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Con Rafa llegó la locura

  • Nadal se une a la concentración del equipo español apenas trece horas después de perder la final del US Open · Visiblemente cansado, el balear fue recibido por medio centenar de fans antes de irse a entrenar

Córdoba ya vive envuelta en la Nadalmanía. A eso de las 16:00, apenas trece horas después de perder la final del US Open a manos de su bestia negra, el serbio Novak Djokovic, Rafael Nadal pisó suelo cordobés. Visiblemente cansado tras un larguísimo viaje, el balear llegó al hotel de concentración del equipo acompañado del alcalde de la ciudad, José Antonio Nieto, bajo la aclamación del medio centenar de aficionados que le esperaban. No hizo declaraciones. Se marchó directamente a su habitación, donde descansó hasta que a última hora de la tarde salió con dirección a la plaza de toros para tener su primera toma de contacto con la pista en un suave entrenamiento en el que estuvo acompañado por su buen amigo Marc López. Hoy trabajará ya junto al resto del equipo, bajo la supervisión de Albert Costa, que puede respirar tranquilo al tener a su disposición a su número uno para la semifinal de la Copa Davis ante Francia que arranca el viernes.

Con Nadal ya están todos. España es otra cosa con el manacorí. No sólo por su juego, sino por la motivación que siempre muestra en un torneo que le gusta especialmente. Y por la complicidad que mantiene con David Ferrer, Feliciano López y Fernando Verdasco, los otros toreros que el domingo quieren salir a hombros del Coso de los Califas con el billete para la final debajo del brazo. Es un genio dentro de la pista. Pero también fuera. Tras ocho horas de avión -el jet privado aterrizó finalmente en el Aeropuerto de Sevilla- y otra más en coche hasta Córdoba, el número dos del mundo llegó al hotel con esa media sonrisa que le caracteriza. Ni el agobio de verse rodeado por una veintena de medios de comunicación ni la algarabía de otro par de decenas de aficionados que lo esperaban como un héroe incomodó al balear. Y eso que casi se cae en medio del tumulto formado a su llegada. Tampoco verse encerrado durante casi un minuto en la puerta giratoria del hotel, que fue a fallar en el peor momento. Los nervios entre los miembros de la Policía Nacional, que trató sin éxito de acordonar la zona y, sobre todo, en el personal del recinto fueron notables. Rafa se lo tomó con buen humor. Como si nada le importara. Incluso tuvo tiempo de firmar algún autógrafo a los afortunados que pudieron acceder al hall antes de enfilar el camino hacia su habitación.

Sin embargo, en su hoja de ruta no había lugar para el descanso. El temido jet lag no invitaba a coger la cama a esa hora de la tarde. El cansancio acumulado y los problemas físicos sufridos durante la interminable final que le midió a Djokovic le hizo pasar primero por las manos de los recuperadores físicos y el médico. La sobrecarga en el recto anterior quedó sólo en un susto tras un primer examen. Nada hará que Rafa no esté el viernes jugando uno de los individuales que deben encarrilar el pase de España a la gran final de la Davis.

De hecho, cuando sus compañeros ya estaban de vuelta tras la segunda sesión de entrenamiento, Nadal se calzó las zapatillas, se puso sus bermudas y una camiseta de color amarillo -quién dijo superstición- para comprobar in situ el estado de la pista construida para la ocasión en la plaza de toros. Por espacio de 45 minutos, el manacorí estuvo peloteando con Marc López, su habitual compañero de dobles que fue invitado por Costa para completar los entrenamientos ante la baja por lesión del habitual Marc Granollers. El capitán español y todo su equipo observaron sus evoluciones con detenimiento. Sin perder detalle.

Así acabó la primera jornada de Rafa en Córdoba, una ciudad en la que a buen seguro dejará huella. Porque es un número uno, acaso el deportista nacional más influyente -con permiso de Pau Gasol y Fernando Alonso-, un héroe para los miles de fans que en los próximos días lo buscarán para hacerse una foto u obtener un autógrafo. Es el líder de un equipo que, con Ferru, Fer y Feli al lado, quiere seguir haciendo historia. Francia es el objetivo inmediato.

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