Campo de Gibraltar

La historia dormida de San Roque

  • Hasta tres yacimientos aguardan bajo terrenos del término municipal para ser excavados

  • La delegación de Turismo ya explota el interés que despiertan los fortines entre el público

Buena parte de la historia de San Roque se conserva aún dormida, bajo la tierra. Yacimientos casi desconocidos por el público como Barbésula, Guadalquitón y el Cerro de los Infantes guardan silenciosamente el testimonio de las ciudades romanas que precedieron a la que nació del exilio.

Las razones para que San Roque fuese elegida por los pobladores de la época tienen su origen en la presencia de ríos tan importantes como el Guadiaro, el Guadarranque o el Palmones. Uno de estos yacimientos es la ciudad de Barbésula, en Pueblo Nuevo de Guadiaro. "Es muy similar al de Carteya y además goza de la máxima protección administrativa como Bien de Interés Cultural (BIC). Está vallado, y por lo tanto no corre peligro alguno a no ser que se produzca algún fenómeno natural que le afecte de manera considerable. Podemos decir que está protegido, pero los arqueólogos entendemos que proteger un yacimiento es ponerlo en valor, hacerlo útil a la sociedad, porque lo que tampoco podemos negar es que si no se actúa en él poco a poco se va degradando", explica Salvador Bravo, arqueólogo y profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Investigadores como él están convencidos de que Barbésula fue una ciudad que gozó de gran importancia en el siglo I después de Cristo. "Lo atestiguan las fuentes antiguas y algunas construcciones cercanas como el cortijo Los Canos, que conserva epígrafes del yacimiento", añade Bravo.

Barbésula no corrió la misma suerte que Carteya y aunque se ha estudiado su desarrollo histórico no se ha hecho nada a nivel arqueológico o, como expresa gráficamente el arqueólogo, "no se ha tocado piedra". A los ojos de cualquiera, Barbésula solo es un monte en Pueblo Nuevo de Guadiaro, visible desde el colegio local, el Gloria Fuertes, pero para el arqueólogo es algo parecido a tener un insecto en una burbuja de ámbar. "Está protegido y no se toca, pero es una protección que se queda corta y que vive a la espera de alguien al que pueda interesar", comenta Salvador Bravo.

El yacimiento de Guadalquitón-Borondo no tiene la misma entidad que el de Barbésula y es algo más tardío (siglo I y II después de Cristo), pero goza de cierta relevancia. Los investigadores creen que no tenía rango de ciudad pero que pudo ser una villa romana o una explotación dedicada a la elaboración de salazones. Ubicado en la misma playa, en la desembocadura del río Borondo, de este yacimiento se conoce poco porque ni siquiera está limitado y de él solo hay algunos trabajos publicados. Sin embargo, los arqueólogos ya han constatado que su historia arranca en el Paleolítico, hace más de 300.000 años.

Nuestro paseo por la historia de San Roque por descubrir concluye en el Cerro de los Infantes, ubicado a la salida del municipio. "Cuando este yacimiento despierte nos va a pegar un grito", explica Salvador Bravo, pues según afirma se trata de un asentamiento amurallado de unas dimensiones "colosales".

Los expertos lo han datado en los siglos IV y III antes de Cristo, por lo que en sus entrañas guarda muchas explicaciones acerca de cómo fue la prerromanización. De hecho, las prospecciones realizadas evidencian su existencia por la presencia de materiales cerámicos.

"No hay fuentes antiguas que nos hablen de esta ciudad, pero muchos de estos escritos no son exhaustivos y puede que la ciudad perdiera relevancia con la conquista romana y fuese ignorada por los historiadores de la época". Al igual que Barbésula, al estar sin excavar en una zona desconocida por el público y poco transitada, su conservación está garantizada.

Torres

medievales

Cuatro son las torres almenara que forman parte del recuerdo del medievo en San Roque. La primera, la Torre de Guadiaro, una construcción de enormes dimensiones con una base muy amplia y un terrado bastante grande. "Fue restaurada con buen criterio y respetando su fisonomía original, por lo que la obra primera se aprecia perfectamente a los ojos de cualquiera que la observe. Esta torre se caracteriza por tener un acceso muy cercano al suelo, y en su remodelación le fue añadida una escalinata. Dentro del amplio abanico de torres almenara que componen el repertorio medieval de San Roque, la Torre de Guadiaro es la más útil porque es accesible y tiene un uso actual y continuado", explica Ángel Sáez, director del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG),

La Torre Quebrada de Guadiaro, aunque fracturada por completo, conserva un atractivo particular. Es una superviviente. "Aún no sé cómo sigue aguantando", explica Sáez, quien recuerda que muchas de estas torres no encontraban un terreno sólido sobre el que construirse y que la existencia de una base arenosa provocaba que las construcciones se asentasen de manera diferente, provocando que se hundiese y quedase cortada.

La Torre del Rocadillo, ubicada en el Yacimiento de Carteya, tiene una base cuadrangular y esta particularidad la hermana con las torres de Entrerríos, en Palmones, y del Fraile, en Algeciras, aunque la sanroqueña es la mayor de todas.

Los investigadores aún no se explican por qué fueron construidas de este modo, aunque apuntan a que pudo haber una muy grande en Punta Carnero, también en el municipio algecireño, que sirvió de modelo para estas tres posteriores.

La Torre de Punta Mala es hoy un faro como consecuencia de una reforma que sufrió en los años 90. "Se la remozó de tal manera que parece que la torre fue construida ayer. Tiene una escalinata exterior y encima soporta la linterna del faro, por lo que no es reconocible como un elemento del siglo XVI debido a su total transformación", comenta el director del IECG.

LaTorre del Rocadillo también está incluida en el catálogo de almenaras de que dispone San Roque. Esta construcción se encuentra en perfecto estado de conservación gracias a su ubicación, dentro del yacimiento de Carteya, lo que ha propiciado su mantenimiento y cuidado a lo largo del tiempo.

Huerta Varela es un caserío situado a 800 metros de la antigua ermita de San Roque. A pesar de que hoy está completamente derruido, su estado no se corresponde con el importante lugar que tiene en la historia de la ciudad. Fue allí, en la vivienda del regidor perpetuo Bartolomé LuisVarela, donde se celebró el primer cabildo, del que no se levantó acta alguna, en los últimos días del mes de mayo de 1706. Días antes, el 21, el Consejo de Castilla firmó una Real Provisión en la que se ordenaba que se reunieran en cabildo para poner orden en el lugar. Los regidores de la zona, hartos de las tropelías que estaba cometiendo el corregidor Rodrigo Muñoz apropiándose de bienes, se dirigieron al Consejo de Castilla para solicitarles su ayuda.

Finalmente, el 18 de junio de 1706, tuvo lugar el primer cabildo que se registra en actas en la Granja Viña de Juan de Benito Rodríguez. Juan Antonio García Rojas, miembro de la sección de Historia del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG), cuenta que desde que se creó la ciudad de San Roque, ésta tomó como día para celebrar su fundación el 4 de agosto, cuando se conmemoraba la pérdida de la ciudad. A finales de la década de los sesenta y toda la siguiente del pasado siglo, estas conmemoraciones se hacían de forma más solemne, con conferencias en el Mirador de los Cañones y descargas de fusileria en honor a los caídos por Gibraltar.

García Rojas recuerda que en 1987 las autoridades decidieron cambiar el día de la ciudad del 4 de agosto al 21 de mayo con la falsa excusa de que lo que se hacía el 4 de agosto era celebrar la pérdida de la ciudad de Gibraltar. Eligieron el 21 de mayo porque creían que se trataba de un real despacho en el que el rey ordenaba que se creara la nueva ciudad de Gibraltar residente en su campo, pero no conocían el verdadero contenido del documento, que resultó ser una real provisión en respuesta a las diferentes misivas que regidores del lugar enviaron al consejo real en protesta por los abusos y el aprovechamiento de los bienes de propios que el corregidor estaba realizando. "Llevamos 30 años celebrando en San Roque la fecha en la que se le echó al corregidor un rapapolvo por corrupto", relata el historiador, quien destaca que la real provisión fue encontrada por el historiador algecireño Juan Ignacio de Vicente Lara en el Archivo Histórico Nacional en 2004.

Sin embargo, el caserío de Huerta Varela corrió peor suerte. "Los técnicos dicen que es una construcción del siglo XIX, pero no tienen en cuenta que permaneció intacta durante más de un siglo, antes de que pasara a un particular y le hiciera hasta dos reformas. Estuvo en manos privadas hasta hace unos doce años, luego los terrenos fueron recalificados y el propietario cedió la casa al Ayuntamiento. Desde entonces ha estado completamente abandonada", explica.

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