Como cada Lunes Santo la barriada de La Velada se volcó con el Cristo de la Esperanza y María Santísima de la Concepción. A las puertas de la parroquia de San Pío se agolpó alrededor de las 20:15 horas gran cantidad de fieles para arropar a las imágenes de la conocida como cofradía del Silencio, una de las más solemnes de La Línea.

Los nazarenos, ataviados con sobrias túnicas de cola en ruan negro, ceñidas con cinturones de esparto y con su característico antifaz sin capirote, avanzaban ante el riguroso respeto del público que llenaba la calle Ángel siguiendo los pasos de la imponente cruz de guía para dar paso a la imponente talla del Cristo de la Esperanza, que por primera vez estuvo dirigida por las instrucciones, como capataz, de Isidoro Javier Vega Moreno.

Tras la imagen del Crucificado desfilaba la dolorosa, María Santísima de la Concepción, cuyo paso también estrenaba capataz, José Miguel Esteban del Mar, que fue el encargado de oficial el pregón del costalero hace un par de semanas. El acompañamiento musical del trío de capilla Lignum Crucis también colaboró a darle solemnidad al cortejo en su avance por la calle Ángel mientras se adentraba por las calles de La Velada antes de poner rumbo a la carrera oficial.

Además de los capataces de ambos pasos, la hermandad del Silencio presentaba una importante novedad, las nuevas parihuelas de ambos pasos para dotarlas de mayor altura para que los costaleros estuviesen más cómodos. En el caso del paso del Cristo se remodeló la existente, mientras que en el paso de palio fue confeccionado en Sevilla. Estas novedades también conllevaron la adaptación y elaboración de faldones nuevos.

La jornada en la parroquia de San Pío comenzó a mediodía con una misa de hermandad junto a las imágenes del Cristo de la Esperanza y María Santísima de la Concepción que estuvo presidida por el delegado episcopal de Hermandades y Cofradías, el reverendo padre Juan Enrique Sánchez, y contó con la presencia del presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, José Ramón Mata.