historias de algeciras

La medicina (LV)

  • El médico José Gómez Vinardelly se defiende de la acusación de que denegó la asistencia a enfermos

Se desconoce documentalmente el final del turbio asunto del cambio de dirección en la Hijuela algecireña, más se ha de suponer que la transición se haría, como se recogió en el capítulo anterior "sin documentos, indispensables para formalizar las cuentas, empleados despedidos y petición -por parte del saliente-, de que se le devuelva lo que se le ha quitado", entre otras.

Al mismo tiempo que estos graves hechos ocurrían en nuestra ciudad, teniendo como marco el tan necesario establecimiento para la acogida de los menores desamparados, el procedimiento del expediente aclaratorio abierto al médico Gómez seguía su curso, de cuyo último paso administrativo se dejó constancia en la anterior entrega, consistiendo en la diligencia: "En vista de las razones expuestas en la anterior instancia que se unirá al expediente entréguese éste bajo recibo y por termino de seis días al Señor D. Eladio Infantes, nombrado para su defensa por el médico titular D. José Gómez". Finalizando el acto con la anotación siguiente: "En dicho día yo el Secretario notifiqué íntegramente y di copia literal del anterior decreto al médico titular Don José Gómez y enterado firma de que certifico. Fdo: D. José Gómez".

Una vez leído y estudiado el expediente entregado, preparada la defensa, el médico cuestionado se expresó mediante declaración escrita en los términos siguientes: "Don José Gómez Vinardelly, médico titular y vecino de esta Ciudad, en el expediente formado por faltas que se me atribuyen en el desempeño de mi cargo, evacuando la instrucción conferida, digo: Que ante todo debe eliminarse de las quejas o agravios que contra mí se fulmina, todo cuanto se refiere á la asistencia médica de Don José Sambucety y Ottone, Don Ramón Alcoba, Dña. Mercedes Costa, la Madre de Morera, é Isidro Pascual Fernández, por que todos esos enfermos eran de pago no estaban constituidos bajo la protección especial del Ayuntamiento, ni comprehendidos por consiguiente entre los menesterosos cuya asistencia únicamente contraté".

Sobre el primer nombrado por Gómez en su declaración, recordemos que fue su nieto José Sambucety Deudero, quién manifestó: "Que son muchos los casos que de público vienen refiriéndose en queja del proceder de dicho facultativo […], que en la última invasión colérica en esta Ciudad, fue invadido su abuelo D. José Sambucety Ottone [...], rogó personalmente, acompañado de su primo Domingo Deudero, que acudiera á prestar los auxilios de su profesión a su abuelo, negándose a ello...". Con relación al segundo enfermo -y prosiguiendo con el recordatorio-, citado también por Gómez, D. Ramón Alcoba, fue el hijo de este, José Alcoba, quién declaró: "Que públicamente se viene hablando de las faltas cometidas por el Sr. Gómez, negándose a asistir á enfermos pobres, pero que no puede expresar mas que la siguiente: habiendo sufrido su propio padre D. Ramón Alcoba un ataque al hígado […], le rogó fuese corriendo á ver á su padre […], se negó dicho profesor, por mas que el declarante y su cuñado insistieron en dicha pretensión y le ofrecieron todo lo que pidiera por la visita...". En cuanto a la enferma Dña. Mercedes Costa, fue su hijo -D. Francisco Pérez-Petinto y Costa-, como denunciante, quién dijo: "Que se habla públicamente hace tiempo de las faltas de asistencia del médico D. José Gómez, á los enfermos pobres, pero no puede expresar más que los que resultan en la instancia y lo que pasa á exponer, que habiendo sido atacada su madre Dña. Mercedes Costa, de cólera morbo […], fue llamado el médico de la casa D. José Gómez, […], que no iba porque no le daba la gana […], enterado su abuelo D. José Costa Alarcón de la negativa del Sr. Gómez, fue en persona á buscarlo, y después de muchas reflexiones pudo conseguir que el profesor ofreciera ir á la casa,...".

En cuanto a la identificada en la declaración escrita de Gómez, como "la madre de Morera", el citado médico se refiere a la madre de D. José Morera Sarmiento, quién en su testimonio había manifestado: "Preguntado sobre los casos en que D. José Gómez haya negado su asistencia médica á enfermos, dijo que cuando su madre fue invadida del cólera morbo mandó á un hermano para que buscara á D. José Gómez, y le pidiera su asistencia; que lo encontró en una casa que estaba almorzando y contestó que iría, pero pasadas dos horas sin haberse presentado fueron de nuevo á buscarlo y contestó su esposa que había salido, que pasadas otras dos horas y agravándose la enferma el declarante salió á buscar al mismo […], que tampoco estaba en su casa y al fin lo encontró en la calle Real (Cánovas del Castillo), próximo á la botica de García haciéndole saber la necesidad de su asistencia, le contestó que iría a ver a la madre del que habla luego que almorzara, á lo que le replicó el declarante si tenía la costumbre de almorzar dos veces, exigiéndole que le hablara con claridad si iba o no á ver á la enferma, a lo cual le contestó de mala manera, que no tenía derecho a meterse en sus operaciones y que iría á la casa; que á pesar de este último ofrecimiento, no fue el Sr. Gómez, y al siguiente día le mandó al practicante Sr. Meléndez, por lo cual y agravándose la enfermedad de su madre se vio obligado á llamar á otro facultativo. Que de público sabe que son muchísimos los casos en que el Sr. Gómez ha negado su asistencia médica á enfermos de todas clases". Y por último, menciona a Isidro Pascual Hernández, cuya asistenta Dña. Dolores Rumbao Serrano manifestó: "Que hace unos cuatro años asistía á Ysidro Pascual Hernández, vecino que fue de ésta Ciudad á quién una noche le dió un dolor tan agudo que le hizo necesario llamar á un facultativo en altas horas de la noche para lo cual salió la declarante, acompañada del vecino Juan Domínguez Jiménez y con el auxilio del sereno José Custodio, fueron á casa del médico D. José Gómez, á quién llamaron por una reja, y habiendo contestado, se le manifestó la necesidad de que accediese para asistir al enfermo, á lo cual se negó manifestando que él también se hallaba enfermo y que llamaran á otro facultativo, cuya manifestación consideró la declarante así como los que le acompañaban de que era un pretexto ó excusa, pero nada bastó á pesar de habérselo dicho que aún cuando el enfermo era pobre se le pagaría la visita". Antes de proseguir con el análisis del testimonio presentado como defensa por el médico José Gómez, dentro del turbio proceso aclaratorio abierto en el Ayuntamiento de Algeciras, comentar que la rutinaria vida sanitaria local, seguía su curso, al margen de la mencionada instrucción, siendo asistidos, según su inclusión en el Padrón de Beneficencia, los siguientes enfermos: "José Picazo, con domicilio en calle Alta 11; Vicente San Román, en callejón de Jesús -hoy, José Román-, 74; Francisco Corrales, domiciliado en la calle Carraca 5; Antonio Benítez, con domicilio en calle Nueva o del Matadero 24; Manuel Pacheco, en calle Nueva 69; Francisco Oda, con domicilio en calle Alta -hoy Juan Morrison-, 5; Antonio Benítez, domiciliado en calle Matadero -hoy Tte. Miranda-, 24; Juan Cerro, en calle Nueva ó Matadero 35; Manuel Monfillo, calle Escopeteros 17; Antonio Jiménez, con domicilio en calle Carretas -hoy General Castaños-, 40; Juan Pérez, domiciliado en calle Correo Viejo -hoy, Tte. Serra-, 12; Antonio Romero; Dolores Román, domiciliada en calle Correo Viejo, 12; Diego Baca, en calle Alta 10; Dolores Romero, con domicilio en callejón Escopeteros 11; Antonio Ruiz, domiciliado en calle Nueva 51; Antonio Beneroso, en calle Gloria 57; M. Codes, con domicilio en calle Anghera 6; Juan Jiménez, en callejón de Escopeteros 6; Sebastián Montero, domiciliado en calle Nueva 88; María Roca con domicilio en calle Nueva 66; Juan de los Santos, en calle Cristóbal Colón 66...". Curiosamente, una vez efectuada la visita del médico al que le correspondiera este sector -comprendiendo, según la división administrativa de Algeciras, en calles principalmente de los distritos de San Isidro y Pósito- los diferentes partes eran entregados al concejal encargado de su control, siendo en este caso D. Miguel Alcoba, hermano de uno de los denunciantes en el expediente abierto al médico Gómez, e hijo de uno de los enfermos afectados D. Ramón Alcoba, por lo que la "situación", dentro de la pequeña estructura sanitaria municipal creada para satisfacer las necesidades de los enfermos inscritos en la beneficencia local, no tuvo que ser nada fácil.

De regreso al escrito de defensa presentado por el médico titular municipal José Gómez, este, una vez hecha la puntualización recogida anteriormente, proseguía: "No cometí falta alguna en la asistencia de las personas aludidas como después demostraré, pero suponiendo en este momento que hubiese infringido mis deberes profesionales rechazando trabajos que habían de serme productivos me veo precisado en declinar el interés del Cuerpo Capitular en esos hechos concretos, porque el abandono ó negligencia de un médico en su clínica particular debe ser corregida por el jurado médico establecido en las capitales de provincia ya que no ya que no fuese bastante corrección su personal descrédito y la pérdida de sus emolumentos que sería consecuencia necesaria". En esta segunda parte, el médico afectado -claramente apoyado por su abogado Eladio Infantes-, al parecer señala la falta de competencia del consistorio -grueso de la defensa de Infantes-, para resolver los asuntos que señala propios del ejercicio particular. Prosiguiendo la declaración del denunciado, según la documentación estudiada: "Las quejas y agravios á que me refiero han venido á este expediente con el único de hacer bulto y formar atmósfera, como hoy se dice, contra mi reputación; allanando, tal vez el camino á la satisfacción de otras codicias. Más como mi objeto no es dejar sin contestación ninguna especie, explicar según antes he prometido. Lo que ocurriera en los casos á que se contraen esas denuncias". Continuando el galeno señalado, en la aseveración y de modo personalizado: "Don José Sambucety y Ottone. Este enfermo pertenecía a la clientela particular de Don Francisco Contilló Pecino, y si bien es cierto que se me llamó para que le asistiera, también lo es, que el llamamiento se debía según consta en la declaración del mismo enviado á que mi compañero se hallaba ocupado en la asistencia de otros enfermos, en cuyo mismo caso me encontraba yo, y no había de abandonar mis enfermos pobres, ni clientela particular, para dedicarme á un enfermo rico, cliente de otro profesor; siendo además para mi cosa notoria que el Señor Sambucety abusaba mucho de medicamentos empíricos -¿En fase de pruebas?-, y no quería yo contraer responsabilidades que no eran de mi cargo. Tras referirse a D. José Sambucety Ottone, pasaría a dar su versión sobre lo acontecido según la elección establecida por él -y seguramente su abogado-, sobre la base de al parecer, falta de competencia municipal para abordar lo acontecido dentro del contexto de "su clínica particular", siendo los protagonistas, además del referido Sr. Sambucety, Don Ramón Alcoba, Dña. Mercedes Costa, la madre de D. José Morera Sarmiento, y por último D. Isidro Pascual Hernández. Para finalizar este capítulo, cabe resaltar de la exposición de Gómez, el siguiente párrafo: "Las quejas y agravios […], han venido á este expediente con el único de hacer bulto y formar atmósfera, como hoy se dice, contra mi reputación; allanando, tal vez el camino á la satisfacción de otras codicias".

Si la referencia es al plano profesional, y más concretamente a su cargo de Decano Subdelegado de Medicina y Médico Titular, el mencionado galeno señala claramente a aquellos que se beneficiarían con su posible caída en desgracia, o dicho de otro modo, en palabras del autor de la novela picaresca Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán: "Que quién es de tu oficio, ese es tu enemigo". Sea como fuere, verdad o mentira, la reflexión expuesta por el médico José Gómez Vinardelly, lo cierto es que ahonda en lo más oscuro del alma del ser humano; pero eso, es otra historia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios