Crítica 'Phineas y Ferb: A través de la segunda dimensión'

Aquí uno que se apunta

Phineas y Ferb: A través de la segunda dimensión. Animación, EEUU, 2011. 78 min. Dirección y guion: Dan Povenmire y Jeff "Swampy" Marsh. Producción ejecutiva: Dan Povenmire, Jeff "Swampy" Marsh, Zac Moncrief. Música: Danny Jacob.

Simpática anomalía en la programación del insufrible, blando y narcótico Disney Channel, la serie de animación Phineas y Ferb alardea de su feísmo cubista, su irreverencia autorizada y una anacrónica bidimensionalidad en un modelo de entretenimiento juvenil que, con la consecuente rebaja de incorrección política, no anda demasiado lejos de gloriosos referentes televisivos como Los Simpsons, Padre de familia o Futurama.

Creada en 2008 por Dan Povenmire y Jeff "Swampy" Marsh, la serie se centra en las aventuras suburbiales de los dos hermanos que le dan nombre, su mascota el ornitorrinco bizco Perry, un agente secreto camuflado (sic), y la hermana mayor de estos Candace, empeñada en hacerles la vida imposible. Padres, a un lado.

Este primer largo prolonga el vertiginoso ritmo verbal, el desparpajo narrativo, el gusto por la digresión genérica y las constantes referencias pop de la serie, números musicales incluidos, en una trepidante aventura que enfrenta a los ingeniosos hermanos de trazo imposible al malvado Dr. Doofenshmirtz, quien ha conseguido hacerse con el control del planeta en una segunda y siniestra dimensión espacio-temporal.

Confieso que, después del descubrimiento, he decidido hacerme seguidor de la serie.

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