inclusión social

Cruz Blanca: 40 años de apoyo en Algeciras

  • La Fundación ha ayudado a 350 personas este año en su centro de acogida.

  • Decenas de personas han logrado trabajo gracias a su programa de empleo.

Un voluntario dobla prendas en el ropero del centro de acogida.

Un voluntario dobla prendas en el ropero del centro de acogida.

Es jueves por la mañana. El silencio reina en la casa familiar de la Fundación Cruz Blanca. Las personas que viven aquí están en la calle siguiendo sus itinerarios, su camino para poder insertarse en una sociedad de la que se han visto excluidos por distintos motivos y que pasa por la gestión de documentación, formación, búsqueda de empleo. Solo Pepe -voluntario ahora, usuario antes- trabaja en el pequeño ropero de la casa, tratando con mimo las prendas que después serán distribuidas en situaciones de emergencia. Él es uno de los ejemplos de éxito del modelo de acogida de los padres franciscanos, un sistema de tratamiento integral que sigue su lema: Familia que acoge, acompaña y transforma. Cuarenta años en Algeciras, cuatro de ellos bajo el formato de fundación.

El centro Virgen de la Palma es la punta de lanza de Cruz Blanca. Con 17 plazas es el único de su tipología en Algeciras: alberga a personas en exclusión social durante meses y solo en este año ha atendido a 350. Pero su atención va más allá de aportar un techo bajo el que dormir: el centro se convierte en la casa de los que no la tienen como clave de bóveda para construir una nueva vida. Los residentes no solo participan de tareas sencillas como cuidar el jardín o pintar, sino que también tienen acceso a educadores, mediadores, trabajadores sociales, para conseguir superar la situación que -en la mayoría de los casos- les llevó a la calle.

"Aquí llegan los casos más extremos", explica Raquel Ameijeiras, coordinadora de la Fundación Cruz Blanca en Algeciras. Fundamentalmente son personas que carecían de hogar, pero también hay jóvenes que acaban de salir del centro de menores del Cobre al cumplir la mayoría de edad o personas en permiso penitenciario, hombres y mujeres. La casa es un gran hogar con una familia de varias generaciones y procedencias distribuida en tres plantas: dos masculinas y una femenina. Tanta es la demanda de este recurso que los franciscanos ya habían habilitado otras 33 plazas, hasta llegar a 50, en una ampliación del edificio en la que se han previsto incluso habitaciones para familias, además de una reforma de todo el espacio de atención a los usuarios.

Dos voluntarios charlan en el balcón. Dos voluntarios charlan en el balcón.

Dos voluntarios charlan en el balcón.

La puesta en marcha de esa ampliación tendrá que esperar a que se aclare el cisma abierto después de que la Fundación haya perdido el 90% de su subvención por IRPF para el próximo año, más de 700.000 euros, en el cambio del sistema de reparto de los fondos, que ha pasado del Gobierno a la comunidad autónoma. Una pérdida de la que la Fundación no culpa a nadie, pero alerta de sus consecuencias.

Estas pasan por tener que cambiar un modelo de atención a las personas en exclusión que ha demostrado su éxito. Este año, destaca el coordinador de la Fundación para Andalucía, Javier Morillo, se ha conseguido que varias personas procedentes del centro de acogida hayan encontrado trabajo, algo "realmente complicado en personas que vienen de la calle".

El modelo comienza con una evaluación inicial del usuario, para decidir en primer lugar a qué recurso puede acogerse. A partir de ahí, se empieza a tratar su problema principal, que puede ser drogadicción, un problema psicológico, habitualmente una patología dual. "Antes de mandar a una persona a un curso de formación tiene que estar en condiciones de realizarlo. Si no, no sirve de nada", señala Morillo. El tratamiento se basa en la aceptación del acogido de una serie de objetivos, que se marcan de forma conjunta. Porque "hay que dar responsabilidad a la propia persona, nosotros no ayudamos, sino que acompañamos y apoyamos", señala Ameijeiras.

Lucía y Jesús, pareja, tienen un objetivo marcado: ir a un centro de rehabilitación de adicciones. Tras cinco meses en el Virgen de la Palma están a punto de lograrlo, explica Lucía, algo que "sin el apoyo de ellos no hubiera podido conseguir". Lucía vivía en la calle y ha pasado anteriormente por otros recursos de acogida, pero ha encontrado en Cruz Blanca algo que le faltaba: "Nos ofrecían unos días, solo un techo. Para comer tenías que ir a otro sitio. Aquí tienes las necesidades cubiertas y apoyo y puedes dedicarte a arreglar tu vida", explica. "Nos acompañan en el camino y a cualquier hora del día y de la noche, en cualquier momento hay alguien con quien puedes hablar. Nos tratan como personas", dice con voz trémula, algo que en la calle no pasa".

Desde ese centro de acogida los usuarios son derivados a los distintos servicios de la Fundación o recursos externos: formación, empleo. Pero no solo ellos: Cruz Blanca atiende a unas 1.200 personas en Algeciras, incluyendo a todo tipo de colectivos en exclusión social en sus actividades, desde las personas sin hogar a migrantes, mujeres en situación de prostitución, familias sin recursos, ex presos... El programa estrella en este sentido es el de Urgencia Social, que es la base económica para el resto y que acaba de quedarse sin fondos del IRPF. Como su nombre indica, su fin principal es atender situaciones de emergencia: la factura de la luz que no puede pagarse, una mensualidad de un alquiler, vales de comida. Todas las ayudas que se reparten tiene su posterior control por parte de la Fundación, que a través de la revisión de los tickets de alimentos, por ejemplo, ejerce también una función de educación para la alimentación, mostrando al usuario cómo mejorar sus hábitos alimenticios y de compra.

El objetivo es ir siempre más allá del problema puntual de la persona, lograr que pueda alcanzar una situación más normalizada. Y para ello el centro social de Cruz Blanca alberga un sinfín de recursos: apoyo psicológico, orientación laboral, ayuda administrativa para gestionar la documentación necesaria, formación sanitaria, cursos de idiomas, talleres de familia y de economía doméstica, de competencias socioemocionales… Una actividad continua para conseguir una atención personalizada a cualquier persona que lo necesite. Todos los recursos están imbricados y al mismo tiempo existe una conexión total con el resto de ONG de la comarca para aprovechar al máximo cada uno de ellos. Esa visión integral supone un proceso largo y un gran número de recursos volcados en una misma persona, pero la tasa de éxito es mucho mayor que en otros modelos, destaca Javier Morillo.

Uno de los residentes hace la cama en el centro Virgen de la Palma. Uno de los residentes hace la cama en el centro Virgen de la Palma.

Uno de los residentes hace la cama en el centro Virgen de la Palma.

También es notable el éxito que tiene su programa de inserción laboral, otro de los principales de Cruz Blanca. Decenas de personas han logrado encontrar trabajo a través de este sistema, en el que están implicadas 30 empresas de la comarca que están dispuestas a contratar a trabajadores procedentes de la Fundación. Esta se encarga de preparar a posibles candidatos y cuando son contratados hace un seguimiento de su labor en la empresa.

Pero no solo eso. El Ayuntamiento de Algeciras cedió a la Fundación una licencia de puesto ambulante en el mercadillo (se espera otra más). Ese puesto es gestionado por los usuarios, a los que se va cediendo por periodos de varios meses y se les apoya en lo que necesiten. Y la Fundación lleva tiempo intentando poner en marcha huertos urbanos que sirvan como medio de subsistencia y también para la posterior venta de productos.

El tratamiento integral llega incluso a un espacio que no se había tenido en cuenta hasta ahora: el ocio. "La inclusión no es solo laboral. Las personas tienen que saber hacer uso de los espacios públicos y el tiempo de ocio. Aprender a ver una obra de teatro, utilizar un parque. Relacionarse con los demás", remarca Morillo.

El amplio ámbito de trabajo de la Fundación incluye también una red de viviendas con 14 plazas, para población altamente vulnerable que no puede estar en un centro, fundamentalmente mujeres en riesgo.

Todo ello forma parte de un sistema sobre el que esta semana se ha alzado la voz de alarma ante el riesgo de que se quede sin fondos suficientes para seguir funcionando como hasta ahora. El modelo que ha devuelto la serenidad a Lucía, que no para de repetir que el centro de acogida "es muy importante, no puede desaparecer. De aquí hemos visto salir a compañeros con su casa y su trabajo y lo que yo quiero es que cuando yo me vaya mi plaza la pueda coger otra persona. Lo que hacen es increíble".

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