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Entidades recreativas y culturales actuales (III)

  • TOMO XEl décimo volumen de la Enciclopedia de La Línea está dedicado a la vida social en la localidad, con un repaso a entidades de todo tipo

Entidades recreativas  y culturales actuales (III)

Entidades recreativas y culturales actuales (III)

La ciudad de La Línea ha sido muy prolífica a lo largo de su historia en cuanto a la creación de entidades sociales. Las que se recogen en este apartado han llegado a nuestros días y se mantienen activas.

Unión deportiva (1922) Ambigú y conserjes

Continuamos el relato sobre la historia de la Unión Deportiva, entidad surgida en 1922 y muy estrechamente ligada a la historia de la ciudad de La Línea.

En la barra del ambigú se formaban las reuniones de copas y tertulias, igual que en la actualidad, pero abundaban más. Las reuniones eran a diario, recuerdo a Manolo Valenzuela (vaya tío con gracia y qué gran persona, cuánto le queríamos todos) en esas tertulias en las que comenzaba hablando normalmente, a medida que iba bebiendo, se ponía simpatiquísimo, con sus canciones en "árabe" y diciendo dos mil chistes, cuando ya no podía casi tenerse en pie, se marchaba a la Confitería La Crema y compraba una bandeja de pasteles para su mujer (así pretendía que no se enfadara por llegar tarde y de la manera en que llegaba), y aún hoy me pregunto si la bandeja de pasteles, algún día alcanzaba su destino final.

Aquella otra reunión de Agustín Rodríguez Cano, Tino Rodríguez, Antonio Rojas (Albondiguita como se le llamaban cariñosamente, pues era bajito y regordito), Rogelio Rodríguez Corbera, todos compañeros de junta directiva. Un año por Navidad, la lotería que se vendió en la Unión salió premiada. No recuerdo si era un duro por peseta o algo así. Lo cierto es que con mucha picaresca, Agustín Rodríguez puso el horario de pago de premios a una hora de lo más inoportuna, con la idea de que cobrasen las menos papeletas posibles, no por no pagarla, sino que cuando llegaban los socios a cobrar fuera del horario, les ponía como condición que tenían que dejarle pagado un "biberón" en la barra. Tantos eran los casos, que no les daban tiempo a bebérselos de modo que acordó con Antonio González (arrendatario del ambigú en aquella época) que los cobrara y los fuera apuntando en la madera del barril (una raya con una tiza). Se dio el caso de que el barril quedó totalmente decorado en marrón y blanco.

Las normas de la entidad eran muy sobrias y distintas. Para estar sentado en los sillones de "guita" de la puerta del Casino en la calle Real, había que estar vestido de chaqueta y corbata. De lo contrario, los conserjes te llamaban la atención y no te permitían estar allí. En las casetas de feria de aquella época, también existía la misma normativa, si no ibas de chaqueta y corbata (en pleno mes de julio) no te permitían la entrada al recinto, por muy socio que fueras. Una vez dentro de la caseta, debías observar un comportamiento tan correcto que si te pegabas un poco a tu pareja bailando, inmediatamente el señor directivo de pista te llamaba educadamente al orden, pidiéndote por favor que te separaras de tu compañera de baile o se vería obligado a hacerte abandonar la pista. Imaginaos la cara que se le ponía a la chavala con la que esos momentos bailabas, roja como una amapola, pero tenías que acatar la orden del directivo si no querías que después de echarte de la pista te abrieran un expediente y encima te castigaran de uno a tres meses sin entrar en el Casino por no comportarte decorosamente, según lo establecido.

La Unión a lo largo de su historia ha tenido también sus conserjes como entidad de su clase. La primera pareja de estos la compusieron Lucas Fernández Vázquez y Eusebio Benito Rodríguez, a los que relevaron Ceferino Zariquiegui y Francisco Agüado. Con esta pareja corría los turnos Ángel Pérez Candiles (Angelito) y posteriormente Salvador Nogales. Cuando Aguado se jubiló, pasó a formar pareja con Ceferino mientras que Paco González, una vez se jubiló Ceferino, entró Rogelio Fraile y cuando Paco llegó también a la edad de su jubilación, le sustituyó Andrés Sarria. Posteriormente, cuando Rogelio se marchó a otro trabajo se empleó a Roberto Muñoz que junto con Andrés Sarria forman la pareja actual de Conserjes de la Unión (año 2004).

Del ambigú de la Unión se conservan pocos escritos, pero indagando acerca de los socios veteranos puedo relatar que al principio en las primeras sedes, éste se utilizaba como auto-servicio. O sea, el mismo socio se servía y depositaba en una lata de carne de membrillo el importe de su consumición. Pero aquello era incontrolable y siempre faltaba dinero, por lo que al pasar a la calle Clavel se montó un ambigú regentado por Aurelio Orrillo López y Rogelio Rodríguez Corbera, los cuales lo atendían en las horas libres de sus trabajos, ya que el Casino se abría sólo por las tardes.

Posteriormente, cuando se trasladaron a la calle Real, ya se montó un bar en condiciones con su cocina para las tapas, según me comentan los más antiguos del lugar. Este ambigú lo regentaron más o menos por éste orden (ya digo que no tengo datos escritos) Aurelio Orrillo, José Manuel Álvarez, Ángel Cabrera, Antonio Fernández, con éste entró a trabajar en la cocina un tal Pepito León Aguilar.

Continuaron regentando el bar de la Unión Paco Recio, Antonio Oliveros, Francisco González, (éste colocó como aprendiz de barman a Antoñito Valencia García, en marzo de 1969), Aurelio Pérez, Luis Gómez Besa, Gerardo González, Manuel Bellido (Fidel) y Pepe León formando pareja. Al fallecimiento de Fidel se hizo cargo en solitario Pepe León (1985). De este Pepe León es forzoso hacer capítulo aparte, no en vano lleva ya más de 36 años aguantándonos, con Antonio Valencia (que también le tenemos ya más de 28 años) forman la pareja más querida por todos los socios de la Unión (datos facilitados en el año 1997).

Pepe y Antoñito son ya parte de nuestra historia, por lo amables, serviciales, atentos y sobre todo por ser tan buenísimas personas. A los hijos de Pepe, Pili y Antonito León, se podría decir que les hemos criado entre todos los socios que diariamente vamos al Casino. Rrecuerdo que en la sede de la calle Real, mientras algunos socios jugábamos a la "garrafina", Pili (hija) estaba en el cuarto de juegos ("quirófano" como lo llamábamos) durmiendo en su cochecito. Cuando la niña se despertaba, llamábamos a Pili (madre, ¡qué gran mujer!), ésta dejaba la cocina, le cambiaba los pañales o le daba el biberón, a veces si era hora de mucho trabajo en la cocina, el biberón terminábamos de dárselo a la niña el que más cerca estuviera del cochecito, posteriormente con Antoñito (el otro hijo de Pepe) pasaba lo mismo. Prácticamente entre los socios hemos sacado a Pili y a Antoñito adelante.

De las casetas de feria de la Unión Deportiva, las últimas generaciones pueden y podemos contar de ellas maravillas. Aquellas casetas del Paseo de la Velada eran verdaderas obras de arte por su belleza y gusto exquisito en su construcción.

Recuerdo aquellas orquestas, la del Maestro Rafael Orozco, Villafranca, Los Bombines, Los Mejores, Veracruz, Ellos y Ellas, Juanita Rivero y Terra; atracciones como Trudy Bora, Lolita Garrido, Los Romeros de la Puebla (que curiosamente recuerdo que cuando los contraté era la primera vez que venían a La Línea y le costó a la Unión 25.000 pesetas, que cuando Enrique Guzmán se enteró casi me mata, pero después del escándalo que formaron durante su actuación, me dijo que había sido un acierto), Los Amigos de Gines, Manolo el Malagueño, Cuadro flamenco de Teresa Luna, Pepe Da Rosa, María Vidal, Los Marismeños, Dúo Sacapuntas, Paco Gandia, Los Morancos de Triana, Manolo Codeso, Fernando Esteso, (estos últimos ya más recientes), sin olvidar a los grupos locales como Paquito Padilla y su grupo flamenco, Brisas Marineras, El Coro del Rocío de La Línea (dirigido por nuestro amigo Juan Genal, tantos años directivo y eterno colaborador de todo lo que se organice en la Unión), Marisma y Arena y por último el grupo de rumbas y sevillanas Asómate al balcón.

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