rafa Benítez empezó aquella temporada después de que el presidente del club, Florentino Pérez, decidiera el despido de Carlo Ancelotti en contra de la opinión de los futbolistas. El nuevo técnico se encontró un vestuario a la defensiva y sus recios métodos agravaron el distanciamiento.

Para enero la situación ya era insostenible. Casi nadie en el vestuario soportaba a Benítez y los malos resultados acabaron por apuntalar su foso. El presidente se encontraba en una situación desesperada y tuvo que recurrir a Zidane, un mito para el madridismo y para él mismo. Lo más parecido a un anestésico de urgencia.

Zidane llevaba dos temporadas como entrenador del segundo equipo del Madrid y con unos resultados discretos. No tenía experiencia en la élite y su aprendizaje consistía en un año al lado de Ancelotti. Pero su discurso interesó al vestuario.

El Madrid le disputó el título de Liga al Barcelona hasta la última jornada. No lo logró, pero conquistó la Champions tras tumbar al Atlético en la tanda de penaltis.

Zidane se había ganado al vestuario blanco por la autoridad que imponía su nombre y por sus métodos. A la temporada siguiente, se consagró: ganó la Liga y la Champions con muy buen fútbol tras cambiar su inicial devoción por la BBC para jugar con cuatro centrocampistas.

Muchos siguen dudando de su capacidad táctica, pero cuando lo escucha ni se inmuta. Lo que nadie podrá negarle ya es que el arquitecto de un Madrid glorioso al que edificó prácticamente desde la nada. Y en tan poco tiempo.

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