El nuevo Barcelona de Frank Rijkaard, el que ha traicionado su estilo para abonarse al resultadismo, sigue aferrado a la Liga tras vencer por la mínima al Racing de Santander (1-0), en otro mal partido azulgrana.

Este Barça, cuyo nivel de competitividad crece al mismo ritmo que disminuye su fútbol atractivo, volvió a aburrir a la parroquia del Camp Nou, sufrió lo suyo y acabó, una vez más, pidiendo la hora.

Lento, perezoso, ausente e impreciso, al Barça le costó un mundo abandonar la zona defensiva con el balón jugado en la primera mitad. Buena culpa de todo ello la tuvo el Racing, un equipo serio, sólido y solidario, que salió a presionar muy arriba.

Y eso que Marcelino alineó, pensando en la Copa, un once inédito con varios jugadores acostumbrados a la suplencia. El técnico del Racing dejó en el banquillo a Colsa y Garay, ausencias destacadas que añadir a la de Munitis y Smolarek, ausentes por lesión.

Después de unos primeros veinte minutos en los que la defensa azulgrana, que no Valdés, pasó algunos agobios, y la línea de creación ni si quiera existió, el Barça empezó a despertar de su letargo, y lo hizo desde la omnipresencia de Iniesta, la bulliciosa aparición -más efectista que efectiva- de Giovani por banda derecha y el oficio de Henry.

Bojan avisó en un cabezazo que se marchó fuera por poco tras conectar una falta botada por Sylvinho, y Henry inauguró el marcador (1-0) aprovechanco un mal despeje de César Navas.

El Barça oyó silbilos antes de irse al descanso y en la segunda parte comenzó mal. La entrada de Messi por Giovani dio algo de alegría, pero fue un espejismo.