Provincia de Cádiz

El Vaporcito de El Puerto, en peligro de extinción tras 81 años

  • Andrés Fernández, gerente de la empresa Motonaves Adriano cuenta la delicada situación económica que vive el barco · La escasez de pasajeros y la falta de apoyo institucional son los principales motivos

Ay, vaporcito de El Puerto, cuando en tí me embarco, cuando en tí navego, se contagian los recuerdos , de tus viejos sueños, sueños marineros...

Lleva 81 años paseando por la Bahía de Cádiz, uniendo El Puerto de Santa María con la capital. Tiene letra propia y una tradición conocida en toda la provincia. Pero el Vaporcito está viviendo sus peores días. Sin ayuda institucional, sin ingresos y cada vez con menos pasajeros, el futuro de la embarcación es incierto.

Andrés Fernández Valimaña, gerente de la empresa Motonaves Adriano, lleva toda su vida dedicada a la embarcación y así defiende su legado. "Este es un barco tradicional de la Bahía". Y es que la situación actual está provocando que este barco, declarado Bien de Interés Cultural en 1999, cada vez cuente con menos apoyos por parte de las autoridades.

Además desde, hace 4 años, cuenta con un gran competidor: el Catamarán. Este barco hace el mismo recorrido que el Adriano III en menos tiempo, a menor precio y con mejores condiciones, ¿quién se puede resistir a esta oferta?

Cada vez son más las personas que utilizan esta nueva embarcación como medio de transporte regular, de forma que el Vaporcito ha quedado relegado para los turistas que sólo lo usan de manera puntual. "La gente no busca disfrutar de la belleza de la Bahía. Lo único que quieren es llegar lo antes posible", afirma Andrés.

"El corazón pesa más que la razón", sentencia Andrés, que lleva toda la vida al lado del Vaporcito y no está dispuesto a rendirse. El mantenimiento del barco, los sueldos de cinco trabajadores, la competencia con otros medios de transporte como el tren, el autobús, el coche o el propio catamarán, y la pocas ayudas que recibe por parte de las Administraciones Públicas se convierten en demasiados problemas y hacen que los números no cuadren y por lo tanto la empresa esté en una situación insostenible. Pero, aún así, la motonave sigue haciendo sus viajes gracias al empeño y coraje de su dueño. "Aguantamos porque hemos visto a nuestros padres trabajar en el barco, hemos visto lo que ha significado para ellos, lo que se han esforzado a lo largo de sus vidas, el cariño que todos les tenemos al barco, las canciones que se le hacen, las películas en las que ha aparecido, y nos da mucha pena", relata Andrés con melancolía.

Lleva ocho años luchando para que este tesoro cultural siga en pie y durante ese camino ha pedido muchas veces ayudas y ha visitado muchas instituciones, pero no ha encontrado solución en ninguna de las ocasiones. Tan sólo los Ayuntamientos de Cádiz y El Puerto de Santa María están colaborando con el Adriano III para que esta tradición no desaparezca. Ambas instituciones han llegado a un acuerdo con el responsable del Vaporcito para realizar una serie de contraprestaciones que beneficie a ambos. "Nosotros les damos unos servicios extras, como el transporte escolar o de asociaciones de vecinos y ellos nos pagan por ello. Son el único apoyo que tenemos".

Tampoco el periodo estival en el que nos encontramos ayuda al Vaporcito a resurgir y a mejorar su situación, aún teniendo en cuenta que son los turistas quienes más han oído hablar de él y vienen a conocerlo. "Somos más conocidos en el extranjero que en España, aquí ha venido la televisión alemana, la belga, la argentina, la japonesa, la israelita...Hay incluso gente que me ha dicho: yo a usted lo conozco. Yo lo he visto en la BBC desde Londres", nos cuenta.

En su empeño por salvar el Vaporcito, Andrés y su familia han intentado buscar una salida viable para su negocio en numerosas ocasiones. "No nos podemos dedicar al turismo ni a dar vueltas a la gente por la Bahía por las condiciones del clima. El día que no hay Levante, hay Poniente, y no puedes hacer un viaje cómodo. Esa no es una opción". Ellos quieren que el Vaporcito continúe con su papel en la Bahía de Cádiz, pero para ello necesitan ayuda; poniendo carteles indicadores, mejorando el muelle y el acceso al barco, promocionándolo como medio de transporte, facilitando el acceso de los autobuses...

"Estamos aguantando como podemos", dice Andrés, quien nos explica que se están quedando sin recursos. "Es triste, pero nos piden horarios y no tenemos dinero para imprimir más. Yo voy con una bolsa de plástico por Cádiz repartiendo los pocos que tenemos por los hoteles y las oficinas de turismo de la ciudad y cuando se puede, en otros puntos de la provincia".

Motonaves Adriano es una empresa familiar que durante ocho años ha vivido en una crisis constante. Ya no tiene beneficios, sólo pueden pagar los cinco sueldos de los trabajadores, pero ellos aún luchan por no dejar que este barco se hunda. "Ha supuesto mucho trabajo y sacrificio para nuestra familia. Nos da mucha pena. Cerraremos cuando no podamos más".

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