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Cronología de dos décadas

1988. Exhibición de dominio y nacimiento de la leyenda. “Un buen anotador”. Con esa escasa definición se despachaba el juego de Jordan antes de 1988. Ese año logró el MVP del All Star y de la Liga Regular, fue elegido mejor defensor, fue máximo anotador y ganó el concurso de mates. Adiós a las etiquetas.

1993. Retirada por superioridad y tragedia personal. “No sabe ganar”. Otra etiqueta destrozada. Tras lograr tres títulos de la NBA consecutivos –91, 92, 93–, algo inédito desde los Celtics de los 60, Jordan, harto de su superioridad, anunció su retirada. Tenía 29 años. El asesinato de su padre también pesó en su decisión.

1995. Olvida el béisbol y vuelve con ganas de revancha. Jordan probó suerte como jugador de béisbol. Fracasó. Dos años después de su primer adiós quiso volver a probarse. A pesar de más de 700 días sin tocar un balón, logró más de 28 puntos por partido luciendo el dorsal 45. Pero Los Magic de O’Neal le dejaron sin título.

1998. El partido perfecto, la jugada perfecta, el adiós perfecto. El fracaso del 95 le determinó a volver a ser el mejor. Lideró a los Bulls hasta el mejor récord de la historia (72-10) en 1996. Y en 1998, en Utah, anotó una canasta antológica que suponía, otra vez, el tercer título consecutivo de los Bulls. Poco después, se retiró.

2001. La tentación de volver a ser el más grande. Jordan compró parte de los Wizards, un equipo a la baja, y quiso llevarlos a la lucha por el título. Sólo había una manera: volver a vestirse de corto. Pero la edad y la mediocridad de la plantilla frustraron su sueño. Aún así, con 40 años, se fue a más de 20 tantos por noche.

2008. Directivo en Charlotte, leyenda mundial. Tras la triste experiencia de Washington, Jordan se implicó en los Charlotte Bobcats. La franquicia crece y sueña con llegar el play off antes del fin de la década. Jordan, de vez en cuando, entrena con sus jugadores. No desentona, aunque esta vez no volverá

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