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Viajar de libro

  • Junto a la literatura, el viaje es la otra patria del poeta José Luis García Martín, que en este compendio de itinerarios funde lo real y lo imaginado

El poeta José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950).

El poeta José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950).

El viaje es siempre una experiencia, a veces también una aventura. Para José Luis García Martín, algo indisolublemente unido a su forma de vida, una ocasión para encontrarse, una oportunidad para explicarse. Escritor, crítico literario, viajero, literatura, escritura y viajes están para él indisolublemente unidos, como demuestra en Ciudades de autor, una deliciosa recopilación de artículos que acaba de publicar Impronta Editorial. En este libro nos propone un interesante itinerario por un puñado de ciudades que casi todos podemos reconocer como parte de nuestro acervo sentimental vivido e imaginado, también leído. Es, sin embargo, un recorrido peculiar porque implica también una insistente búsqueda que se concreta en el encuentro con viejos autores que dejaron su huella, a veces indeleble, a veces liviana, en las calles, plazas y cafés de algunas de las urbes más hermosas del planeta.

Es García Martín un autor deliberadamente reincidente en los temas, peculiarmente ameno en el tono, cuidadoso en su estilo, sorprendente siempre, divertido siempre. En este libro lo encontramos en estado puro, porque el viaje es su estado permanente: viaja las muchas veces que coge un avión o un tren para desplazarse a otras ciudades y también, constantemente, cuando lee: "Uno cree viajar a diferentes ciudades y viaja siempre a los libros que ha leído", nos asegura, y es esto lo que hace en la primera parte de esta recopilación. De su mano paseamos por la Burdeos de Mauriac y Moratín, por el París de Colette y Julien Green, por La Habana de Lezama y Valente, por el Nueva York de Camba y Juan Ramón Jiménez o por el Palermo de Sciascia y Lampedusa. El autor recorre las calles de estas ciudades en busca de esas voces de otro tiempo siempre vivas en la memoria y las páginas de los libros. El lector las revive a través de la narración en primera persona, pero también a través de los relatos de amigos con los que se encuentra, de extraños con los que se cruza; amenos conversadores que reconstruyen jugosas historias de esas que no aparecen en los manuales y que tanto nos dicen de la verdadera esencia de los escritores y sus obras.Están todos estos textos sumidos en una activa melancolía: evocan el pasado y lo traen al presente, superponen dos momentos distantes en el tiempo. Y es que uno de los principales temas de este libro, que es también uno de los favoritos de su autor, es la reconstrucción de la memoria anclada en la débil línea que separa lo vivido y lo inventado, o mejor dicho, lo recreado. Ficción y realidad se cruzan en estos artículos para explicar la vida a través de la literatura, o viceversa. Le gusta a García Martín adoptar un tono distante, revelar a medias, guardarse algún secreto inconfesable, contar jugando a no decir. También despistar al lector con verdades que no lo son, con citas que pueden no serlo, incluso con textos atribuidos a un autor que el lector duda modestamente de que sean realmente suyos. ¿Son verdaderamente de "Ramón" los aforismos finales que se incluyen en Lisboa de Ramón y Colombine? Algunos tan sugerentes como éste: "En el laberinto de Alfama el minotauro se disfraza de marinero".

Cierra el libro la serie Historias de hotel, en la que se integran nueve artículos que muy bien podrían formar parte de un libro de relatos de esos que comparten un mismo misterioso protagonista capaz de encontrase en las más variopintas situaciones y salir de ellas irremediablemente airoso. Serían cuentos góticos, desde luego, porque están estos textos plagados de fantasmas, algunos lejanos y otros cotidianos, que asaltan al protagonista a la luz de la luna en la silenciosa terraza de un hotel en Roma o a plena luz del día en el fresco claustro de un museo en Ginebra. El lector se pregunta qué hay de verdad o de mentira en estas estupendas historias. Todo y nada, parece respondernos el autor, a quien no le cuesta convencernos de su papel secundario en arriesgadas intrigas de carácter amoroso, detectivesco e incluso erótico. También nos habla, cómo no, de literatura en alguna de estos artículos -desde el hotel Le Café de París de Biarritz nos relata el encantador encuentro de Baroja con una anónima dama-; y de él mismo, en todas ellos. "A veces pienso que para mí tras los límites de mi biblioteca se acaba el mundo", nos dice García Martín, y esconde esta afirmación una gran verdad, pero también una gran mentira porque, leyendo este libro, el lector acaba convencido de que al autor le interesa lo que la literatura tiene de vida, lo que las ciudades y los libros tienen de soportes de esa vida que él no se conforma con observar de lejos.

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