Provincia de Cádiz

Colón a la deriva

  • El hotel Colón Costa Ballena, bajo administración concursal, permanece cerrado para desesperación de sus 67 trabajadores, que defienden que es un negocio rentable

El caso del hotel Colón Costa Ballena, en Rota, es una cruda representación de la crisis económica y social que sufre el país, con todos sus actores. Una empresa dedicada al turismo y al sector inmobiliario quiebra arrastrada por el ladrillazo; uno de sus hoteles entra en concurso de acreedores y acaba siendo embargado por una caja de ahorros que a la postre será rescatada por el Estado; como a la caja no le interesa ese negocio, se desentiende del hotel y lo deriva a una firma de inversiones, una sociedad sin rostro y sin rastro. El hotel cierra al público y sus trabajadores, sin cobrar durante meses, acaban en un limbo jurídico, ni contratados ni despedidos, a la espera de una solución por parte de un Juzgado de lo Mercantil que está saturado por cientos de casos como el suyo.

Visto desde fuera, el Colón Costa Ballena ha perdido mucho del empaque de gran hotel, de hotel lujoso, que tuvo cuando fue inaugurado en 2001, como avanzadilla en el desarrollo del complejo turístico. El empresario Bartolo Denaro había vendido el céntrico Hotel Colón, en Madrid, para construir aquel edificio de 200 habitaciones con forma de navío, de paredes encaladas que ahora tienen manchas de humedad y dos grandes chimeneas azules que se convirtieron en su seña de identidad.

No quedan referencias de cuál fue la inversión de Denaro en Rota pero sí del valor que alcanzó en el mercado su hotel en 2005, cuando Grupo Jale invirtió 21 millones para comprar el establecimiento -en el que ya tenía acciones- imponiéndose en la puja al entonces boyante Ruiz Mateos, que anhelaba tener un hotel en su tierra natal.

Bajo la propiedad del empresario José Antonio López Esteras el Colón Costa Ballena vivió sus mejores días y también los peores. La crisis inmobiliaria hundió al grupo portuense. Amuerga, una de sus divisiones y propietaria del hotel de Rota, entró en concurso de acreedores en 2010. La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) ejecutó la deuda hipotecaria del inmueble y, a principios del año pasado, intentó subastarlo sin éxito. El negocio se mantuvo siempre operativo, recibiendo a clientes, hasta que el último octubre los administradores concursales de Amuerga decidieron cerrarlo de forma temporal. La intención era reabrirlo esta temporada de verano pero llegó el 1 de abril y el hotel, sin fondos y con su presente en los tribunales, permaneció cerrado. Hasta hoy.

En medio de la marejada jurídica están los 67 trabajadores con contratos fijos en el Colón, "120 familias si contamos a los eventuales", lamenta José Antonio Jiménez, jefe de cocina y miembro del comité. A la plantilla se le adeudan las nóminas de noviembre y diciembre, la extra de Navidad y las recientes de abril y mayo. Entre el 14 de enero y el 31 de marzo, los trabajadores se acogieron a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que les ha permitido acceder a subsidios.

Era un expediente temporal. La plantilla, de hecho, trabajó durante esos meses en el hotel con el objetivo de prepararlo para la reapertura. "Los cocineros, pintando, la gente de lavandería y las camareras preparando manteles y cortinas, tapizando sillas... Albañilería, electricidad... Todo el mundo haciendo de todo aquí, aunque no fuera su responsabilidad, como si el hotel fuese suyo, con la ilusión de abrir en abril", enfatiza Dolores Borrego, encargada de la lavandería.

Dolores sigue acudiendo cada mañana a su trabajo. Pasa allí las mañanas junto a varios empleados más. No quieren que el edificio esté abandonado. "Aquí estoy más tranquila que en mi casa, tengo la sensación de que estoy haciendo todo lo que puedo para que esto salga adelante", explica. Su marido, José Villanueva, es también su compañero de trabajo, el jefe de mantenimiento. Y tienen tres niños. "Ahora mismo prefiero renunciar a lo que me deben con tal de conservar este empleo. Con 45 años encontrar ahora un trabajo es imposible. Yo, que tengo 48, voy a una entrevista y es que ni me miran...", relata.

José Antonio Jiménez, portavoz del comité, sostiene que el Colón Costa Ballena es "una empresa rentable" que ha acabado cerrado por problemas "que no tienen nada que ver con su viabilidad", igual que ha ocurrido con otros hoteles de Jale en la provincia. Asegura que en julio y agosto sus 200 habitaciones se han llenado de forma sistemática en los últimos años, y que en el resto del ejercicio se supera una ocupación media del 80%, a excepción del invierno. Una buena ubicación en la Costa Noroeste y precios más bajos que sus competidores atraen a la clientela. "Teníamos un 85% de ocupación prevista para abril y mayo. Todavía hoy la gente sigue llamando para reservar", señala Jiménez en la recepción del hotel tras una reunión de la plantilla con sus tres abogados.

No hay una solución fáci para el Colón. La propiedad del hotel se desdibuja entre la CAM, rescatada por el Estado, y una sociedad llamada Crofton Invest de la que "nadie sabe nada". Grupo Jale, en paralelo, sigue reclamando la apertura del establecimiento y carga contra la "inexistente" gestión realizada por la administración concursal. Y mientras, la plantilla suplica que se apruebe un nuevo ERTE "hasta que se aclare la situación" o que el Juzgado de lo Mercantil, saturado de quiebras, permita que el hotel vuelva a la actividad. Al esbozar estas posibles salidas al conflicto, Dolores Borrego, la encargada de la lavandería, se desespera. Dice que ella lo único que quiere es trabajar, y que no la dejan.

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