Juan Pedro Cosano vio la luz literaria leyendo La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, un abogado, como él, metido a escritor. De esa lectura extrajo una figura, la del abogado de los pobres del siglo XVIII, lo que hoy sería un abogado de turno de oficio. Ese es el germen de Pedro de Alemán, un personaje que ya va por su tercera entrega después de que la editorial Martínez Roca, que le otorgó a Cosano enn 2014 el premio Abogados de Novela, haya encontrado en él un filón.

En la tercera novela de la serie, Las monedas de los 24, Cosano ha hallado, posiblemente mejor que en ninguna de las anteriores, el ritmo justo para elaborar un trepidante thriller con asesino en serie de fondo en la mejor tradición de las novelas de crímenes con incógnita. Pero si ese es el mayor acierto, la intriga, en este nuevo volumen la familiaridad adquirida con el universo alrededor de Pedro de Alemán permite que el escenario, aquel Jerez de la época que ya está creando una pequeña legión de fans interesados en hacer turismo literario por los lugares frecuentados por el abogado de pobres, sea un acompañamiento perfecto para la sugerente trama.

Como en las otras dos novelas, el argumento es una dialéctica entre los poderosos y las clases populares sojuzgadas. En este caso, el mismo título, el de los Veinticuatro, ya hace una referencia expresa a esa exclusiva clase social que nació con la Reconquista y que otorgó a los descendientes de los generales que retomaron las plazas musulmanas unos privilegios locales que les permitían sobrevolar por encima del bien y del mal.

Una serie de mujeres van a ser aseteadas, despanzurradas y violadas por el misterioso personaje que deja como sello de su crimen distintos denarios romanos, lo que permite a Cosano hablar de otra de sus pasiones, la numismática. Todo engarzado como debe en una literatura que no pretende nada más que entretenimiento, lo que consigue plenamente sin afectación alguna. Simplemente yendo al grano.