Campo de Gibraltar

La Fábrica de Artillería, primera gran industria local

  • La factoría abasteció de balas las campañas militares del XVIIIl El Conjunto Monumental del Castillo es una de las piezas clave del patrimonio jimenato

Varios son los enclaves históricos que hacen de Jimena de la Frontera uno de los municipios del Campo de Gibraltar con mayor atractivo para historiadores, curiosos y visitantes. El que conforma parte de su imagen turística, alzándose en lo más alto del pueblo, fue Declarado Monumento Nacional en el año 1931. Hablamos del Conjunto Arqueológico del Castillo de Jimena de la Frontera, ubicado sobre el cerro de San Cristóbal, visible desde varios kilómetros.

Es el conjunto de mayor importancia de la ciudad desde épocas remotas. Sus primeras ocupaciones datan de la Prehistoria, pasando por los tartésicos, bástulos, turdetanos, fenicios, romanos, musulmanes y cristianos. Todos ellos dejaron su legado arquitectónico y cultural en la ciudad que hoy se conoce.

Para quienes estén interesados en recorrer este monumental conjunto, desde la puerta del Arco del Reloj apreciarán la importancia del enclave, desde donde se ejercía el control y la defensa de las rutas comerciales.

El castillo jimenato cobró especial importancia y protagonismo durante el Reino Nazarí de Granada. Del monumental Municipium Res Publica Obensis (OBA) de época romana aún quedan vestigios arquitectónicos como las bóvedas de cañón y la cimentación de lo que fue un templo.

A unos 140 metros del conjunto se encuentra el Tajo de la Reina Mora, que en su día fue una primitiva iglesia mozárabe. De forma majestuosa se muestra el alcázar, último reducto del conjunto amurallado que guarda la peculiaridad, a diferencia de otras fortalezas contemporáneas, de poseer un foso seco.

La parte central del conjunto está tomada por la torre del homenaje, considerada única por estar construida en planta circular, ya que este tipo de torre islámica en Occidente no era habitual. Más comunes eran las de planta poligonal, cuadrada o rectangular.

El recorrido por el Conjunto Monumental del Castillo de Jimena lleva a sus visitantes hasta el interior del alcázar. Será allí donde disfrutarán de unas impresionantes panorámicas para observar el Peñón de Gibraltar y la costa africana.

Los muros del castillo, que desde época íbera soportan el paso de los siglos, componen la bella estampa del municipio de Jimena. Hasta allí se trasladan miles de personas cada año gracias a una serie de iniciativas turísticas y pedagógicas destinadas a conocer uno de los elementos clave del patrimonio jimenato.

Molino de San Francisco

El molino de San Francisco, un molino hidráulico, es otro de los elementos patrimoniales a destacar. Su estructura responde al mismo estilo de otros ubicados en los municipios de Los Barrios, Algeciras o San Roque. Datado en el siglo XVIII, es el modelo tradicional de la zona y probablemente algunos de ellos fueran construidos sobre molinos islámicos. Así lo señalan algunos de los materiales hallados y su emplazamiento, similar a los que les precedieron. El molino está muy deteriorado debido a su abandono, y encontrarlo no es tarea fácil debido a que se encuentra oculto y perdido en la maleza.

Ángel Sáez, director del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG), cuenta que este molino aprovechaba el agua procedente de un arroyo cercano, el arroyo del Cañuelo, captada desde su zona más alta y transportada hasta el molino gracias a un cao o canal de agua.

"La altura en la que se encontraba situado el canal le permitía cargar el agua con la fuerza necesaria para poner en marcha la piedra, conocida como solera, que molería el trigo. De esta molienda salían el pan y la harina para consumo doméstico. En aquel tiempo, los molineros que hacían este trabajo se quedaban con una parte -conocida como la maquila- resultante del producto final", explica Sáez.

Este añade que aunque se encuentra en muy mal estado, aún puede observarse su funcionamiento con una simple visita. "Este molino se compone de dos cubos, de dos moliendas, lo que le permitía no tener que parar la actividad en caso de que hubiera que hacer alguna reparación", añade el director del IECG.

En su opinión, molinos como el de San Francisco son un claro ejemplo de las costumbres de la época y podrían servir como atractivo turístico y etnográfico. Además del de San Francisco, Jimena tiene otros molinos similiares junto al río Hozgarganta que hoy se mantienen en pie gracias a que fueron aprovechados como viviendas habituales.

Real Fábrica de Artillería

Fue José de Gálvez, ministro de Carlos III, a quien la historia de Jimena le debe uno de sus más importantes hitos. No en vano, fue el promotor de la considerada la primera gran fábrica del Campo de Gibraltar. Así la llama José Regueira, cronista del municipio y consejero de honor del Instituto de Estudios Campogibraltareños (IECG).

Apremiado por las campañas militares que se desarrollaban en América y el asedio a Gibraltar, Gálvez convenció al rey para que ordenase la construcción de una Real Fábrica de Artillería. Regueira cuenta que hubo hasta tres intentos diferentes, en distintos puntos del municipio, junto al Hozgarganta y al Guadiaro, pero que fue la situada en el primero la que cumplió su papel de primera gran industria campogibraltareña. "Se levantó en la parte baja del río, en un paraje impresionante, y para su puesta en marcha fue necesaria la construcción del cao o canal -de unos 700 metros de longitud- que daría agua suficiente para poner en funcionamiento los hornos de esta gran fábrica", cuenta el historiador jimenato.

Es precisamente este canal el que mejor conservado está, muy lejos del estado en el que se halla la fábrica, cuyo testimonio histórico está prácticamente desaparecido. Esta Real Fábrica de Artillería estuvo funcionando durante doce años, entre 1777 y 1789. Luego sufrió diversos avatares. Tras ser abandonada y donada, pasó a manos privadas.

La fábrica empleó a centenares de personas, según cuenta José Regueira: "Aunque no fue la más grande de las tres que se plantearon, podría ser considerada la primera gran industria que se levantó en el Campo de Gibraltar. Todos sus técnicos y directores eran franceses, responsables de la puesta en marcha de una factoría ordenada por el Rey y dedicada a la construcción de balas y cañones, aunque estos últimos nunca llegaron a hacerse".

La mano de obra llegó procedente de diferentes puntos de las provincias más cercanas. Albañiles, carboneros o fundidores, entre otros, acudían cada día a cumplir la misión de fabricar balas para quienes luchaban a miles de kilómetros, en América, del lado de los americanos que pugnaban por independizarse de la poderosa Inglaterra.

"Todo el material que allí se fabricaba era transportado hasta Palmones, donde se dirigía a Cádiz para marchar luego a tierras americanas. Muchas de las balas fueron enviadas a Bernardo de Gálvez, sobrino del ministro, que luchó junto a las tropas americanas, una figura que ocupa un importante papel en la historia de Norteamérica", cuenta el cronista José Regueira.

Junto a la fábrica se estableció toda una población obrera que dependía directa e indirectamente de esta infraestructura estatal, construyendo casas, hornos, talleres, almacenes, presas y el propio canal. Como combustible para la puesta en marcha de los hornos se aprovechaba la enorme masa forestal de Jimena de la Frontera.

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