Provincia de Cádiz

Sale entre gritos de "asesino" el etarra que mató al general Azcárraga

  • Fernández de Larrinoa formó parte del comando Araba y tenía una condena de 127 años

Ignacio Fernández Larrinoa, el etarra del 'comando Araba' que ingresó en la banda armada de la mano de su mujer, Miren Gotzone, por lo que se les conoció como Bonnie and Clyde, salió ayer del presidio de Puerto 1 entre gritos de "asesino" y abucheos por un grupo de integrantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

Fernández Larrinoa, condenado a 127 años por tres atentados -el asesinato del general Azcárraga en 1988 en Salvatierra, el salvaje atentado contra la casa cuartel de LLodio en el que milagrosamente no hubo víctimas y la muerte de dos policías en una emboscada-, salió en libertad sobre las seis de la tarde, beneficiado por la decisión de Estrasburgo que revocaba la llamada 'doctrina Parot', y se encontró con que nadie le esperaba.

El etarra, de 60 años y que ha pasado 23 años en prisión, salió cargado con una bolsa y rápidamente un grupo de policías hicieron un cordón de seguridad a su alrededor mientras que los miembros de la AVT le increpaban y pedían "justicia". Al contrario que Kubati, que salió hace dos semanas y al que fueron a buscarle familiares y contó con un letrado, Fernández Larrinoa, siempre protegido por fuerzas policiales, se tuvo que dirigir a una cabina pública para llamar a un taxi que le fuera a recoger. El taxi tardó unos quince minutos en llegar, quince minutos de tensión que el etarra dejó pasar fumándose un cigarro y tratando de ignorar las voces de los que protestaban contra su excarcelación.

Fernández Larrinoa fue detenido el 16 de septiembre de 1989 por su relación con el 'comando Araba'. Junto a su compañera, ejecutó al general Luiz Azcárraga, entonces de 81 años, a la salida de la misa de 12 en Salvatierra, cuando caminaba de la mano de su mujer. Tras los primeros disparos, su compañera, ante la mirada horrorizada de los feligreses, le remató con un tiro en la cabeza. También intervino, en plena campaña de la banda criminal contra las casas cuartel y cuando ya se había producido la matanza de Zaragoza (once víctimas), en el asalto al cuartel de Llodio, en el que se utilizaron 150 kilos de amonal (el triple que en Zaragoza) y varias granadas que, afortunadamente, estallaron en estancias vacías.

La mayor de sus tres condenas, 85 años, fue por el asesinato de dos policías, Antonio Gómez y Francisco Espina, en Vitoria en abril del año 88.

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