rEAL BALOMPÉDICA LINENSE - GRANADA B

¿Alguien sabe dónde está la Balona? (3-3)

  • Un equipo albinegro desprovisto de su ADN regala un punto al Granada B, al que ganaba 3-1 al descanso

  • Los locales se meten atrás y desaparecen en la segunda mitad

  • Cobos no reacciona y facilita la igualada nazarí

Olmo pelea con un rival en presencia de Sergio Rodríguez, ayer en el Municipal linense.

Olmo pelea con un rival en presencia de Sergio Rodríguez, ayer en el Municipal linense. / reportaje gráfico: erasmo fenoy

La Real Balompédica parece decidida a echar al público -que tampoco es que esté yendo en un número desorbitado- de su maltrecho estadio. El problema no es que lleve cuatro jornadas sin ganar, que eso puede incluso ser un accidente. El origen del monumental enfado con el que abandonó ayer el Municipal la hinchada albinegra, después de haber desafiado a una tarde de perros, es que su equipo tiene un ADN, una marca propia y no lo acepta de otra manera. O es Recia o le avergüenza, no hay términos medios que valgan. Así ha sido durante más de un siglo y así seguirá siendo. Y el que no lo entienda, está de más. Un día de despiste (San Fernando) cuela y se perdona. Dos ya ni mijita. Y como en toda empresa, el entrenador es el primero que debe hacer examen de conciencia.

Que a esta Balona, preñada de jugadores con galones, se le escape ante un grupo de chavales una ventaja de 3-1 después del descanso es para mandarlos a todos (al entrenador el primero) a la cama sin cenar. Faltó intensidad, faltó ese recurso, esa triquiñuela de la que se hablaba en este mismo espacio no hace mucho, para parar el partido, para cortarle el ritmo al enemigo. Faltó que los cambios llegasen antes, pero que mucho antes. Faltó respeto por las mil y pico de almas que se rejuntaban en las gradas como buenamente podían para protegerse del frío. No es de recibo. Un partido encarrilado a base de un alarde de pegada -tampoco es que fuese una exhibición de fútbol, no hay que confundirse- tirado por la borda justo cuando más lo necesitaba la Balona. Estos puntos son los que después en mayo faltan en el balance.

El primer tiempo fue, al menos, entretenido. Inusualmente entretenido para lo que suele dar de sí esta Segunda B. Excepto en el minuto siete cuando Stoichkov cabeceó incomprensiblemente fuera en el borde del área pequeña, todo lo que lanzó la Balona a puerta en el primer periodo acabó en gol.

El primero, en el nueve, obra del propio punta sanroqueño (ayer reconvertido de nuevo a segundo delantero) después de que Zamorano pelease por un balón imposible. El segundo, allá por el dieciséis, en un balón robado también por Stoichkov, que envenenó una entrega a la espalda de la defensa para que Wilson Cuerto definiese bien.

El partido estaba justo donde quiere cualquier equipo que viene de enseñar sus vergüenzas una semana antes. Pero empezó a faltar oficio. Oficio y calidad, que puñetas. Y un par de minutos después, tras un córner y varios despejes alocados, Pablo Vázquez acortó distancias. El primero de los infinitos regalos que recibirían los visitantes.

Al rato una jugada ensayada tras un saque de esquina propició un magnífico centro de Carrión, que Sana cabeceó al fondo del marco. Era el 3-1.

Y así se llegó al descanso. Y después llegó lo que fuese aquello. La Balona se quedó adormecida, convencida de que ya había hecho su trabajo. El Granada B metió gente de refresco, cambió su dibujo [por cierto la Balona pareció no enterarse] y empezó a avisar. Que si un balón al que Casi no llega de milagro. Que si otro que se pasea por el área sin encontrar rematador. Y el conjunto de casa asustado, metido en su medio cambio, sin ideas, sin fútbol, sin nada. Sin un atisbo de ese gen blanquinegro que deberían inocular a todo el que estampa su firma en la ficha de la histórica entidad de La Línea.

Hasta que llegó el 69. Centro lateral. Casi que acaba rodando por el suelo, los centrales que se miran con gesto de "yo no he sido" y por detrás llega el exalgecirista David Grande y marca a placer. En un partido de prebenjamines ya resultaría chocante.

Por más que la Balompédica daba sensación de estar extenuada, de no poder mantener el ritmo que imponían la chavalería de la cantera nazarí, los cambios no llegaban. Algo que chirría especialmente en un técnico que defiende a capa y espada que cree en todos y cada uno de sus jugadores. Cree, pero, por lo visto, no hace cambios.

La Balona, en un gesto de cobardía, se fue recostando atrás, como el condenado que sabe que más tarde o más temprano se producirá el tiro de gracia. Y llegó, claro que llegó. A cinco del final. Con una jugada de esa que al aficionado añejo le sacan de sus casillas. De esas que entran ganas de bajar al césped y preguntar "¿en qué estaban pensando?" Adri Castellanos, que hace cosas de futbolista grande, tomó el balón en su campo, pero muy muy atrás, y llegó hasta el borde del área de Javi Montoya sin que nadie hiciese siquiera intención de hacerle una falta, de obstaculizarle un poquito. Y una vez allí entregó el balón a Pablo González, que le pegó con el alma, la colocó junto al palo y como Zapatones en su día, empezó a levantar las manos antes de que el balón llegase a la red. Era el 3-3.

Seguro que no era su intención, pero la decisión de Julio Cobos de sustituir en ese momento a Sana por Mario Abenzal terminó de enervar a la grada. Parecía que el extremeño se hubiese enterado a esas alturas de que su equipo necesitaba tener el balón, hacerse presente en un partido en el que hacía rato que había desaparecido. Algo que había comenzado a suceder hacía, aproximadamente, una hora.

El pitido final sonó a guillotinazo de los gordos. Llegó acompañado con los que pagan silbando por primera vez en no se sabe cuánto tiempo. Sonó a enfado mayúsculo y más que justificado porque resultaba complicado saber cuál era el equipo de imberbes y cuál el que ya acumula batallas a sus espaldas.

Esta Balona no es la de comienzos de temporada, la que miraba a los ojos a la nobleza de este grupo IV con arrogancia. Y por eso su gente se fue triste ayer del Municipal. No solo por el resultado, sino porque no reconoce a su Balona.

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