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El Atlético dispara sus dudas

  • Los de Simeone empatan frente al débil Qarabag en un flojo partido y se complican el pase a los octavos

Un decepcionante empate sin goles con el Qarabag disparó las dudas del Atlético en la Champions, incapaz de doblegar a un rival menor en Europa, con sólo dos puntos en tres jornadas y con la clasificación para los octavos de final más que comprometida.

El Atlético funcionó al ralentí. Quizá condicionado por la presión, quizá porque el equipo no está tan bien como recalca su técnico, Diego Simeone, o quizá porque cada encuentro tiene más dificultades de las aparentes, sus altibajos fueron evidentes, también sus imprecisiones, demasiadas para este bloque. Casi siempre durante los 90 minutos, la primera media hora una transición insustancial hacia el terreno del Qarabag, un equipo que está en la Champions pero del que aún le separa una distancia abismal del nivel del torneo, por mucho que intente mover el balón o salir a la contra. Le falta talento.

Al equipo rojiblanco se le presupone. Lo tiene. No hay dudas en ese sentido, aunque por momentos una combinación de más de tres toques parezca una quimera, como ocurrió en el comienzo del choque, sin agobio para su adversario y sin finura del Atlético cuando encaró la parte decisiva, cuando el pase aumenta su exigencia. Cuando conectó hacia el ataque, entonces, siempre hubo un error que invalidó cualquier jugada.

Hasta el minuto 25 ni una ocasión. Al descanso, empate a cero, explicado, en cualquier caso, por la falta de remate del Atlético desde entonces porque, dentro de esa versión gris, tuvo opciones suficientes para haber terminado el primer tiempo en ventaja. En unas le faltó pegada; en otras le sobró el portero Sehic. A la primera cuestión correspondieron el primer tiro, altísimo de Nico Gaitán, que sigue lejísimos de aquel futbolista que deslumbró en el Benfica; un cabezazo flojo de Saúl Ñíguez o un remate de Giménez fuera por unos centímetros; a la segunda, los duelos de Griezmann y Carrasco contra el acertado meta del Qarabag. No hubo ni una sola intervención en la otra portería de Oblak, un espectador más en el control visitante del primer acto.

Con el estrés en crecimiento a medida que avanzó el tiempo, el Atlético mantuvo a ratos la insistencia, pero para entonces el duelo ya era mucho más equilibrado. Su rival aparecía en el otro área y ya se había cerrado mucho más, compactado en dos líneas, una poblada con seis defensores sobre la raya del área y otra de cuatro un par de metros más adelante, con todo lo que eso conlleva. Un jeroglífico para el conjunto rojiblanco, con el volumen de posesión repartido con su contrincante a la hora de encuentro, sin una sola oportunidad de nuevo en el comienzo de la segunda parte, con el primer disparo de su rival, centrado a las manos de Oblak, y con el naufragio general del Atlético individual y colectivamente.

Decepcionante Gaitán, reemplazado en el minuto 64 por Thomas, cuando el Atlético ya apuntaba a zozobra. Y gracias para el conjunto rojiblanco, afortunado cuando el árbitro Ruddy Buquet no entendió como penalti una acción que sí lo fue, con una entrada de Godín sobre Ndlovu, que además supuso la segunda tarjeta amarilla del delantero y su expulsión. Ni siquiera ante diez ganó el Atlético, que se aleja de los octavos de final.

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