ME di cuenta que era una persona importante por el respeto con que lo saludaba la gente al cruzarse en la calle. Siempre impecablemente vestido, en verano de blanco con corbata anudada a la inglesa y un panamá de ala corta. Nuestros caminos se cruzaban con frecuencia porque vivíamos muy cerca, en el centro de Cádiz. En los bajos de mi casa se encontraba el Ateneo Gaditano del que fue presidente en varias etapas y en el que solía reunirse con sus amigos en animada tertulia. La sola enumeración de los contertulios, poseedores todos ellos de vastos conocimientos en Arte, Historia, Literatura, Medicina y otras disciplinas garantizaba el interés de aquellas conversaciones en las que Pemán ejercía su liderazgo natural, trufado con un elegante sentido del humor. Se reunían a la hora del aperitivo en invierno y ya entrada la tarde en verano. Como viajaba mucho, solía saludar a la tertulia con el clásico "¿Qué pasa en Cádiz?".

Como mi compañero de juegos de entonces, era el botones del Ateneo, yo siempre andaba zascandileando por allí. Leía de tapadillo las revistas que llegaban y algunas veces descolgaba algún libro interesante de la biblioteca. Estando en ello me sorprendió una tarde don José María. Quizás le extrañó que un renacuajo como yo anduviera entre libros a mi corta edad, pero lo cierto es que me preguntó que libros me gustaban, a qué colegio iba -resultó que él se había educado en el mismo- y al despedirse me recomendó que leyera a Julio Verne. A partir de entonces coincidí con él en muchos actos de los Cursos de Verano en los que a veces, se hacía acompañar de Jean Cocteau. Siempre me reconocía y me preguntaba muy cariñosamente por mis estudios. Recuerdo especialmente la lectura de La Viudita Naviera a la que me llevó mi profesor Francisco González de Posada, en el Colegio Mayor Beato Diego. La parte musical corrió a cargo de la comparsa de Paco Alba. Paco era un gran amigo de don José María.

Conozco bien la ingente obra de Pemán y lo considero uno de los grandes intelectuales españoles del siglo veinte. El odio y los resentimientos que originó la guerra civil en la que él tuvo una actuación destacada, han impedido la profundización en su legado literario. Quizás por envidia, tampoco le han perdonado su enorme facilidad natural para escribir y sus dotes de orador. Fervoroso monárquico, fue el muñidor de la negociación de Don Juan con Franco que hizo posible la formación como futuro monarca de don Juan Carlos. A mi me gusta especialmente como poeta y no me resisto, como muestra, a copiarles los versos finales de un Himno que escribió para la patrona de Cádiz, la Virgen del Rosario: "Cádiz pone a tus plantas divinas/ un rosario de gotas marinas/ enhebrado en un rayo de sol".

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