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Justicia por emoción: el debate está servido con el videoarbitraje

Pitana consulta con sus asistentes.

Pitana consulta con sus asistentes. / TOLGA BOZOGLU / efe

Más justicia, menos emoción y bastante confusión. Esa conclusión dejo el híper-intensivo uso del videoarbitraje en la segunda jornada, una novedad que promete un cambio revolucionario en un deporte conservador en la introducción de la tecnología.

Las cuatro decisiones adoptadas el domingo -dos en el empate 2-2 entre México y Portugal y otras dos en la victoria de Chile por 2-0 ante Camerún- fueron correctas: dos goles lícitos fueron concedidos y otros dos tantos resultaron justamente anulados. Sin embargo, el sistema VAR dejó una sensación extraña. Como si el momento más sagrado que tiene el fútbol, el gol, hubiese sido contaminado. Un clímax abortado. 56 segundos tardó el argentino Néstor Pitana en anular el gol del portugués Nani. Y eso que fue la aplicación más rápida de la jornada. Tras el 2-1 anotado por el luso Cedric pasaron dos minutos y nueve segundos hasta que el juez dijo que era legal.

En el Chile-Camerún, el esloveno Damir Skomin anuló el gol de Eduardo Vargas 1:08 minutos después de la jugada. Los futbolistas chilenos, que celebraron durante largo tiempo, enloquecieron al ver que el tanto había sido cancelado. En el final del partido, Skomina convalidó el 2-0 chileno tras 1:05 minutos de revisión.

"Va a ser necesario que pase algún tiempo, que vayamos conociendo y sintiendo esas sensaciones", evaluó el técnico de Chile, Juan Antonio Pizzi. El medio Marcelo Díaz es más crítico. "Le quita la esencia al fútbol, se ve raro. No puedes celebrar un gol hasta que se revisa la jugada".

La FIFA, con el jefe arbitral Massimo Busacca a la cabeza, ya señaló en Rusia que el objetivo es acelerar el proceso de decisión y mejorar la comunicación entre los asistentes que están en la cabina de televisión y el juez principal.

La orden del ente rector es clara: el VAR sólo debe intervenir cuando tiene certeza absoluta de un error y se trata de una jugada decisiva, es decir, goles, penaltis, tarjetas rojas y casos de confusión de identidad por parte del juez. El árbitro principal sigue siendo la autoridad máxima y debe procurar dirigir como si no existiera un grupo de personas en una cabina.

Para mejorar la velocidad, la FIFA ha dispuesto en la Copa Confederaciones el despliegue de un equipo de tres asistentes de vídeo por partido, uno de ellos especializado en situaciones de fuera de juego. Los videoárbitros tienen acceso a todas las cámaras instaladas en los estadios, un máximo de 30. En cualquier caso, el proceso parece ya imposible de detener.

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