Cultura

La odisea más larga del tesoro español

  • El Archivo de Indias acoge hasta el 26 de mayo 'El último viaje de la Fragata Mercedes', una exposición en la que se muestra el patrimonio recuperado tras el expolio de Odyssey

Dos batallas tuvo que librar la fragata de Nuestra Señora de las Mercedes, una naval y otra judicial, una en la que perdió y otra, que tras mucho pelear, consiguió vencer. Ahora -y hasta el 26 de mayo- el Archivo General de Indias acoge la exposición El último viaje de la fragata Mercedes, organizada conjuntamente con Acción Cultural Española, el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Naval, donde se muestra el patrimonio recuperado tras el litigio contra la empresa cazatesoros Odyssey, así como todos los archivos y documentos históricos que demostraron la pertenencia del navío al Estado español. Para Carmen Marcos Alonso, comisaria de la exposición, esta muestra -que recala en Sevilla después de haber pasado por Madrid y Alicante- es "la culminación de un proceso judicial" además de "un hito de la protección del patrimonio subacuático" que habría sido "vendido y dispersado si el Gobierno no hubiese intervenido".

Desde Montevideo hasta Cádiz era el recorrido que la Mercedes, acompañada de otras tres fragatas, debía realizar para traer hasta la península todos los caudales y bienes acumulados en el continente americano durante los años de guerra. Sin embargo, a tan sólo un día de alcanzar su destino, una escuadrilla británica asalta la flota española a la altura del cabo de Santa María. En una intensa lucha, los cañones ingleses hacen saltar por los aires la Mercedes, cobrándose la vida de al menos 275 personas y la pérdida de todo el cargamento. Dos siglos después, una empresa estadounidense anunció el mayor hallazgo de monedas de época colonial jamás producido, todo un tesoro que consiguió extraer en menos de dos meses y medio. Según Odyssey, las monedas habían sido encontradas "más allá de la jurisdicción legal de ningún" país y además alegaba que pertenecían a un pecio llamado Black Swan. Con toda celeridad, la empresa mandó los objetos descubiertos a Estados Unido con la intención de colocar las monedas lo antes posible en el mercado, pero dejó algunos restos en Gibraltar, como botones de uniformes o enseres personales, que aunque no tenían valor económico alguno, sí podían aportar alguna información sobre su procedencia. El Gobierno español tenía serias dudas sobre la versión ofrecida por Odyssey y tras una larga pugna, en la que se utilizaron documentos procedentes de diferentes archivos estatales, entre ellos el de Indias, consiguió demostrar ante los tribunales estadounidenses la verdadera identidad del buque expoliado: una fragata de la Armada española, sujeta por tanto al principio de inmunidad soberana, lo que significaba que la empresa no tenía derecho alguno a apropiarse de sus hallazgos, pues todo pertenecía al Estado español.

Para contar esta "fascinante historia" que podría ser parte "de un guión cinematográfico", Marcos Alonso y a Susana García Ramírez, la otra comisaria, han desarrollado una exposición en tres partes que ofrece al visitante una visión global de los acontecimientos, ahondando tanto en aspectos "históricos como navales y militares" y consiguiendo "coordinar diferentes departamentos, no sólo de cultura sino también de defensa".

En la primera parte, un relato audiovisual, basado en las memorias de Tomás de Iriarte, da las claves para entender por qué la fragata debía zarpar hacia la península y explica quiénes iban en la embarcación en el momento de su hundimiento. Entre los personajes que nombra, cabría destacar las biografías de José de Bustamante y Guerra, comandante de la Atrevida, una expedición científica, y Diego de Alvear, comisario de la expedición encargada de fijar los límites de los territorios españoles y portugueses. Retratos, estampas satíricas y tratados de paz y guerra otorgan una idea general de la situación y el contexto histórico.

En la siguiente sala, la exposición se centra en el itinerario previsto para la flota y la construcción de la Mercedes. Fabricada en el astillero de La Habana, la embarcación contaba con un total de 34 cañones. Aunque después de la explosión no quedaron restos algunos de la nave, a partir de los reglamentos de construcción, ingenieros especializados han conseguido hacer artesanalmente una réplica exacta de la fragata, que ha servido a los expertos para descubrir nuevos datos sobre el navío.

Las monedas de plata y oro -junto a otros objetos de valor, como vajillas de porcelana, cacao o lana de vicuña- ponen el broche final a una exposición en la que la arqueología consiguió ganarle la partida al expolio.

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