Sanidad Asistencia a pacientes pluripatológicos

Nuevos enfoques, viejos sistemas

  • Los servicios de salud no están preparados para asumir una nueva realidad sociodemográfica · El cambio necesario para adaptar el sistema al futuro inmediato es para algunos una oportunidad

Creciente población mayor con varias enfermedades. Así es la ciudadanía predominante de la que se tendrán que encargar en un futuro cercano, con solvencia y garantías, los sistemas sanitarios. En personas que viven con dos o más enfermedades crónicas sintomáticas resulta difícil establecer una enfermedad predominante, ya que todas las que coexisten son similares en cuanto a su potencial para afectar a la dependencia y supervivencia. En consecuencia, es un concepto amplio que se centra en el paciente en conjunto, y no en una enfermedad o en el profesional que atiende al paciente. Los esquemas piramidales que vertebran la relación entre enfermedad, especialidad médica y servicio hospitalario, no bastan. Cambian las prioridades. Recientemente la Escuela Andaluza de Salud Pública, con sede en Granada, acogió una reunión en la que se presentó un documento que analiza e investiga la manera en que la gestión de los recursos sanitarios debe adaptarse a todo eso. El texto es la plasmación en papel del trabajo del Observatorio de Prácticas Innovadoras en el Manejo de Enfermedades Crónicas Complejas (Opimec), un proyecto promovido por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía pilotado por la EASP.

Esa población diana que marcará la tendencia demográfica no incluye solo a las personas con una enfermedad primaria que desencadena enfermedades secundarias (por ejemplo, una persona con diabetes que sufre retinopatía y neuropatía asociadas), sino también a aquellas en las que coexisten dos o más enfermedades (por ejemplo, personas con diabetes, cáncer y enfermedad de alzhéimer al mismo tiempo). Es un fenómeno creciente y no exclusivo de los países ricos. Pero hay diferencias. "Mientras ahora Inglaterra o España comparten un crecimiento de población mayor de 65 años, un 16% aproximadamente, pero el horizonte no es el mismo. Dentro de 40 años ellos tendrán un 23% y España un 34%. Urge intervenir", explica Manuel Ollero, internista del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. La cuestión es que el conocimiento acerca de la prevalencia y de la carga social de todo esto es muy incompleto. Algunos de las cifras que hay, aportadas por Jadar, catedrático del Cento para la Innovación Global en e-Health de Canadá, indican que estas personas pueden representar el 50% de la población que vive con enfermedades crónicas, al menos en los países de rentas altas. Por ejemplo, la mitad de los pacientes ancianos incluidos con artritis también tiene hipertensión, el 20% enfermedad cardiovascular, el 14% diabetes. En Estados Unidos dos tercios de los mayores de 65 padecen múltiples enfermedades crónicas. Los estudios de pacientes admitidos en hospitales en España también muestran una prevalencia de polipatología que va del 42% a poco más del 57%.

Los recursos públicos deben adaptarse a nuevos horizontes, a nuevos cuidados. Jadar, que define este proceso como "la era del cambio exponencial", aboga por "una guerra contra el sufrimiento innecesario" y alude a la "tendencia sintomatológica" de los médicos que no se forman para lo que luego realmente hacen. Los síntomas más habituales (ansiedad, anorexia, fatiga, dolor, problemas de deglución, o gripes) no son las areas de conocimiento en que más se han volcado desde las facultades de medicina. Para el experto, la innovación, entendida como la renovación de la mentalidad y las herramientas, es la llave para reorganizar los sistemas y de profesionales. "¿Hacen falta años de formación para poder operar una catarata?", se pregunta Jadar. Su idea es que hay que reorientar los recursos y las capacidades de los profesionales a lo que realmente demanda y va a demandar la sociedad a su sistema de salud. Mantener la Atención Primaria como puerta del sistema, reordenar los cuidados y blindar el rol de los internistas son algunas claves.

La ONU acordó hace poco celebrar en septiembre una sesión especial para abordar este asunto. La última vez que se hizo algo así fue en 2002 por la epidemia del Sida y de ahí nació dos años después Onusida, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH. "Esa es nuestra oportunidad para cambiar el sistema, y hacerlo de una forma coherente y contando con la colaboración de muchos países, pero necesitamos saber qué queremos y hacer y cuánto nos va a costar", explica Richard Smith, responsable de Ovations Chronic Disease Initiative.

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