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Autoridad, solidez y Leo Messi

  • Ernesto Valverde acorazó al Barcelona tras una convulsa pretemporada con el adiós de Neymar y recuperó la fiabilidad

  • Los goles del argentino volvieron a marcar la diferencia

Autoridad, solidez y Leo Messi

Autoridad, solidez y Leo Messi

Invicto tras 34 jornadas, el Barcelona ha dado una lección de autoridad para lograr su vigésimo quinto campeonato liguero, un título por el que pocos hubieran apostado tras un verano convulso, en el que Ernesto Valverde tuvo que lidiar con una entidad agitada tras el adiós de Neymar. El técnico, un recién llegado al banquillo azulgrana pero perfecto conocedor de los entresijos de la entidad, apostó por acorazar al equipo, recuperar una solidez perdida en años anteriores y encomendarse a los goles de Leo Messi, esos que nunca faltan para alzar el título de Liga.

Valverde ha conseguido que una mala noticia, como la salida de un jugador de la categoría de Neymar, le sirviera para cambiar el 4-3-3 tradicional del Barcelona por un 4-4-2, en el que Rakitic ha acompañado a Busquets en el doble pivote, y en el que Paulinho, primero, y Coutinho, tras su llegada en enero, se han repartido la mayor parte de los minutos como cuarto centrocampista.

Y es que el tercero ha sido Andrés Iniesta, al que Valverde también ha sabido dosificar para que saliera a relucir todo ese fútbol que posee en sus botas y que tanto echará de menos el Barcelona a partir de la próxima temporada. El espíritu del capitán ha sido decisivo para levantar al vestuario tras la debacle de Roma en la Liga de Campeones y que el Barcelona añada otro doblete a su espléndido palmarés.

Valverde ha tenido un once muy reconocible. El alemán Ter Stegen ha sido el meta indiscutible de la Liga, con un protagonismo notable en esa coraza azulgrana; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti y Jordi Alba ha sido la zaga más utilizada, aunque el lateral derecho haya sido otra posición sin un dueño fijo; Busquets, Rakitic, Iniesta y Coutinho forman esa medular tipo de Valverde, con minutos también para Paulinho, Dembele -la gran decepción de la temporada-, Andre Gomes o el propio Sergi Roberto; Leo Messi y Luis Suárez ha sido la pareja atacante y decisiva para los azulgrana, con 55 goles entre ambos en la Liga.

Los más críticos con el técnico azulgrana le achacan cierto inmovilismo en sus alineaciones, lo que ha podido desgastar en exceso a la columna vertebral, que llegó al duelo de Roma entre algodones, sobre todo en los casos de Piqué y Busquets. Pero Valverde siempre tuvo claro que la base de su temporada sería recuperar el dominio en la Liga, además del título copero, y así cimentar su proyecto en el club. Eso sí, las críticas y filtraciones deslizadas desde el consejo en los días anteriores a la final de la Copa del Rey no sentaron nada bien ni en el entrenador ni en el vestuario, donde los pesos pesados siempre han mostrado un perfecto entendimiento con el entrenador.

87 goles a favor, el más realizador del campeonato, y sólo 21 en contra, el segundo que menos encaja, reflejan esa hegemonía del Barcelona en esta Liga, en la que ahora, una vez asegurado el título, tiene el reto de mantenerse invicto, una circunstancia inédita en los tiempos modernos del fútbol español.

Quizá no será el Barcelona que más se recuerde por un fútbol preciosista, pero Valverde llegó en un momento complicado y ha sido capaz de revertir la tendencia azulgrana. Ni el pesimismo reinante tras la escapada de Neymar o la goleada encajada en la Supercopa de España en agosto debilitaron el mensaje del entrenador, que ha conseguido una piña en el vestuario que gira en torno a Leo Messi, esa máquina de acumular alegrías para sus aficionados.

El adiós de Iniesta, uno de los supervivientes de la mejor época del Barcelona y de la selección española, marcará el inicio de un nuevo ciclo azulgrana. El octavo doblete de la historia llegó de la mano de Valverde, ese técnico que apostó por la solidez y la magia de Messi.

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