Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

La vulgaridad se hace fuerte en San Juan de Dios ante la falta de imaginación y argumentos de nuestros dirigentes. Han renunciado a cuidar las formas hasta en horario infantil. Nada queda de ese valor cívico que se le supone a todo concejal que ha de actuar con personalidad atendiendo a su responsabilidad. Incluso Teófila Martínez, hasta ahora en un discreto segundo plano viendo pasar el tiempo, se ha contagiado de esa locura colectiva e irracional: "¡Cacique, fascista!", le espetó al alcalde en sus narices con el rostro desencajado. Ni aunque fuera un acto reflejo y por imitación, es propio de quien ostentó el mismo sillón de José María González durante 20 años. Y lo más curioso fue el giro espontáneo en su línea de pensamiento. El ambiente está tan crispado que ahora resulta que cualquiera es un fascista. Hace año y medio, Teófila tachó a los podemitas de "mentirosos y oportunistas", les criticó por romper la convivencia y la unidad de España y denunció su afán populista: "Cuanto peor le vaya a España, mejor para ellos", sentenció, parafraseando a Rajoy. Entonces basaba su discurso en que los de Podemos son unos "co-mu-nis-tas". Lo decía masticando cada sílaba. Pero el lunes los llamó fascistas sin más anestesia y como si fuera uno de esos folloneros que se cuelan en los plenos para llamar la atención. No le gustó un pelo que José María González se ayudara de una artimaña para aplazar el debate en el Ayuntamiento, lo que le sirvió para dejar al PP con la palabra en la boca.

La yugular de Romaní se hinchó por ensalmo con todo tipo de improperios. Como si le gritara al árbitro desde el fondo sur, se inclinó más por el "chulo" con Teófila ya a coro y fuera de sí. Hasta ahora eran los radicales los que repartían el carné de demócrata y calificaban de fachas a todo el que no pensara como ellos. Pero parece que al PP también le va la marcha, olvidando que en el terreno pantanoso pierde siempre. Espoleado por los suyos, el alcalde se vino arriba y pidió la reprobación de Teófila e Ignacio Romaní. Quiso mostrarse solemne, pero para empatarla sacó los trapos sucios, vinculó a Teófila con la trama Gürtel y concluyó que el fascismo "es más propio y cercano del PP". ¿De verdad que era necesario un pleno para reprobar a Teófila? Vale que se equivocó, que fue maleducada. ¿Pero era necesario un debate? El PSOE le siguió el juego y el socialista Fran González aprobó la reprobación desde el cariño, por supuesto.

De poco le sirvió a Romaní su tono desafiante para ejercer de perdonavidas como si se aproximara el juicio final, hablando de asesinatos en Loreto. Como dijo el alcalde, que se explica estupendamente, "estamos en lo más de lo más". Decir que unos y otros son calcados es absurdo, pero hay parecidos más que razonables en sus pensamientos y sus comportamientos. Lo que más les une es que todos se suponen superiores al resto. Y es la idea que acarician desde las filas podemitas y las populares, poseídos por una autoridad moral que no se sabe de dónde sale. La menor injuria contra sus dirigentes o el elogio del rival les sacan de sus casillas. Los que ahora defienden al alcalde con la piel más fina que un bebé han sido los primeros en insultar con furor tuitero. La propia María Romay sostuvo en el pleno que reprobaba a Teófila que el PP es "heredero del fascismo". Pero claro, todos califican los hechos como notables o miserables en función de quién los protagoniza. El afán por denostar al rival y por cerrarse en banda a cualquier discusión les empuja con tanta fuerza que pierden el miedo al fracaso. Y todo ello el mismo día que se rompe España. Mientras toda la sociedad respiraba la sensación de fracaso unida a una honda preocupación, nuestros munícipes seguían a lo suyo con sus carajotadas.

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