San isidro

David Mora, sinfonía de naturalidad

  • El diestro, que retornaba tras una cornada casi mortal sufrida hace dos años en Las Ventas, abre la Puerta Grande tras torear magníficamente a 'Malagueño', un extraordinario toro de Alcurrucén, premiado con la vuelta al ruedo.

La corrida comenzó con una explosión de emoción cuando tras romperse el paseíllo estalló una ovación enorme en Las Ventas dedicada a David Mora, quien hace dos años y cuatro días sufría una cornada de 30 centímetros que le arrancó la femoral y por la que estuvo a punto de perder la vida. El diestro, que volvía a pisar el ruedo de esta plaza tras ese gravísimo percance, saludó emocionado e incluso se le saltaron las lágrimas en el callejón.

David Mora tocó el cielo torero en su reencuentro con la afición madrileña. El diestro toreó con sutil belleza tanto con la capa como con la muleta. Realizó una faena completísima con un toro excepcional, Malagueño, negro, bajo, con cuello, tocaíto de pitones, de 563 kilos y marcado con el número 1.

El madrileño criado en Borox toreó con buen aire a la verónica. Roca Rey, en su quite, se marcó unas saltilleras en los medios, con el viento y fue ovacionado. David Mora, picado, le replicó con unas gaoneras en los mismos terrenos y en medio de un vendaval, pasándose los cuchillos junto a los muslos, lo que provocó una ovación mayor. Mora brindó su faena al cirujano Máximo García Padrós, quien le salvó la vida aquel 20 de mayo de 2014 y el público acompañó la dedicatoria con una fortísima ovación. La primera escena fue impactante. El torero citó desde las afueras, con el toro aculado en tablas, que se arrancó al cite como un tren para encunarle y enviarle hacia el cielo. El diestro cayó de manera brutal sobre la arena, a punto de partirse la crisma. Increíblemente, tuvo los bemoles de ponerse de inmediato ante el toro y pintar dos carteles con un par de pases del desprecio.

A partir de ahí, los oles y las ovaciones se sucedieron hasta el epílogo de la obra... arropando una faena en la que sonó la música callada del toreo y de la naturalidad, con la figura relajada y el movimiento de la muleta despacioso, con derechazos de mano baja y naturales preciosos enmarcados en series con ligazón. Incluso, los ayudados con la zurda para controlar la franela que el viento movía con violencia, tuvieron cadencia. El remate a tan excelsa y medida obra fue una estocada sensacional, en la que entró con rectitud y enterró el acero arriba, rodando el toro sin puntilla. Las dos orejas fueron, sin duda, el premio justo, como también lo fue la vuelta al ruedo en el arrastre a un animal que embistió con una calidad excepcional.

Con el serio y descarado de pitones cuarto, cuya faena brindó a Vargas Llosa, concretó una labor correcta, aunque falta de emoción con un toro noblón, pero sin entrega.

Diego Urdiales no tuvo su día. El arnedano no pudo con el que abrió plaza, un cinqueño mal construido, cuesta arriba y montado, exigente, al que no le bajó la mano suficientemente para mandar en sus embestidas, que contó con un buen pitón derecho. Para más inri, mató mal. Y con el feote, manso y huidizo cuarto, abrevió y quedó inédito.

Andrés Roca Rey se entregó ante un lote complicado. El tercero, cuesta arriba, embistió rebrincado y descompuesto. El limeño, con entrega, aguantó con firmeza varios tornillazos para cerrar con manoletinas y un fallero y matar con decisión, enterrando la espada a cambio de un pitonazo que le rajó el chaleco.

Con el que cerró plaza, cuyo trasteo brindó a Vargas Llosa, porfió con agallas en una labor desigual que comenzó con un pase cambiado por la espalda y en la que se jugó el tipo ante un toro complicado, que se había dañado de salida. De nuevo, se tiró de verdad para matar de una certera estocada al primer envite.

Desde la reconfortante ovación que recibió al término del paseíllo hasta la salida a hombros por la Puerta Grande, quedó grabado a ley el nombre de un David Mora que completó una sinfonía de naturalidad con un toreo de máxima calidad.

Decimonovena corrida de la Feria de San Isidro 

Ganadería: Corrida de Alcurrucén, de desigual presentación y juego. Destacó el segundo, Malagueño, extraordinario, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

TOREROS: Diego Urdiales, de berenjena y oro. Pinchazo, pinchazo hondo y cinco descabellos (silencio tras aviso). Casi entera (silencio). David Mora, de verde y oro. Estocada (dos orejas). Media (silencio). Andrés Roca Rey, de sangre de toro y oro. Estocada (saludos tras ovación). Estocada (saludos tras ovación con aviso).

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