vicenta delgado. tRABAJÓ EN EL JARDÍN BOTÁNICO EL aLJIBE

"Ahora no puedo caminar ni cien metros sin ayuda"

  • Acude a Bruselas para recibir tratamiento

"Ahora no puedo caminar ni cien metros sin ayuda"

"Ahora no puedo caminar ni cien metros sin ayuda"

Ocho duros años lleva Vicenta Delgado conviviendo con la enfermedad de Lyme. Diagnosticada como tal hace unos cuatro, acude a Bruselas cada tres meses para recibir el tratamiento con el que lucha contra la bacteria Borrelia. Pero llegar hasta ese punto no fue fácil. Esta trabajadora del Jardín Botánico El Aljibe, en Alcalá de los Gazules, empezó con diversos y variados síntomas, pero fue una tendinitis en el codo y las infiltraciones que le mandaron para reducir el dolor las que iniciaron el camino hacia el diagnóstico definitivo después de varios años. "Los corticoides de las infiltraciones, al ser inmunodepresores como la Borrelia, dieron alas a la enfermedad y empecé con tendinitis por todo el cuerpo y un deterioro físico progresivo. Despues de consultar varios traumatólogos uno me dijo que el origen era infeccioso y ahí empezó mi periplo por los internistas", explica Vicenta, que ahora no puede caminar sin la ayuda de unas muletas.

La pista definitiva llegó del marido de una prima, alemán. "En cuanto me vio me dijo que lo que tenía era una borreliosis, que eso era muy común en Alemania", cuenta. Para entonces ya habían transcurrido muchos años y la bacteria había dejado de generar anticuerpos por lo que la analítica siempre daba falsos negativos. "Empecé a mirar tratamientos que se daban fuera de España y encontré este especialista en Bruselas que me hizo tests de actividad lifoncitaria que verificaron que padecía Lyme", explica Vicenta, que recibió la incapacidad permanente en España por tratarse de una enfermedad totalmente desconocida.

El tiempo transcurrido hasta el diagnóstico y la existencia de más de una picadura, que le produjeron además de esta patología otras coinfeccinoes, han llevado a Vicenta a un diagnóstico duro y difícil de abordar. Cada tres meses acude a Bruselas, donde vuelve a someterse a analíticas y recibe el tratamiento de antibióticos. Además, y para combatir las toxinas que arrastra la bacteria tras ser eliminada, tiene que tomar suplementos y complementos para neutralizar las toxinas que va dejando en su organismo.

"Necesito todo eso para tener lucidez y poder funcionar. Yo antes hacía rutas, escaladas y era capaz de andar decenas de kilómetros. Ahora no puedo ni caminar cien metros sin ayuda", se lamenta Vicenta. Pese a todo, esta mujer que cumplirá 46 años el próximo noviembre es optimista. "Me dijeron que el tratamiento podría durar entre 8 y 10 años, así que ya me queda menos. Aunque mi futuro es incierto, tengo muchas esperanzas de salir de esto", declara con ilusión la afectada, que ya ha gastado más de 40.000 euros en viajes y tratamientos.

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