Quousque tamdem

luis Chacón

Cobremos impuestos al sol

ENTRE el lirismo adolescente y ñoño de Zapatero cuando, sin ruborizarse siquiera, dijo que la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento y el delirante impuesto al sol que prevé imponer el ministro Soria, sólo media una crisis mal gestionada desde la más remota de sus causas hasta los duros efectos que sufrimos. Parece haber inspirado la norma aquel verso hermoso y soberbio de Espronceda: Para y óyeme ¡oh sol! Pues penalizar el autoconsumo de energía solar es otra decisión inconsciente y descabellada que surge cuando, como titulaba la revista Forbes, un país endeudado sufre unos gobernantes sin ideas. Es difícil comprender que quien fomentó y subvencionó el desarrollo de las energías renovables desde finales de siglo, pretenda penalizarlo ahora con un nuevo impuesto a los paneles solares. Aunque lo que resulta ridículo y sangrante es obligar a los particulares a vender la energía generada a las eléctricas so pena de incurrir en multas que pueden llegar a ser, alegremente, de millones de euros. La norma es disparatada y además atenta contra la libertad de empresa y de mercado, amén de constituir un ataque inadmisible contra las libertades individuales. De nuevo, parece que intentan devolvernos al estado de siervos obviando que somos ciudadanos.

Pero esta no es más que otra de las innumerables subidas de impuestos directos e indirectos, nacionales, autonómicos y locales que llevamos sufriendo los ciudadanos desde que la crisis hizo su entrada triunfal en el verano de 2007, ante el despiste del gobierno de la época que no sólo no la vio venir, sino que la siguió negando cuando ya paseaba por el mismo despacho del señor Zapatero. Seis años después, nuestra renta disponible es una sombra de lo que fue, gracias al expolio legal, continuado y constante al que nos han sometido. Raro es el mes en el que no aparecen - dicho en politiqués - tasas, ajustes técnicos o revisiones impositivas salidos del magín de algún asesor con la misma trampa que el prestidigitador saca un conejo de la chistera. Y aún así, la deuda pública crece y los servicios al ciudadano menguan.

No parece que nuestros gobernantes prestaran atención a las clases de historia del colegio. No estaría de más recordarles que casi todas las revoluciones, pacíficas o no, nacieron como reacción a un sistema fiscal injusto y confiscatorio, muy parecido al que llevamos sufriendo algún tiempo, quizás demasiado.

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